Por Miguel Angel Artola
10/04/2016
Ha sido el Banco Santander el primero de los grandes en anunciar recortes de oficinas y empleados, junto con cambios en su super cuartel general de Boadilla del Monte en Madrid. Las cifras propuestas a los sindicatos: 450 oficinas menos y la desaparición de 1.200 empleados gracias a prejubilaciones y bajas incentivadas. La entidad no contempla en ningún caso despidos no pactados y negocia su plan con los representantes de los trabajadores.
El actual entorno económico y el fuerte incremento de los costes regulatorios justifican la decisión para la entidad que preside Ana Botín. «Tenemos grandes retos y oportunidades por delante. El proceso de transformación implica tomar decisiones difíciles, pero es fundamental para asegurar nuestro liderazgo en los próximos años», destacaba José Antonio Álvarez en la nota interna dirigida a los empleados de la entidad para comunicar las intenciones del banco.
No les ha pillado por sorpresa las intenciones del Santander a los responsables de las dos grandes centrales sindicales tras años de ver cómo el número de compañeros que trabajan en las entidades financieras -bancos y cajas- se reducía año tras año. La Fundación de las Cajas de Ahorros, Funcas, ya anuncia el cierre de 3.000 oficinas y la reducción de la plantilla en poco más de 14.600 empleados. La velocidad con la que se han perdido empleados desde 2008 ha sido fulgurante, hasta dejarse el 25% de las plantillas hasta 2014.
Tras el anuncio de un recorte de empleados en el Santander todas las miradas estaban puestas en el segundo en el ranking y el consejero delegado del BBVA no defraudaba al insinuar en una cita tecnológica en Copenhague que la entidad podría en un futuro dar servicio a sus clientes con 1.000 oficinas frente a las 2.800 con las que cuenta actualmente. Un periodista de la cadena Bloomberg hacía los cálculos para titular con todo rigor que el BBVA no descartaba cerrar tres de cada cuatro de sus actuales oficinas. Por fortuna a la mañana siguiente todos los empleados y directores tenían en sus ordenadores una nota interna culpando al mensajero de las informaciones y negando la mayor.
“No hay un cierre masivo de oficinas a corto y medio plazo, aunque sí se pueden dar algunas situaciones puntuales” comenta a Cambio16 Juan José Ginés, secretario de la agrupación del sector financiero de CCOO. Recuerda Ginés que su sindicato sigue muy de cerca el drama de España-Duero tras hacerse públicas sus intenciones de despedir a 1.120 trabajadores, casi un tercio de su actual plantilla, y tan sólo tres años después de otro gran ajuste. El dirigente sindical culpa a Unicaja, la actual dueña de Banco Ceiss por haber recibido ayudas públicas para sanearla y dejarla luego morir poco a poco sin un verdadero plan de gestión.
“Es verdad que tenemos un ratio de oficinas mayor que en el resto de Europa, estando entre los tres o cuatro primeros, pero estamos en los puestos de cola de la Unión Europea en ratio de empleados por cada 10.000 habitantes”, añade Ginés. Es decir, en España, posiblemente por el sistema heredado de las cajas, se ha primado la banca de proximidad y se trabaja con pequeñas oficinas con muy pocos empleados pero muy pegadas a las necesidades de los clientes.
Para el dirigente de CCOO las oficinas siguen siendo un activo y lo demuestra que BBVA haya destacado en Cataluña que tras el proceso de integración de Catalunya Bank, que concluirá la primera quincena de septiembre, el grupo tenga oficinas físicas que den servicio al 95% de la población de la comunidad.
Es verdad que del éxito de los canales alternativos como la banca telemática dependerá el tiempo utilizado por los bancos para desmantelar su red de oficinas, pero cree Ginés que ya se ha tocado suelo en la destrucción de puestos de trabajo en la banca “si se quiere que la economía funcione y que la banca y el sistema financiero cumpla la función que le corresponde, la de servir de estímulo y ayuda a la economía productiva”.
El fantasma de las fusiones
Cuando los márgenes financieros se estrechan, la respuesta de las entidades financieras pasa por buscar la “agrupación de competidores” a fin de ganar “tarta” de mercado. La reflexión forma parte del informe realizado por Santiago Carbó Valverde y Francisco Rodríguez Fernández para Funcas con el título “El sector bancario español ante las turbulencias financieras de 2016”.
Las nuevas exigencias del regulador para asegurarse la fortaleza de las entidades, la caída abrupta de los tipos de interés, la dificultad para prestar a clientes solventes e incluso la posible salida de Reino Unido de Europa son incertidumbres que estarán presentes a lo largo de todo el ejercicio.
Todos los analistas coinciden a la hora de señalar que el sector permanece a la espera de que se aclare el turbio panorama político para presentar al nuevo Gobierno -sea el que sea- sus credenciales, que pasan por acelerar los procesos de fusión tan demandados por el Banco de España y por el Banco Central Europeo.
Los grandes se preparan para ir de compras y seguir con el proceso de concentración de la banca española en cuatro o cinco grandes entidades. “BBVA, Caixabank y el Banco Santander serán los grandes protagonistas de un proceso que tiende hacia el oligopolio y que podría poner en peligro la competencia”, destaca a Cambio16 Sebastián Moreno. Para el responsable del sector financiero de Fes UGT el proceso de fusiones se ha parado “ a la espera de que haya un nuevo gobierno y mientras siguen en la fase de los ajustes internos”.
Moreno no tiene duda de que el proceso de fusiones va a continuar “porque los grandes poderes económicos están por el tema”. Habrá novedades en los próximos meses, afirma con rotundidad.
Que los bancos privados busquen su rentabilidad es algo lógico ya que se deben a sus accionistas. Pero lamenta Moreno que España decidiera ya hace muchos años desmantelar la banca pública, que podría funcionar como contrapeso en el mercado.
A la espera de movimientos corporativos los bancos seguirán apostando por aligerar sus propias estructuras. Malos tiempos para el empleo en el sector que ya ha sufrido mermas significativas en el pasado pero que no parece tocar suelo.
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