Por Iñigo Aduriz
14/03/2017
El crecimiento será mayor de lo esperado. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la economía española progresará a lo largo de 2017 a un ritmo del 2,5%, dos décimas por encima de su anterior pronóstico. No obstante, mantiene igual el crecimiento previsto para 2018, que lo sitúa en el 2,2%. En todo caso, el organismo alerta de los altos niveles de pobreza del país por culpa de la falta de empleo.
Tal y como se recoge en el informe Estudios económicos de la OCDE: España 2017 (ver el resumen ejecutivo en PDF), presentado este martes, el organismo internacional advierte de que el déficit de las cuentas públicas previsto para 2017 será del 3,4%, frente al objetivo del 3,1%, mientras que para el año que viene se situará en el 2,8%, frente a la meta del 2,2%. Sobre el paro, la OCDE pronostica que disminuirá bajará este año al 17,5% desde el 19,6% del año pasado, mientras que en 2018 se situará en el 16,1%, mejorando en dos y tres décimas respectivamente sus anteriores previsiones para 2017 y 2018.
En su texto, la OCDE apunta que tras haber experimentado una recesión profunda, «España disfruta de una sólida recuperación al tiempo que la amplia batería de reformas estructurales acometidas ha contribuido al aumento sostenible de los niveles de vida». «La política monetaria altamente acomodaticia de la zona del euro, el bajo precio del petróleo y, más recientemente, la política fiscal expansiva han servido de apoyo a la demanda interna«, señalan.
Asimismo, apuntan a que las exportaciones han destacado especialmente, ya que «España ha resistido la ralentización del crecimiento mundial de las exportaciones». No obstante, advierte de que «sigue siendo complicado conseguir un aumento del bienestar y del PIB per cápita, sobre todo mediante incrementos de la productividad, así como generar un crecimiento más inclusivo».
El organismo alerta de que España «lleva tiempo padeciendo un crecimiento muy bajo de la productividad, lo cual ha limitado el aumento de los niveles de vida». Por eso propone reducir «los obstáculos regulatorios en los mercados de bienes que lastran la competencia, la promoción de mayores inversiones en I+D+i, y garantías de que el capital se dirija a un espectro más amplio de empresas innovadoras».
También señala que, pese a que la tasa de desempleo «disminuye progresivamente gracias al mayor crecimiento económico», sigue situándose «en niveles muy elevados, sobre todo entre los jóvenes y los desempleados de larga duración». Se trata de una población que, según la OCDE, «corre el riesgo de perder habilidades, lo que puede llevar a la desafección y alienación».
El informe indica que «la pobreza también ha aumentado, debido principalmente a la falta de empleo de calidad que proporcione suficientes horas de trabajo remunerado y unos ingresos adecuado». Parte de la respuesta a estas dificultades es, a su juicio, «la continuación de un crecimiento económico sólido, pero también es fundamental reforzar la formación y la asistencia en la búsqueda de empleo, así como mejorar la protección social con un mayor apoyo en materia de ingresos mínimos».
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