Por Paz Mata
04/03/2017
En la pantalla se siente seducida por el lado oscuro del ser humano. En la vida real busca la luz, la simplicidad y el confort que le proporcionan su existencia en el sur de Estados Unidos, rodeada de naturaleza y familia. Nicole Kidman (Honolulu, Hawái, 1967) es una actriz que siempre ha ido en busca de desafíos y de nuevas experiencias en las que meterse de lleno. “Me gustan las personas poco convencionales, complejas y con defectos, porque aunque todos intentamos ser buenos y alcanzar la perfección la vida también es todo eso que nos limita a alcanzarlo”, dice la actriz en el encuentro con Cambio16 en Los Ángeles.
La imperfección es algo que está lejos de esta mujer que, a sus 49 años, sigue luciendo un físico de impresión. Vestida en tonos pastel, su figura de alabastro ilumina la suite del hotel recibe a la revista. A pesar de su condición de divinidad del celuloide, Kidman desprende sencillez, simpatía y una mezcla de fragilidad y fortaleza que reconforta al más común de los mortales, sobre todo cuando se le ilumina la cara hablando de la maternidad (la actriz tiene dos hijos adoptivos con Tom Cruise y dos hijas con su marido, el cantante de música country Keith Urban). La maternidad es precisamente el punto central de su nueva película Lion, basada en una historia real. En ella, Kidman da vida a Sue Brierley, una australiana que adopta a un niño hindú separado de su familia en trágicas circunstancias. El menor crece rodeado del amor que le ofrecen sus padres adoptivos pero su corazón sigue estando en la India donde decide volver siendo adulto para buscar a su familia. La relación madre hijo es pura simplicidad y ternura, algo que Kidman busca en estos momentos de su vida. “Sue ama a su hijo incondicionalmente, para ella la maternidad es algo poderoso y muy gratificante, no importa cómo se haya producido. Esa es la esencia de este personaje,” afirma la actriz.
Usted tiene dos hijos adoptivos. ¿Pensó en ellos al aceptar este proyecto?
Absolutamente. Es una carta de amor a mis hijos. El mensaje de la película es el del amor incondicional, el que siente mi personaje hacia su hijo aún sabiendo que éste tiene a su madre biológica en alguna parte del mundo. Hay una frase muy emocional que le dice Sue a Saroo (su hijo): “Estoy deseando que tu madre vea lo maravilloso que eres”. Eso demuestra el amor que siente ella también hacia la madre biológica de su hijo y lo abierta que es la relación entre ellos dos.
Supongo que le habrá proporcionado una perspectiva diferente sobre la adopción: la del hijo adoptivo.
Sí. Ahora entiendo lo que significa para un hijo adoptivo tener que decirle a su madre que la ama y al mismo tiempo aceptar que también ama o quiere conocer a su madre biológica. Siempre está el miedo a sentirse rechazado si es que lo dicen. Lo más bonito de esta historia es para mí la fortaleza que demuestran ambas madres y lo que significa ser madre, ya sea biológica o adoptiva.
Sue es una mujer muy diferente a esos complicados, misteriosos y poco convencionales personajes que acostumbra a interpretar.
Es cierto. Siempre he tratado de buscar papeles que sean distintos a mí misma. Crecí leyendo mucho y dando rienda suelta a mi fantasía, que es mucha (risas) y eso es muy importante en mi profesión. Tanto en la vida como en la literatura, la mayoría de la gente es complicada y tiene distintas motivaciones. No todo son luces, también hay sombras. Y aunque todos tratamos de hacer el bien, hay que aceptar que la mayoría de las veces tenemos muchos fallos. Pero en esta ocasión me gustó porque Sue es ese tipo de mujeres con las que crecí, mujeres, como mi madre o sus amigas.
¿Qué tipo de madre es usted para sus hijos?
Demasiado protectora (risas). Mis hijas me dicen a veces: “Mamá, ¡basta ya!” (risas). Yo trato de no imponer mis miedos en ellas. Aunque las vea subirse a un árbol, contengo el grito de “¡cuidado que os vais a caer!” Lo mejor es proteger a tus hijos desde la distancia, dándoles un poco de espacio para que experimenten la vida por sí mismos, pero vigilando que no hagan nada que pueda ser peligroso. Es difícil pero trato de no resultar asfixiante para ellas.
¿Cómo es su vida en Nashville?
Es maravillosa. Allí he encontrado mi hogar. Vivimos a pocos minutos del centro de la ciudad, rodeados de naturaleza. Hacemos muchas excursiones, paseos por el bosque y montamos a caballo. Gracias a Keith estamos siempre rodeados de música y de músicos y es una vida maravillosa para mi familia y para mí.
¿No siente nostalgia de sus años en la ciudad de Los Ángeles?
No, ninguna (risas). Por mi trabajo y el de mi marido, tenemos la suerte de viajar por todo el mundo. Cuando Keith empieza una gira de promoción, nos subimos al autobús toda la familia y recorremos todo el país. Es una forma maravillosa de conocer el corazón de los Estados Unidos y de su gente, que es de todos los estratos sociales. Soy una persona que se adapta muy bien a cualquier ambiente. Basta que esté con mis seres queridos para ser feliz.
¿Y de Australia?
Sí, por supuesto. Allí viven mi madre, mi hermana, mis sobrinos y otros familiares. Keith y yo tenemos una granja con mucho terreno porque la tierra es algo que, siendo australianos, valoramos. Allí criamos ganado vacuno, tenemos aves y también alpaca. Además, cultivamos productos biológicos, tenemos muchos árboles y cuidamos de la tierra de forma sostenible. Somos muy conscientes del impacto medioambiental que provoca el hombre en la naturaleza y eso es algo que tenemos muy en cuenta a la hora de conservar agua y energía así como de no utilizar productos que dañen el entorno.
¿Después de trabajar en Lion le interesó averiguar de dónde proceden sus ancestros?
Mis antepasados llegaron de Irlanda, en 1839. Procedían de la Península Dingle, que es donde filmamos Un horizonte lejano. Llegaron a Australia en el S.S Susan. Eran colonos que se establecieron en el país aprovechando que el país abría las puertas a la emigración y pagaba el coste del viaje.
¿Qué influencia ha tenido Australia en usted y en su vida?
Aunque nací en Hawái, mis padres eran ambos australianos. Se trasladaron a Estados Unidos por trabajo pero luego regresaron a Australia. Llevo más tiempo viviendo en norteamérica que allí y por eso me considero una mezcla. Si me preguntan de dónde soy, no sé qué responder (risas).
Si le pregunto quién es Nicole Kidman, ¿qué me respondería?
Una mujer que está humildemente agradecida por lo que tiene y que vive el presente. Hay momentos en los que pienso en el futuro, porque teniendo hijos es inevitable, pero el presente es lo que cuenta. Cada vez tengo más claro lo que no quiero y mis ideas son firmes, pero al mismo tiempo me gusta agradar a los demás y por eso cedo en muchas cosas. Por suerte tengo a Keith a mi lado que refuerza mi autoestima.
¿Cuál ha sido su mayor éxito en la vida?
Mi familia. Ahora mismo, cuidar y educar de mis dos hijas pequeñas Sunny y Faith. Despertarme por la mañana, siempre de buen humor (risas), lo juro siempre me levanto de buen humor, mi marido me dice: “¿Cómo haces para levantarte siempre con buen pie?” (risas). Llevar mis hijas al colegio, que van siempre felices, y prepararme para lo que me depare el día supone un gran éxito.
Fue precisamente en el colegio donde despertó su pasión por la actuación. ¿Qué recuerdos tiene de esa época?
A los 12 años empecé a actuar en funciones del colegio y era lo que más me gustaba del mundo. Siempre buscaba una excusa para salir de clase y decir que tenía ensayo (risas). A los 14 tuve la suerte de conseguir mi primer trabajo como actriz. Sigo haciendo lo mismo desde entonces (risas), con la misma pasión que cuando empecé, lo cual nunca hubiera imaginado. Ha habido momentos a lo largo de estos años en los que he trabajado menos, pero mi amor por esta profesión continúa igual. Sigo sintiendo la misma satisfacción preparando una escena con otros actores y trabajando con directores comprometidos con su trabajo. Es bastante extraordinario, nunca lo hubiera previsto.
Dicen que la década de los 40 es la mejor para una mujer. ¿Está de acuerdo?
Bueno, yo me encuentro un poquito más cansada que cuando tenía 20 y 30 y me duelen más los huesos y las articulaciones (risas) y tengo mucha menos resistencia física. Pero sí, estoy de acuerdo en que la mujer a partir de los 40 es cuando alcanza su mejor momento porque ya tiene la sabiduría y la experiencia necesarias para saber y decidir por sí misma qué es lo que quiere hacer en la vida. Yo he dado a luz dos hijas en mis 40 y eso es algo extraordinario, un gran regalo que me ha dado la vida. Ahora siento mucha más compasión, más empatía y espero poder contribuir con cosas que sean más relevantes para el mundo.
¿Ahora está filmando en Luisiana a las órdenes de Sofía Coppola. ¿Qué nos puede contar de la película?
Se titula Beguiled. La historia se lleva a cabo en Luisiana, durante la Guerra Civil, cuando un soldado herido se refugia en un colegio femenino causando una gran conmoción entre las jóvenes y creando una atmósfera de celos y traiciones entre ellas. Sofía es una mujer increíble, muy precisa en la dirección, muy delicada y a la vez muy fuerte y decidida. Es una auténtica líder. Además trabajo con Kirsten Dunst y Elle Fanning, un grupo fantástico de actrices y, por supuesto, con el maravilloso Collin Farrell, que interpreta al soldado herido y que nos ha seducido a todas (risas). Ayer mismo filmé con él una escena en la que yo le tengo que bañar y confieso que está espléndido.
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