Una amplia representación de médicos y expertos de la OMS se encuentra en China investigando el origen del coronavirus. Mientras tanto, otros científicos estás atentos al curso que siguen las vacunas y sus secuelas y un grupo de investigadores busca y rebusca datos y evidencias sobre el virus Nipah, que ya hace estragos en Asia. El propósito es frenar que un brote se convierta en pandemia. Es de alta letalidad.
En estos largos meses han surgido supuestos sobre la génesis del virus SARS-CoV-2, que ha contagiado a más de 93,1 millones de personas y matado a casi 2 millones en el mundo. Al principio se le vinculó con un mercado de mariscos de Wuhan, China. También con un virus fabricado en laboratorios.
Una de las causas que más ha prevalecido es la asociada con los murciélagos. La especie ha sido el origen de otras epidemias de coronavirus. A comienzos de este siglo, fueron los causantes de la transmisión del síndrome respiratorio agudo severo, más conocido como SARS. Entonces infectó a más de 8.000 personas, 800 de las cuales fallecieron.
Y a mediados de la primera década del siglo XXI originaron otra enfermedad respiratoria similar al SARS: el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS por sus siglas en inglés), que afectó a menos gente (unas 2.500) pero fue más letal: murieron 850 personas.
Actualmente a los murciélagos se les estudia por el virus Nipah. «Supone una gran preocupación porque no hay tratamiento y este virus tiene una alta tasa de mortalidad. Varía entre el 40% y el 75%, dependiendo de dónde ocurra el brote», dice Supaporn Wacharapluesadee, una infectóloga dedicada en los últimos 10 años al proyecto mundial Predict, cuyo objetivo es detectar y detener enfermedades que pueden pasar de animales a humanos.
El virus Nipah, de mucho cuidado
El virus Nipah es un miembro de la familia Paramyxoviridae, género Henipavirus. A la fecha, se han observado brotes esporádicos en Malasia, Singapur, la India, Bangladesh, Camboya e Indonesia. La OMS le hace seguimiento y reserva recursos para su investigación y prevención.
Publicaciones especializadas advierten que el reservorio natural del virus es el murciélago de la fruta, que puede infectar a humanos a través de la exposición directa a su saliva o excrementos. Incluyendo la comida contaminada, especialmente la savia del árbol de palma. Por ejemplo, en el mercado de Battambang, una ciudad a orillas del río Sangkae, en el noroeste de Camboya, hay miles de murciélagos que comen fruta. Defecan y orinan sobre todo lo que pase debajo de ellos. De hecho, los techos de los puestos del mercado están cubiertos de heces y orina de murciélagos.
«La gente y los perros callejeros caminan todos los días bajo construcciones expuestas a la orina de los murciélagos», comenta a la BBC Veasna Duong, asistente de Wacharapluesadee.
Cualquier lugar donde los humanos y los murciélagos frugívoros estén cerca se considera un «intercambio de alto riesgo» sostiene. Es muy posible que se produzca un contagio. «Este tipo de exposición podría hacer que el virus mute y cause una pandemia», señala la jefa de la unidad de virología del laboratorio de investigación científica Instituto Pasteur en Phnom Penh.
Características similares a la COVID-19
Los murciélagos también pueden trasmitir el virus a huéspedes intermedios, especialmente a cerdos, que desarrollan enfermedades respiratorias y podrían pasar el virus a los humanos.
El periodo de incubación es normalmente de 4-20 días. Los pacientes suelen presentar fiebre, malestar, dolor de cabeza, dolor de garganta, náuseas y vómitos, acompañados ocasionalmente de vértigo y desorientación.
Los casos graves progresan hasta una encefalitis, que puede complicarse con convulsiones y coma. Puede darse neumonía atípica, que a veces conduce a un síndrome de dificultad respiratoria aguda.
Se han documentado infecciones asintomáticas y se han descrito casos de recaída semanas e incluso meses después de la recuperación. Las secuelas neurológicas se producen en hasta el 20% de los supervivientes de la encefalitis por el virus Nipah e incluyen convulsiones persistentes y cambios de personalidad o humor.
Duong y su equipo también identificaron otras situaciones de alto riesgo. Las heces de murciélago son un fertilizante popular en Camboya y Tailandia. En áreas rurales con pocas oportunidades laborales vender excrementos de murciélago puede ser una forma de ganarse la vida, y de contagiarse.
Murciélagos fuera de su hábitat
El Nipah arroja muchas preguntas y preocupaciones, y un mundo de posibilidades para actuar. Los investigadores advierten que los incendios forestales y la sequía han desalojado a los murciélagos de su hábitat natural. Estas circunstancias los han obligado a buscar árboles frutales cultivados en las mismas granjas que los cerdos. Se ha demostrado que bajo estrés los murciélagos esparcen más virus.
Además, Asia alberga casi el 15% de los bosques tropicales del mundo, pero la región también es un foco de deforestación. El continente se encuentra entre los primeros del mundo en pérdida de biodiversidad.
La combinación de verse empujados a reubicarse y estar en contacto con una especie con la que normalmente no interactuarían permitió que el virus pasara de los murciélagos a los cerdos y luego a los granjeros.
¿Qué hacer? Educar a las personas. Miles de habitantes de esos países no saben el daño que hace la convivencia de murciélagos y seres humanos. Buscar financiamiento para la investigación. El gobierno estadounidense dejó que el programa Predict, con 10 años de antigüedad, expirara.
¿Extinguir a los murciélagos? Un rotundo no. Juegan un papel ecológico enormemente importante. Polinizan más de 500 especies de plantas. Y ayudan a mantener a raya a los insectos. Desempeñan un papel destacado en el control de enfermedades en los seres humanos. Por ejemplo, reduce la expansión de la malaria al eliminar los mosquitos.
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