Muchos celebran el empoderamiento femenino el Día de la Mujer, cada 8 de marzo. Ese día se conmemora en todo el mundo la lucha de las mujeres por su participación en la sociedad. En especial, su desarrollo íntegro como persona, en igualdad con el hombre. Sin embargo, para la escritora feminista Jackline Kemigisa, de Uganda, está convencida de que la resistencia colectiva fue suplantada por la celebración comercial de los logros individuales de las mujeres.
Jackline Kemigisa es una periodista, escritora e investigadora feminista de Uganda. Trabaja con el Centro de Análisis de Políticas en Kampala. Su investigación está enfocada en la democracia parlamentaria en África Oriental y la legislación sobre tecnología y mujeres. En un artículo que publicó OpenDemocracy en su web, Kemigisa profundiza sobre el Día Internacional de la Mujer. Una celebración que conmemora la lucha de las mujeres por horarios más cortos, mejores salarios y derecho al voto.
La escritora enfatiza que, este día es, , por partida doble, un reconocimiento a la existencia de la mujer, pero también ha servido para vender más. «Es una triste forma de celebrar un cumpleaños, pero especialmente mortificante si se trata del Día Internacional de la Mujer», señala.
Celebrando logros individuales
Asegura que la comercialización de las festividades del 8 de marzo ha disociado tanto el día de la mujer de sus orígenes radicales que intentar recuperar el espíritu reivindicativo de la fecha es como convocar a los muertos. «En lugar de elevar una resistencia colectiva y confrontativa, el mundo lo utiliza como otra herramienta de marketing. La narrativa que envuelve este día es para celebrar a ‘la primera mujer en esto o aquello’. Las empresas ‘celebran’ a sus trabajadoras con regalos un día, y a los demás los bombardean con publicidad para lograr más ventas. Sin embargo, el resto del año las explotan y les pagan mal», argumenta.
«Con lemas como ‘las mujeres somos fuertes’, nuestra lucha por la libertad se convierte en una triste excusa para el consumo, en lugar de confrontar la explotación y la subvaloración del trabajo femenino», afirma.
Las luchas que celebra la mujer
La celebración por el Día de la Mujer se remonta a 1910, cuando en Copenhague se celebró una Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras. Clara Zetkin, líder de la Oficina de la Mujer del Partido Socialdemócrata en Alemania, presentó la idea de un Día Internacional de la Mujer para celebrarlo en todos los países, «y presionar por sus demandas».
La conferencia de más de 100 mujeres de 17 países ( en representación de sindicatos, partidos, clubes de mujeres trabajadoras, incluidas las tres primeras mujeres elegidas para el parlamento finlandés) aprobó unánimemente la propuesta de Zetkin.
Se escogió el 8 de marzo porque dos años, en esa fecha hubo un despliegue de resistencia en Nueva York. Cerca de 15.000 trabajadoras marcharon por sus derechos. Esa protesta instauró el día nacional de la mujer en Estados Unidos. En África, en cambio, fue en 1956, durante el régimen racista del apartheid, cuando una marcha al Union Buildings ,en Pretoria, reunió a 20.000 mujeres.
Protestaban contra la ley de pases, que obligaba a los sudafricanos negros a llevar un pase de identificación adicional para poder trabajar y viajar. De ahí que Sudáfrica conmemore el Día Nacional de la Mujer el 9 de agosto y cada 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer con el resto del mundo.
Celebrarlas apoyando sus iniciativas, no con regalos
En su texto, Jackline Kemigisa señala que uno de los mayores problemas es que las organizaciones más importantes se llenan la boca diciendo que hay que celebrarlas, pero ignoran sus iniciativas o las bloquean.
Explica que la Unión Africana, a través de su agencia de igualdad de género, la Organización Panafricana de Mujeres, ha tratado de «africanizar» las celebraciones mediante la creación del Día de la Mujer de África, el 31 de julio. Hasta ahora se mantiene la práctica de opacar al colectivo y prefiere destacar individualidades periféricas.» Algo que va en contra de la naturaleza misma de la organización de las africanas», afirma.
Todos estos son mensajes de reconocimiento personal hacen que todas aspiren a ser recompensadas con «poder y prestigio». Aspirar ser parte de las listas de «las más influyentes de África» es una de las metas. En lugar de desear la libertad para todas, como plantea la poeta y escritora Audre Lorde: “No soy libre mientras otra mujer no lo sea”.
Mientras tanto, África es un continente en el que casi todos los indicadores de bienestar de las mujeres son sombríos. «A pesar de los 53.000 millones de dólares de asistencia para promover la igualdad de género y el empoderamiento femenino, las ONG todavía dedican tiempo a hacer listas de mujeres para invitar a eventos festivos y entrega de premios el 8 de marzo», señala.
El 8 de marzo se comercializó y no critica la opresión
En su país natal, Uganda, en el Día Internacional de la Mujer miles de mujeres pobres son transportadas de sus aldeas a la ciudad para brindar audiencia a las celebraciones de ese día y luego devueltas a sus casas, donde siguen viviendo en la pobreza. Kemigisa plantea que sería mejor redistribuir el dinero que gastan en esas festividades entre esas mujeres empobrecidas.
La investigadora insta a las instituciones a celebrar cada 8 de marzo apoyando las numerosas iniciativas locales dirigidas por mujeres. «Podrían, por ejemplo, redistribuir el dinero destinado a los actos del Día Internacional de la Mujer entre las cooperativas de ahorro y crédito, una de las principales fuentes de financiación de la agricultura en Uganda», insiste.
Kemigisa ya no celebra el Día Internacional de la Mujer, dice que ya no critica el sistema de opresión que facilita el tormento que enfrentan las mujeres. En su lugar, las celebraciones se asumen como una oportunidad para empaquetar la sangre, el sudor y los avances de las mujeres en una «inspiración mercantilizada del tamaño de un bocado ala que se puede asignar un valor de mercado».
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