Por Andrés Tovar
14/10/2017
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- Tres claves para entender la crisis de los rohingya en Myanmar
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«No puedo explicar lo mucho que me duele no escuchar a mi hijo llamarme», dijo Rajuma, una refugiada rohingya de 20 años de edad, al New York Times .
La última vez que escuchó a su hijo de 18 meses llamarla, fue arrebatado de sus brazos y arrojado cruelmente a un fuego por soldados birmanos, según el informe del diario estadoundense. Rajuma y sus dos hermanas fueron llevadas a una casa donde los soldados asesinaron a sus hermanas, y luego la violaron en grupo mientras su madre y su hermano menor fueron baleados en la habitación contigua.
La historia de Rajuma no es nada menos que horrible, pero la suya no es la única historia de violencia sin sentido. Más de medio millón de personas de la etnia rohingya han huido del conflicto violento en Myanmar en las últimas siete semanas, buscando refugio en la vecina Bangladesh. Y cada uno cuenta una historia de terror única.
Hoy, hay más Rohingya viviendo como refugiados en Bangladesh que en su natal Myanmar -antigua Birmania-. Y a medida que nuevas olas de refugiados rohingya llegan a Bangladesh cada día y aumenta el número, es fácil olvidar que estas son personas, madres, padres, hermanas, hermanos, no solo números.
Pero la violencia que los rohingya presenciaron desde que los militares birmanos comenzaron lo que llaman «operaciones de compensación contrainsurgentes», es algo que nunca olvidarán.
Dolor en estado puro
Más de medio millón de rohinyas han llegado a Bangladesh desde el pasado 25 de agosto huyendo de la ola de violencia en Birmania (Myanmar), según la ONU, que ha calificado la violación y asesinato sistemático de los rohingya como un «ejemplo de libro de texto de limpieza étnica».
Tras esa afirmación, las historias de ataques a hombres, mujeres y niños desarmados son casi insondables.
«Capturaron a mi cuñada y su hija», dijo a Vice Abu Ahmed, un agricultor rohingya de 60 años que logró escapar a Bangladesh. «Primero mataron a la niña. Luego le dispararon a mi cuñada y la prendieron fuego, delante de mi hermano. No había nada que pudiéramos hacer sino correr».
Otra de la historias es la de Karima Khatun. Una granada propulsada por un cohete aterrizó en el patio de su vivienda. La joven Khatun, de 21 años, agarró a su hijo y corrió. Ella se escondió en un campo con Mohammed, de 2 años, mientras los soldados birmanos continuaban disparando, dijo a Human Rights Watch .
Pero una bala alcanzó a Mohammed, atravesando su cuerpo y penetrando en el brazo de Khatun. Aunque lo vendó con su bufanda, su hijo murió en sus brazos, el mismo día que mataron a su marido y hermano.
El UNICEF estima que hasta el 60% de los refugiados rohingya en Bangladesh son niños, muchos de ellos están traumatizados por la violencia.
La crisis dentro de la crisis
Entretanto, más de 150.000 niños refugiados rohinyás menores de cinco años en Bangladesh tienen malnutrición severa, alertó este viernes 13 de octubre en un comunicado la ONG Care International, que calificó la situación de los pequeños de esta minoría musulmana huidos por la violencia de «desesperada».
«La situación de estos niños es desesperada, muchos no han comido más de una comida al día desde hace semanas», afirmó en el comunicado el director de Care en Bangladesh, Zia Choudhury, que anotó que están «especialmente preocupados de que puedan enfermar».
Además Care llamó la atención sobre la situación de higiene en los campamentos improvisados de Kutupalong y Balukhali en Cox’s Bazar, provincia suroriental en la que están siendo ubicados, que hace semanas que terminaron uniéndose por el incremento de las llegadas y alcanzan ya una población de unas 372.000 personas.
Según Care, existe aproximadamente un retrete para cada 2.000 personas, por lo que los niños, que se encuentran con «malnutrición severa» y viven en «condiciones extremadamente difíciles», son muy susceptibles de contraer infecciones.
Y todos los días, más refugiados llegan a Bangladesh mientras las organizaciones humanitarias luchan por hacer frente a la gran cantidad de personas.