Por Benito Guerrero | Fotos: Steve McCurry
01/06/2016
El 23 de abril el fotógrafo italiano Paolo Viglione publicaba un post en su blog en el que enseñaba «una cosa extraña» que vio en una fotografía de Steve McCurry. McCurry es un fotoperiodista estadounidense mundialmente conocido por su retrato de La niña afgana que apareció en la revista National Geographic en 1985.
El fotoperiodismo es un género periodístico que se sirve de la fotografía para contar historias. Por este motivo, los que lo practican consideran la manipulación fotográfica una alteración de la información. El retoque fotográfico, por tanto, no está admitido por agencias, publicaciones y premios relacionados con el fotoperiodismo.
Tras esta aclaración, volvamos al tema. Viglione alertaba en su post de un elemento sospechoso en una fotografía de McCurry, en concreto la que está en el arranque de este arículo. Se trata de una señal de tráfico que aparece a la derecha de la foto y que parece haber sido recortada de su lugar original con el objetivo de embellecer la foto.
El autor de La niña afgana se olvidó de una parte de la señal, quedando de manifiesto el uso de Photoshop en esta imágen. McCurry en una entrevista en la revista Time, aseguró: «Yo no soy un fotoperiodista sino un contador de historias».
Viglione ha sido el primero en percatarse del uso de la herramienta en las fotografías de Steve McCurry, sin embargo, otros fotógrafos habían calificado ya sus obras de «perfectas y aburridas». Estas palabras están sacadas de un artículo del crítico de fotografía de The New York Times, Teju Cole. «Esa perfección solo se puede conseguir orquestando la imagen», añade.
El fotógrafo italiano descubrió la imágen en una exposición de McCurry en la Venaria Reale. Tras disfrutar de las fotografías impresas en tamaños que alcanzaban los dos metros, se preguntó si los colores no estaban alterados con Photoshop.
Tras esto, se acercó a la fotografía en cuestión y descubrió un «tropiezo» en la edición. Viglione no culpa a McCurry en ningún caso. «Ha tropezado el que ha retocado la foto y ha tenido un exceso de celo», asegura en el blog.
«En el retrato espero el momento en el que la persona se halla desprevenida, cuando afloran en su cara la esencia de su alma y de sus experiencias… Si encuentro a la persona o el tema oportuno, en ocasiones regreso una, dos, o hasta media docena de veces, siempre esperando el instante justo. A diferencia del escritor, en mi trabajo, una vez que tengo hechas las maletas, ya no existe otra oportunidad para un nuevo esbozo. O tengo la foto o no». Estas eran las palabras de McCurry en referencia a su trabajo y que ahora se están viendo cuestionadas.
El fotógrafo ha retirado de su web las imágenes que han sido fruto de la polémica, y tampoco pueden encontrarse en la web de Magnum, que fue su agencia durante años
El retoque fotográfico es amado y odiado a partes iguales. El mundo de la moda y el periodismo han sido objetivo de las críticas de muchos famosos como Inma Cuesta o Lena Dunham, que han denunciado esta práctica.
Ésto no es nada nuevo. Los fotógrafos Diego y Daniel Caballo han recopilado en su libro Fotografías sin verdad. El poder de la mentira decenas de imágenes que han sido alteradas digital o analógicamente a lo largo de la historia, haciendo hincapié en las publicadas en medios de comunicación.
Por lo tanto, no debemos sorprendernos del descubrimiento del caso de Steve McCurry pero si ser críticos a la hora de reconocer que el retoque fotográfico no está admitido en el fotoperiodismo. Ahora todas sus imágenes serán examinadas con lupa y, probablemente, su fidelidad con la realidad sea cuestionada constantemente.