En el histórico plebiscito de octubre de 2020, surgido a raíz de las protestas sociales en Santiago y otras ciudades, los chilenos decidieron por una aplastante mayoría del 78,2 % reemplazar su actual Constitución. Casi dos años después, otra abultada mayoría del 62% rechazó el nuevo texto, en una consulta nacional. ¿Qué pasó en tan poco tiempo? ¿Se puede enmendar o convocar a otra constituyente? ¿Qué queda por hacer?
Los agentes políticos interpretaron las revueltas registradas durante 2019, como una expresión explosiva y contenida del malestar social. En medio del debate, se consideró que la población quería una nueva constitución para atajar sus descontentos. Se creó la Convención de 155 integrantes para que elaborara el proyecto. Este ordenamiento debería reflejar las demandas ciudadanas por paridad, diversidad, representación indígena e independencia de la política tradicional, entre otros.
Varios analistas consideraron que era un instrumento blindado en derechos humanos y en asuntos del medioambiente. Pero el texto que se elaboró durante 12 meses no convenció a la mayoría del electorado. Apenas logró el 4 de septiembre el 38% de apoyo.
En el medio de los dos plebiscitos, los chilenos acudieron a las urnas a escoger al sucesor del derechista Sebastián Piñera. En diciembre de 2021, obtuvo el triunfo Gabriel Boric, de izquierda y partidario del «apruebo». Todo parecía tener sentido. Pero, paradójicamente, una amplia mayoría decidió desechar la alternativa. ¿Acaso el espaldarazo de Boric restó interés por sustituir una constitución, aprobada en la dictadura de Pinochet?
Algunos analistas creen que el resultado indica que el paquete de propuestas del proyecto constitucional no tenía el consenso social. Los chilenos quieren una nueva constitución, pero una que no divida y que no esté cargada a un lado del espectro político.
Otra espera para lograr nueva constitución en Chile
El domingo del plebiscito, al conocerse los resultados, Boric asentó: «Chile no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución”. Además, ante la debacle, anunció que para “hacer frente importantes desafíos que se avecinan se requerirá prontos ajustes en nuestros equipos de Gobierno”. Dos días después procedió a hacer cambios en el gabinete. Removió a los ministros del Interior y Seguridad Pública, Secretaría de la Presidencia, Desarrollo Social y Familia, Energía, y Ciencia, Tecnología e Innovación. A la vez, consolidó los lineamientos del socialismo democrático en el gobierno.
En paralelo, el presidente convocó a todos los partidos a una reunión para analizar la “continuidad al proceso constituyente” y redactar una nueva constitución, no reformar la actual.
Patricio Morales, presidente del Partido Liberal, reconoció que la victoria del rechazo no era el escenario que querían y que lo aceptaban porque “ha sido el pueblo el que ha hablado”. Sobre la reunión con Boric, indicó que los partidos apoyan al mandatario y están dispuestos a juntos. “Recibimos el resultado con humildad, fue una derrota que reconocemos en conjunto”, añadió.
La ministra vocera de Gobierno, Camilla Vallejo, se refirió al rol que tendrá el Congreso en el camino que se ha abierto para pensar otra vez en una propuesta constitucional. Dijo que el rechazo a la propuesta constitucional no cierra el camino a la reforma en Chile. Pero ahora, el protagonismo que tuvo la Convención vuelve a las instituciones: al Congreso, al Senado y a los partidos políticos.
Motivos para la derrota del “apruebo”
Las causas del rechazo al nuevo proyecto de Constitución en Chile son muchas y diversas. Por ejemplo, en el documento votado, el Estado se definía como plurinacional. La cientista política Pamela Figueroa, dijo a BBC Mundo que se asoció la plurinacionalidad con la división del país y la consideración de los pueblos originarios como un grupo privilegiado.
Quienes favorecieron el «apruebo» insistieron en la necesidad de leer la propuesta y el texto se ubicó entre las publicaciones más vendidas en el país, pero las dudas se acrecentaron. Demasiados artículos, poca sustancia y muy parecida a la bolivariana. Además, lleno de contradicciones: ordenaba la creación de autonomías territoriales indígenas al mismo tiempo que aseguraba el territorio del país era indivisible y se aceptaba la autonomía de la «justicia» indígena.
Otro aspecto fue la poca claridad del texto constitucional sobre el derecho a la propiedad privada. Nadie creyó la constancia escrita de los partidos oficialistas que la propiedad privada se protegería bajo toda circunstancia.
Pase de factura al gobierno de Boric
La propuesta también incluía la protección del medioambiente, nuevos derechos para la población indígena, la igualdad de género para mujeres, niñas y «personas de las diversidades y disidencias sexuales y de género y la libertad sexual y reproductiva, incluyendo el derecho al aborto.
El profesor de la UB Silvio Falcón cree que la campaña del rechazo al texto constitucional impugnó los primeros meses del gobierno de Boric, que ha perdido apoyo, según las encuestas. «Es improbable que esto acabe con el gobierno de Boric. El clima de polarización es evidente en Chile, pero el próximo trimestre o año veremos si Boric consigue poner en la agenda de las fuerzas de la oposición el proyecto constituyente», agregó.