Un informe de la Comisión Lancet para la prevención e intervención y el tratamiento de la demencia acaba de dar una buena noticia. Es posible que podamos retrasar o prevenir la demencia en un 40% si actuamos sobre factores de riesgo que son considerados modificables. Es decir: que los podemos controlar y evitar.
Hasta el momento, se decía que la demencia, aparte del factor genético y étnico, se podía deber a nueve factores de riesgo modificables. La misma Comisión los había estudiado en 2017 y estos son: 1. Poco nivel educativo, lo que influye en la capacidad cognitiva. 2. Hipertensión. 3. Discapacidad auditiva. 4. Tabaquismo. 5. Obesidad. 6. Depresión. 7. Falta de actividad física. 8. Diabetes. 9. Pocas relaciones sociales.
Sin embargo, los investigadores analizaron recientemente esos y otros tres factores más, que se venían estudiando. Por tanto, los agregaron con base en últimas pruebas.
Con ello, se habla ahora de 12 factores de riesgo modificables. Así pues, los nuevos factores son: 1. El consumo excesivo de alcohol. 2. Las lesiones cerebrales. 3. La contaminación ambiental.
“Los doce factores de riesgo que son modificables tienen que ver con alrededor del 40% de los casos de demencia mundial, lo que, teóricamente, se pudiera prevenir o retrasar”, alertaron. “Existe una fuerte posibilidad de prevención y esto pudiera tener una mayor incidencia en los países de bajos y medianos ingresos, donde ocurren más casos de demencia”.
La demencia, considerada un síndrome, implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad de hacer actividades de la vida diaria. Lo mismo que la capacidad de relacionarnos.
La demencia —dice la Organización Mundial de la Salud— no es una consecuencia inevitable del envejecimiento. No obstante, hay que tener presente que, aun cuando existen maneras de retrasarla o prevenirla, el número de personas con demencia está aumentando rápidamente.
Se calcula que a escala mundial hay alrededor de 50.000.000 de personas con demencia. De estas, casi el 60% vive en países con ingresos bajos y medios, y cada año surgen alrededor de 10.000.000 de casos más.
“Se prevé que el número total de personas con demencia alcance los 82.000.000 en 2030, y 152.000.000 en 2050. Buena parte de ese incremento puede achacarse al hecho de que en los países de ingresos bajos y medios el número de personas con demencia tenderá a aumentar cada vez más”, alertó el organismo.
La enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia, comprende entre el 60% y el 70% de los casos de todo el mundo.
A esto se añade el efecto emocional, psicológico, físico, social y económico que acarrea la demencia tanto en los cuidadores como en los familiares. También la falta de conocimiento del síndrome y, por consiguiente, el riesgo de estigma, maltrato, abandono y pobreza.
No obstante, hay que saber que la demencia es una de las principales causas de discapacidad y dependencia de las personas mayores a escala mundial.
Partiendo del Plan integral de alzhéimer y otras demencias (2019-2023), del Ministerio de Sanidad de España, en el país había —para 2019— más de 700.000 personas, entre los mayores de 40 años de edad, con alzhéimer. Se espera que para 2050 el número se duplique y se acerque a los dos millones.
Aunque aún no hay cura para la demencia, usted puede actuar por su salud mental
Aunque hasta el momento no hay cura, Gill Livingston, profesora de psiquiatría de personas mayores de la University College de Londres y coautora del estudio, señaló que sí es posible ser un muro de contención ante la demencia.
“La demencia se pudiera prevenir: usted puede hacer cosas para reducir su riesgo de demencia en cualquier etapa de la vida en la que se encuentre”, reseñó el periódico inglés The Guardian.
Los cambios en el estilo de vida pudieran, de acuerdo con la especialista, disminuir las posibilidades de padecer demencia tanto para aquellos que tienen un alto riesgo genético como para los que no.
El informe de la Comisión Lancet se basa, asimismo, en otros trabajos que indican que alrededor de un tercio de los casos de demencia se pudieran prevenir si se toman en cuenta los primeros nueve factores de riesgo modificables. Por ejemplo, la pérdida de la audición en la adultez, la depresión, el poco nivel educativo en la infancia y el tabaquismo.
A su vez, tomó en cuenta la prueba más reciente, sobre todo en los países ricos, que apoya la inclusión de los otros tres factores. Indicó que el 1% de los casos de demencia en todo el mundo se atribuye al consumo excesivo de alcohol y el 3% a las lesiones cerebral a mediana edad. El 2% se debe a la incidencia de la contaminación del aire en personas mayores. No obstante, se cree que esta cifra pudiera ser más alta.
Recomendaciones de los investigadores
Los investigadores agregaron que para retrasar o prevenir la demencia se requiere la colaboración de todos: tanto de cada persona como de los Gobiernos.
En este sentido, la educación, la pobreza y la desigualdad son aspectos clave que ameritan cambios. Las personas más necesitadas son las que los requieren más y son ellas las que se beneficiarán más aún, acotaron.
Estas personas se ven sometidas a una mayor presión —más estrés— por los problemas económicos y la falta de oportunidades; también a una peor alimentación y a menos ejercicio físico. Por eso, se ven expuestos a un mayor riesgo de depresión, diabetes, deficiencia de vitaminas y nutrición, a un mayor consumo de alcohol y violencia.
A juicio de los autores del estudio, la política debe priorizar la educación infantil para todos e impulsar las medidas de salud pública a fin de disminuir la incidencia de las lesiones cerebrales y el consumo nocivo de alcohol.
A su vez, es importante controlar la presión arterial sistólica en la adultez, que debe ser de 130 mm Hg o menos para retrasar o evitar la demencia por factores de riesgo cardiovascular.
Es muy importante, asimismo, dejar de fumar. “Muchos países han limitado la exposición al tabaco. Los creadores de políticas públicas deberían acelerar las mejoras en la calidad del aire, sobre todo en las zonas con mucha contaminación”, dijeron.
De acuerdo con la OMS, 7.000.000 de personas mueren cada año por la contaminación del aire en espacios abiertos y cerrados. Así, más de 2.000.000 fallecen anualmente en las regiones de Asia Sudoriental y del Pacífico Occidental, respectivamente. Estas son las zonas, pues, donde más muertes hay por esta razón.
Les siguen alrededor de 1.000.000 en África; 500.000 en el Mediterráneo Oriental; 500.000 en Europa y, por último, 300.000 en el continente americano.
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