La vacuna de Oxford y AstraZeneca es una de las candidatas más seguras y altamente efectivas para combatir el SARS-CoV-2. Hasta la fecha ha mostrado un 79% de efectividad y cuenta con dos dosis administradas entre cuatro y doc semanas de diferencia. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista médica The Lancet muestra que una tercera dosis podría generar un refuerzo inmunológico importante frente al coronavirus y sus variantes.
El nuevo hallazgo indica que la vacuna de la farmacéutica AstraZeneca podría ser una opción en caso de que se necesiten terceras inyecciones. Por ejemplo, para extender la inmunidad. Para los ensayos en Gran Bretaña se contó con 90 voluntarios que ya habían participado recibiendo inyecciones el año pasado. Esta vez, se les administró una tercera dosis, aproximadamente 30 semanas después de la segunda.
Los resultados del laboratorio mostraron que esta tercera dosis aumentó los niveles de anticuerpos contra el virus en los voluntarios a un punto más alto que el observado un mes después de su segunda dosis. Para los investigadores esto resulta como una señal alentadora de que es probable que la tercera inyección brinde mayor protección, en un caso hipotético de que la efectividad de dos dosis disminuya con el tiempo.
Evalúan la opción de una tercera dosis
Actualmente los científicos y los legisladores aún no saben si es posible que se necesiten inyecciones de refuerzo en cualquiera de las vacunas contra la COVID-19. Las fabricadas por Pfizer-BioNTech y Moderna desencadenan una reacción inmune persistente en el cuerpo que puede proteger contra el coronavirus durante años, pero no está claro si está sucediendo lo mismo con otras vacunas, incluida AstraZeneca.
El profesor Andrew Pollard, un investigador de Oxford que ha dirigido estudios de la vacuna de Oxford-AstraZeneca, señala que seguirán evaluando para poder «impulsar la inmunidad si resulta necesario». «Creo que tenemos datos alentadores para mostrar que los refuerzos podrían usarse y serían efectivos para estimular la respuesta inmunológica», ha agregado tras los ensayos clínicos.
El surgimiento de las nuevas variantes del coronavirus también podría acelerar la necesidad de inyecciones de refuerzo. En todo caso, los científicos aseguran que si las terceras inyecciones se consideran necesarias en los próximos meses, su disponibilidad podría verse severamente limitada. Sobre todo en los países más pobres que aún carecen de suministro para dar las primeras dosis.
A principios de junio los Institutos Nacionales de Salud en los Estados Unidos anunciaron que habían comenzado un nuevo ensayo clínico con personas completamente vacunadas con cualquiera de las tres vacunas autorizadas en ese país. En el ensayo buscan demostrar si una inyección de refuerzo aumentará sus anticuerpos contra el virus. Sin embargo, aún no hay resultados y se espera que estén listos para finales de este verano.
Vacunas contra la COVID-19 Pfizer y Moderna podrían ofrecer protección durante años
Otra investigación de la Universidad de Washington, publicada en la revista Nature, revela que hay suficiente evidencia para afirmar que con las vacunas de Pfizer y Moderna se obtiene una protección contra la COVID-19 que podría durar años. El estudio no consideró la vacuna fabricada por Johnson & Johnson. No obstante, el Dr.Ali Ellebedy, inmunólogo que dirigió la investigación, dijo que esperaba que la respuesta inmune fuera menos duradera que la producida por las vacunas de ARNm.
El hallazgo reafirma que la mayoría de las personas inmunizadas con las vacunas de ARNm pueden no necesitar refuerzos, siempre que el virus y sus variantes no evolucionen mucho más allá de sus formas actuales. Pero esto no está garantizado. Con esta base, los investigadores sugieren que la inmunidad posiblemente duraría toda la vida en personas que fueron infectadas y luego vacunadas. Pero aún no está claro si la vacunación por sí sola podría tener un efecto igualmente duradero.
La variante Delta causa una gran preocupación en todo el mundo
La variante Delta del coronavirus, anteriormente conocida como B.1.617.2, es la más contagiosa y con más rápida propagación. Incluso más que la cepa original del coronavirus. Actualmente es responsable de aproximadamente uno de cada cinco casos de la COVID-19 en los Estados Unidos, y su prevalencia se ha duplicado en las últimas dos semanas.
Identificada por primera vez en la India, la variante Delta es una de las que generan más preocupación en todo el mundo, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se ha extendido rápidamente por la India y Gran Bretaña, sin embargo, otra larga lista de países ya están alertando de su rápida propagación en los habitantes.
El Dr. Anthony S. Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas de los EE UU, ha dicho que Delta «es actualmente la mayor amenaza en los Estados Unidos para nuestro intento de eliminar la COVID-19». No obstante, considera que las vacunas aprobadas en el país norteamericano pueden enfrentarla.
Las evidencias sugieren que la variante Delta puede evadir parcialmente los anticuerpos producidos por el cuerpo después de una infección o vacunación por coronavirus. También puede hacer que ciertos tratamientos con anticuerpos monoclonales sean menos efectivos, según los CDC. Pero lo más preocupante de esta nueva cepa es que puede causar una enfermedad más grave de la COVID-19. Las personas infectadas con Delta tienen aproximadamente el doble de probabilidades de ser hospitalizadas que las infectadas con la variante Alfa, por ejemplo.
Nuevas medidas por temor a la variante Delta
Delta se ha informado en 80 países. Uno de los casos más resaltantes es el de Rusia, donde la situación ha empeorado en los últimos días. Su capital Moscú anunció el domingo 144 muertos en 24 horas, el peor balance desde el inicio de la epidemia. El sábado fue la segunda ciudad del país, San Petersburgo, la que tuvo una cifra récord de fallecimientos, con 107 decesos.
A nivel nacional, ese mismo día se registraron 20.538 nuevos casos y 599 decesos. Cifras que elevan los contagios a más de 5,4 millones y 133.282 decesos, la cifra más alta de Europa, según el balance oficial. Tras conocerse las cifras, Moscú anunció nuevas restricciones como el teletrabajo obligatorio y la creación de un pase sanitario para ir a restaurantes.
Sobre la campaña de vacunación, los rusos continúan con su escepticismo. El país tiene apenas 21,2 millones de habitantes con al menos una dosis sobre una población de 146 millones.
Las autoridades de Portugal también se mantienen alerta ante la variante Delta. El Gobierno ha reducido los horarios de los comercios y de la hostelería en la capital. También han aplicado un cierre perimetral en el área metropolitana durante el fin de semana. El objetivo sería contener la expansión de la nueva variante hacia otras zonas del país. Además de frenar la elevada incidencia, que ya alcanza los 438 casos por cada 100.000 habitantes en la ciudad.
Los expertos advierten de que las cifras seguirán aumentando en los próximos días, algo que seguramente tendrá un fuerte impacto para el sector turístico. Mientras tanto, el Gobierno luso analizará de nuevo la situación esta semana y decidirá si aplica nuevas restricciones a los municipios más afectados por el virus.
En España se consolida la aceptación de las vacunas
Mientras que en julio de 2020 solamente un tercio de la población española (32%) se mostraba totalmente seguro de vacunarse, para mayo de 2021 son cuatro de cada cinco (83%) quienes confiesan estar dispuestos a hacerlo. Así lo reflejan los resultados de la tercera ronda de la Encuesta de Percepción Social de aspectos científicos de la COVID-19, elaborada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).
Desde enero la aceptación se ha incrementado progresivamente. En ese mes los resultados arrojaban un 58% dispuesto a vacunarse. Sin embargo, ante la llegada de los fármacos al país y el avance de la jornada de vacunación, el rechazo ha disminuido.
Entre los factores que destacan quienes aún rechazan la vacunación, se encuentra la creencia de que no son seguras, la percepción de que cuando la mayoría esté vacunada ya no será necesario vacunarse, los valores individualistas y la mentalidad conspirativa en torno al origen de la COVID-19.
En cuanto a las medidas de prevención para evitar contagios de la COVID-19, los resultados muestran cierto relajamiento en su cumplimiento. Solo un tercio de la población española (32%) asegura que ha evitado los contactos sociales en el último mes de manera estricta. Esto refleja veinte puntos menos que en enero. Mientras que, poco menos de la mitad de la población (49%) asegura que ha evitado de manera estricta estar en espacios cerrados con personas no convivientes.
Los principales factores que refuerzan este comportamiento son el incumplimiento de las medidas por parte de su entorno cercano y la desconfianza en las instituciones sanitarias. Aunque también se suma a esta lista la mentalidad conspirativa con respecto a la enfermedad y tener un bajo nivel de estudios.
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