Los países de todo el mundo deberían comenzar urgentemente a acelerar los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). La mejor manera de hacerlo es a través de la implementación de los impuestos al carbono y la cooperación global. Así lo destacó este jueves el Fondo Monetario Internacional (FMI).
«El calentamiento global causa grandes daños a la economía global y al mundo natural y genera riesgos de resultados catastróficos e irreversibles». Con estas palabras, el organismo multilateral resume uno de los problemas más apremiantes de la sociedad actual, en un informe semestral.
El documento fue publicado antes de las reuniones de otoño de los líderes financieros y los responsables de las políticas del FMI y el Banco Mundial.
En su informe, el FMI subraya que las medidas y los compromisos adoptados hasta el momento para hacerle frente al cambio climático han sido insuficientes. Agrega que cuanto más se espere, mayor será la pérdida de vidas y el daño a la economía mundial.
Incentivos fiscales
La función de los ministros de Hacienda a la hora de defender y aplicar políticas fiscales destinadas a frenar el cambio climático es clave. Deben reformar el sistema tributario y las políticas fiscales para desalentar las emisiones de carbono procedentes del carbón y otros combustibles fósiles contaminantes.
Según el documento, los gobiernos deberán aumentar el precio de las emisiones de carbono. De esta manera, podrían incentivar a personas y empresas a reducir su uso y pasar a fuentes de energía limpia. Los impuestos sobre las emisiones de carbono son los instrumentos más poderosos y eficientes. Pero solo si se aplican de forma equitativa y favorable al crecimiento, destaca el informe.
Para que los impuestos sobre el carbono sean políticamente viables y económicamente eficientes, los gobiernos deben elegir cómo usar los nuevos ingresos.
Entre las opciones está reducir otro tipo de impuestos, respaldar a los hogares y comunidades vulnerables, incrementar la inversión en energías verdes o, simplemente, devolver el dinero a las personas en forma de dividendos.
Medidas de alto impacto
La implementación de un impuesto al carbono de 75 dólares por tonelada tendría el mayor impacto en la reducción de emisiones. Ello, debido a que el precio del carbón aumentará más del 200 por ciento por encima de los niveles de referencia en 2030.
El costo de la electricidad y la gasolina también aumentaría considerablemente y en distintos grados en los países. Los precios de la gasolina subirían entre un cinco y un 15 por ciento. Esto «dentro de los límites de las fluctuaciones de precios experimentadas durante las últimas décadas», agrega el FMI.
Un precio mínimo global sería la forma más eficiente de hacerlo. Pero otra opción sería que las economías avanzadas tengan un precio mínimo más alto. También podrían brindar apoyo financiero y técnico a los países de mercados emergentes a cambio de su compromiso con objetivos más ambiciosos, dice el informe.
El Fondo estima que el impuesto al carbono de 75 dólares por tonelada evitaría 725.000 muertes prematuras por contaminación del aire para 2030. Esto tan solo en el Grupo de 20 naciones industrializadas.
Crecen las demandas
La fuerte advertencia se emitió a medida que las protestas continúan exigiendo medidas inmediatas para reducir las emisiones de carbono y evitar un desastre ecológico. Este lunes, miles de manifestantes por el cambio climático salieron a las calles de ciudades de todo el mundo.
Los científicos del clima de la ONU advirtieron el mes pasado que si las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen drásticamente, el mundo debe enfrentar una realidad de ciudades que desaparecen bajo el aumento de los mares, ríos que se secan y colapso de la vida marina.
Políticas más agresivas
Para el FMI, las políticas deben ir más allá del aumento del precio de las emisiones procedentes de la generación de energía o el transporte interno. También es necesario adoptar sistemas de fijación de precios de otros gases de efecto invernadero, como los resultantes de la silvicultura, la agricultura, la minería, la producción de cemento y el transporte internacional.
Además, los gobiernos deben adoptar medidas para respaldar las inversiones en tecnologías limpias. Entre ellas están las mejoras de las redes eléctricas para adaptarlas a las energías renovables, las actividades de investigación y desarrollo y los incentivos para superar los obstáculos que plantea la adopción de nuevas tecnologías, como el tiempo que requieren las empresas para producir energía limpia de forma eficiente.
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