El cerco que aplican a Vladimir Putin y a sus vínculos más cercanos, para sancionarlo por la guerra en Ucrania, incidirá en la lucha por evitar el cambio climático. Gobiernos y organismos se están alejando de Rusia y de los proyectos conjuntos de investigación y seguimiento al calentamiento global.
La guerra dispara los niveles de contaminación en las zonas afectadas por la ofensiva militar rusa. Los ataques a instalaciones energéticas, militares, civiles y hasta en centrales nucleares amplían las emisiones y los riesgos para el ambiente y la salud. También la invasión coloca en un péndulo las medidas globales por diversificar las energías e ir hacia las más limpias.
El coordinador de cambio climático del programa de la ONU para el Medio Ambiente, Gustau Mañez, indicó que la invasión a Ucrania, aparentemente, ha distraído a los mandatarios de la actual urgencia climática. Esto responde, dijo, a una “adicción a los combustibles fósiles” que es “una fuente asegurada de destrucción mutua”.
Además de esas dos acciones simultáneas y dirigidas a torpedear los intereses comunes climáticos, se unes otros. La avalancha de ucranianos que huyen de su país ante el terror de los bombardeos, dejando todo: casa, familia, trabajo y muchos proyectos relacionados con la protección del clima. Además del retiro forzado expresado por organizaciones ambientalistas y científicas. Es así. Y, con detalles, lo cuenta el periodista estadounidense Andrea Pitzer para el portal Nautilus.
Y autora de los libros “Icebound: Shipwrecked at the Edge of the World”, de “One Long Night: A Global History of Concentration Camps” y “The Secret History of Vladimir Nabokov”.
Incidencia de la guerra de Putin en el cambio climático
“De mis cuatro expediciones al alto Ártico, dos han sido a puestos de avanzada noruegos y dos a territorio ruso. El Ártico es un lugar natural para considerar el efecto de esta guerra en la colaboración científica. Aunque solo sea porque la región alberga muchas asociaciones y la ciencia que se realiza allí es muy esencial para el futuro del planeta”, escribió.
Y precisó que “cuanto más al norte se avanza, menor es la distancia entre los países que bordean el Ártico, y mayor la presión y las posibilidades de cooperación. Pero frente a la guerra, las alianzas internacionales se congelaron o fracasaron”.
Pitzer comentó los peligros que yacen sobre el Ártico en su artículo: “How Putin’s War Is Sinking Climate Science”. Precisó que “al liberar carbono y metano, la descongelación del permafrost corre el riesgo de convertir el Ártico, de un refugio que protege al mundo, en una región que impulsa el cambio climático. Pero debido a la guerra, un consorcio global que investiga el permafrost ha dejado de trabajar con Rusia”.
Indicó también que la revista Science informó otras interrupciones inmediatas en los esfuerzos conjuntos en el Ártico. Incluyen a los funcionarios del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE UU a quienes se emplazó a que no se comuniquen con sus homólogos rusos. Esto deja en suspenso los proyectos existentes de osos polares y salmón.
“Una colaboración que presencié en una expedición en 2019, cuando un científico noruego se unió a un equipo ruso para mapear la basura en las costas del mar de Kara, hoy sería imposible”, señaló.
La guerra de Putin ha cambiado de pronto los planes de Ucrania, de la región y del mundo respecto al trabajo global contra el cambio climático.
Putin: un conflicto y el cambio climático
Explicó la periodista Andrea Pitzer que el Consejo Ártico se estableció en 1996 y se reúne dos veces al año para establecer prioridades en la región. Está integrado por ocho miembros permanentes (Noruega, Canadá, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Islandia, Estados Unidos y Rusia). Así como por seis participantes que representan a los pueblos indígenas.
A un discurso del líder soviético Mikhail Gorbachev (1987)que pedía nuevas iniciativas árticas y protecciones para la región a menudo se le atribuye la inspiración para la creación del Consejo. Pero una semana después de esta guerra, todos los miembros, excepto Rusia, invocaron la soberanía. La integridad territorial y el derecho internacional para condenar la invasión en Ucrania. Y “los graves impedimentos a la cooperación internacional, incluso en el Ártico, que han causado las acciones de Rusia”.
Pausando todas las reuniones mientras Rusia preside el Consejo (un papel que termina el próximo año), los otros miembros subrayaron la importancia de la cooperación. Y argumentaron que el ataque a Ucrania fue lo suficientemente atroz como para suspenderlo.
Aunque las fronteras internacionales que surcan el océano sean imaginarias, su existencia tiene consecuencias reales. Solo serán más importantes con el Ártico calentándose cuatro veces más rápido que el planeta en su conjunto. La disminución masiva del hielo del Ártico en las últimas dos décadas daña a los animales y al medio ambiente, alertó.
Estos cambios han enviado a los países a luchar por el dominio en lugares que ya tienen una historia inestable. Una combinación de intereses militares, extracción de combustibles fósiles, turismo en expansión. Y preocupaciones ambientales mantienen la planificación del Ártico tensa.
Ahora se une la guerra de Putin para irrumpir en los planes referidos al cambio climático, siendo el Ártico uno de los sitios más afectados.
Incluir o excluir a los científicos rusos
Apenas unos días después de que Rusia atacara a Ucrania, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas, publicó su primer informe para 2022. Los autores subrayaron la urgencia de actuar ahora para estabilizar los ecosistemas. Y salvar las especies existentes para preservar la capacidad de adaptación del planeta. Hans-Otto Pörtner, copresidente del grupo de trabajo, señaló: «Cualquier retraso adicional en la acción global concertada perderá una ventana breve. Que se cierra rápidamente para asegurar un futuro habitable».
Los científicos fuera de Rusia en muchos casos temen ponerse en contacto con sus pares allí, por temor a ponerlos en peligro. O poner en peligro futuros proyectos que siguen siendo esenciales desde una perspectiva planetaria, contó la periodista.
Hace solo tres años, MOSAiC, la expedición ártica más grande de la historia, reunió a cientos de científicos de 20 países de todo el mundo y los envió a vivir a bordo del inmenso barco Polarstern. Sin la ayuda de los científicos rusos, que tienen la mayor experiencia viviendo y trabajando en témpanos de hielo. Y su ayuda con el reabastecimiento de combustible de los rompehielos rusos, esa misión no podría haberse realizado.
Folke Mehrtens, un oficial de prensa del Instituto Alfred Wegener de Alemania, dijo el 18 de marzo que aún no está claro si los socios rusos podrán participar en la conferencia. Y el taller de abril para presentar los datos resultantes.
Excluir a los científicos rusos de la investigación a largo plazo sería contraproducente. Es un desafío trabajar de manera integral en una serie de problemas. Incluidos los contaminantes, las corrientes, el clima o los proyectos ambientales, sin datos rusos.
¿Qué sucede o sucederá con la ciencia global sobre el cambio climático durante la guerra de Putin?
Encrucijada para la ciencia climática
La ciencia del clima no está vinculada al conflicto en Ucrania simplemente a través de asociaciones árticas suspendidas o dañadas por la guerra. El poder postsoviético de Rusia tiene sus raíces en el consumo continuo de combustibles fósiles en Europa y Estados Unidos. Comprender el cambio climático y los enfoques científicos que podrían mitigarlo podría, en teoría, ayudar a reducir la inestabilidad global que facilita la guerra de Putin, dijo Petzer.
Las preguntas científicas también se extienden más allá del Ártico de otras maneras. El cataclismo en las asociaciones transfronterizas se está produciendo en todo el mundo.
En medio de una guerra, se siente casi obsceno incluso reflexionar sobre los efectos a largo plazo en la investigación. Como si ahora no fuera el momento de hacer tales preguntas. E incluso si se les pregunta, todavía no tenemos respuestas.
“Cuando me fui a Moscú desde Washington D.C, acababa de recuperarme de la COVID-19 y mi visa aún era válida. Tal vez podría terminar mi investigación en Rusia antes de que las fronteras se cerraran nuevamente, como sucedió durante la pandemia. Más importante aún, junto con el trabajo de archivo que había planeado hacer, quería ver a los investigadores. Y académicos que habían estado conmigo mientras trabajaba en mis tres libros anteriores. Las personas que habían ido al mar conmigo, que habían traducido para mí. Y que había hecho posibles partes importantes de cualquier éxito que haya tenido como escritor. Quería ver a las personas que amo, personas a las que quizás no vuelva a ver en un año, dos o cinco. O quién sabe cuánto tiempo podría pasar si llega la guerra. Y luego vino y todo cambió”, narró la periodista y escritora.
Ventana para evitar catástrofe se está cerrando
Algunos investigadores y académicos en Rusia ahora están escondidos. Otros están escribiendo cartas abiertas contra la invasión o participando en manifestaciones. Algunos están firmando cartas tratando de proteger a sus estudiantes que han salido a la calle. Otros están apoyando públicamente a Putin. Otros esperan que las condiciones mejoren para poder volver al trabajo apremiante que podría preservar el planeta. Algunos caen en múltiples categorías, manifestó Pitzer en su reportaje.
Pero el futuro no está claro. Casi tres semanas después del comienzo de la invasión, en medio de conversaciones sobre un alto el fuego, Putin pidió una «limpieza natural y necesaria» de Rusia de «simpatizantes extranjeros». Y «quintacolumnistas», subrayando la pregunta que ya había estado en el fondo. ¿Será suficiente incluso el fin de la guerra para comenzar a reconstruir lo que ha sido destruido? ¿Y si no lo es?
En febrero, pocos días antes de la guerra, me paré con un científico y un marinero en la costa de Arkhangelsk y miré hacia el Mar Blanco, y más allá de ese mar, hacia el Ártico. Era tarde en la noche, las orillas estaban traicioneras por el hielo y, protegidos contra un viento gélido, apenas podíamos distinguir algo en la oscuridad. Pero el mar y todo lo que había más allá, sabíamos que todavía estaban allí.
Queda por ver qué tan profunda es la ruptura actual y cuánto durará. Por ahora, las asociaciones científicas están destrozadas., aseguró la experta periodista. La ventana para evitar una catástrofe climática se está cerrando. Y en Ucrania, la gente se está muriendo.
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