Por María Jesús Hernández
6/11/2015
«Fui testigo de cómo el cártel de la droga mataba a una persona a la puerta del colegio. Me vieron huir y a partir de ese día no cesaron las amenazas. Me mudé, pero me encontraron. Me secuestraron en cuatro ocasiones, me violaron en dos… me dijeron que me matarían, no sólo a mí, también a los míos. Finalmente, me fui a Estados Unidos». La tortura de Anya (Honduras) no es una historia atípica ni aislada.
Asaltadas, violadas, extorsionadas, amenazadas… miles de mujeres huyen de El Salvador, Guatemala, Honduras y algunas partes de México empujadas por la creciente marea de violencia que barre estos países. En 2014, el número de mujeres que cruzó la frontera con Estados Unidos fue casi tres veces mayor que en 2013 y, según estadísticas de este gobierno, el 82% de las 16.077 que fueron entrevistadas el año pasado tenían fundados temores a una posible persecución y torturas. Ante esta situación, ACNUR alerta de una crisis que sólo crece debido a la expansión del crimen organizado y presenta el informe Women on the Run (Mujeres a la huida), donde 160 víctimas muestran sus heridas.
«Allá una mujer no vale nada. Es como si tu vida no tuviera ningún valor. Ellos te violan. No hay límite. No hay ninguna autoridad. No hay nadie para pararlos». Así habla Lana de su infierno. El 65% de la mujeres entrevistadas afirma haber denunciado estos ataques, agresiones sexuales y amenazas a la policía u otras autoridades. Pero nunca recibieron protección. El Alto Comisionado para los Refugiados, António Guterres, tiene claro que «la escalada de violencia por parte de peligrosos grupos criminales bien conectados y armados ha superado la capacidad de los gobiernos de El Salvador, Honduras y Guatemala de responder».
No obstante, no hay que olvidar que se trata de algunos de los lugares más peligrosos del mundo. Según datos de la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU, Honduras es el país con mayor tasa de homicidios del mundo, El Salvador ocupa el quinto lugar y Guatemala el sexto.
El 85% de las entrevistadas en el informe Women on the Run confesó haber vivido en barrios bajo el control de las maras u otros grupos criminales transnacionales o locales y el 64% fue blanco de amenazas directas y ataques. Pero no sólo eso, a muchas de ellas se les pidió una cuota o «impuesto» para vivir o ir al trabajo en un área determinada. Ante esta situación, cada vez son más las que se atrincheran junto a sus hijos en el interior de sus hogares sin poder ir a la escuela o al trabajo por miedo.
La experiencia de Norma, la esposa de un oficial de la policía de El Salvador, ilustra crudamente la realidad de las mujeres allí y la falta de protección del Estado. De hecho, las familias de la policía están en medio de la lucha por el poder y el control en este país. Antes de que ella huyera a los EEUU, Norma vivía en un barrio controlado por M18, un poderoso grupo armado transnacional con una importante presencia en El Salvador. Su rutina incluía tiroteos y asesinatos entre pandilleros, pagos de cuotas… Aproximadamente 15 días antes de su huida, un niño fue asesinado y abandonado en la calle cerca de su casa.
A finales de 2014, cuatro miembros de la banda la secuestraron y la llevaron a un cementerio cercano. Tres de los cuatro la violaron; ella cree que por ser la esposa de un oficial de policía. Su marido juró venganza, pero a pesar del informe, poco o nada pudo hacer. Se fue a vivir con su tía a otro lugar y nunca salió de casa. Pero continuaron las amenazas. Tuvo que huir a través de México con un coyote, sus hijos siguen con su marido.
Como ella, son muchas las mujeres que han tenido que huir sin sus hijos. Más del 60% de las madres entrevistadas se vieron obligadas a dejar atrás a sus pequeños. Pero no sólo por los grupos criminales, también por la extendida violencia de género en estos lugares. Entre ellas, Carolina, una mujer mexicana que dejó su país por los abusos de su esposo. No pudo llevarse a sus hijos. Siente impotencia y desesperación: «Mi hija me ha dicho que estaba pagando lo que había sucedido conmigo». La pequeña cuenta 13 años y ahora es ella sufre los abusos de su padre.
El informe Women on the Run se ha elaborado a partir de las entrevistas realizadas con 160 mujeres que huyeron de sus hogares en El Salvador, Guatemala, Honduras y algunas partes de México. Estas mujeres describieron al detalle cómo los grupos criminales armados aterrorizan a poblaciones para establecer su control sobre áreas grandes de estos países, y cómo las mujeres en particular se están convirtiendo en objeto de persecución mediante formas concretas de extrema violencia de género.
«Estamos viendo el desarrollo de otra crisis de refugiados en las Américas. Este informe es una alerta temprana para crear conciencia sobre los desafíos a los que se enfrentan las mujeres refugiadas y una llamada a la acción para responder a nivel regional a una crisis de refugiados inminente», denuncia António Guterres.
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