El cambio climático nos persigue. Nos asalta en alguna lectura, en algún comentario de pasillo, en las escuelas y academias. En los medios y en las redes hay registros de inundaciones y sequías en el globo, del deshielo de los glaciares. Como dice el IPCC, la emergencia del clima no solo nos persigue sino que nos ha alcanzado, así de rotundo. Umair Haque, es escritor, comparte ese desenlace y emite criterios aún más catastróficos sobre el futuro de la humanidad asociados a la crisis climática. Con el agravante de que la chispa que nos hará sucumbir con todo y planeta, está corriendo y concluirá en las próximas tres décadas.
Este agudo analista derrama toda su terrorífica visión del mundo y las desacertadas acciones y decisiones del hombre en sus escritos, que son devorados por seguidores y críticos. En una de sus entregas asegura que en las tres décadas por venir nos las vamos a ver muy feas.
Cuenta Haque que de vez en cuando le preguntan que cómo debemos pensar el futuro. Él suele responder “si quieres mi verdadera opinión y no tonterías y bobadas, es así: las próximas tres a cinco décadas serán apocalípticas. Más allá de las peores expectativas de cualquiera, de verdad. El coronavirus parecerá un suave ejercicio de calentamiento. Un simple ejercicio”. Con este sacudón empieza su artículo “Three Decades. Three Revolutions. Or Our Civilization Will Collapse” que publica Eudaimonia & Co. Echemos un vistazo al texto y a su autor.
Umair Haque figura como uno de los cincuenta pensadores más influyentes de la actualidad en la lista Thinkers50. Es director del Havas Media Labs, un instituto de investigación de medios de comunicación con oficinas en Londres, Nueva York, Madrid y Barcelona. También escribió “El nuevo manifiesto capitalista”, donde resalta que una nueva economía es posible.
Crisis climática se abalanza sobre la humanidad
Haque anticipa que la crisis climática se precipitará sobre la humanidad, el medio ambiente, los ecosistemas, la vida. Visualiza un monumental caos.
“2030 será la década en que el cambio climático comience a afectarnos de manera severa. Las inundaciones y los incendios se convertirán en cotidianos. Nuestras ciudades se inundarán, los países comenzarán a ahogarse, las regiones se convertirán en humo. Como resultado, las economías serán destruidas, no solo cerradas durante tres meses a la vez, sino simplemente destrozadas, para siempre. Empleos, ingresos, medios de vida, desaparecidos. Estabilidad terminada. Las sociedades se derrumbarán, como EE UU y Gran Bretaña ya lo están”, escribe.
Mientras que “2040 será la década en la que la extinción masiva finalmente comience a golpearnos”, sentencia Haque en su relato futurista. “Habiendo arrancado el fondo de las grandes cadenas de la naturaleza, se derrumbarán y colapsarán sobre sí mismos. ¿Quién va a remover la tierra cuando los insectos se hayan ido? ¿Quién va a limpiar los ríos cuando los peces hayan desaparecido? ¿Quién cuidará los bosques cuando desaparezcan las abejas? ¡Estallido! En un abrir y cerrar de ojos, comienzan a ocurrir colapsos aún mayores”.
El escritor hurga sin límites terribles calificativos para demostrar lo que se avecina. “Nuestros sistemas de civilización comienzan a fallar. Fracasar catastróficamente. Economías enteras. Industrias enteras. Sectores enteros. Regiones enteras. Las cosas que damos por sentado ahora como las cadenas alimenticias, niveles freáticos, aire para respirar, suelo para plantar cultivos. Cosechas para labrar, materias primas para extraer y agotar, todo simplemente comenzará a desaparecer”.
¿Todavía está allí, amigo lector?
El precipicio, la muerte o la salvación
Haque, fundador de Bubblegeneration, una consultora boutique que desarrolla programas para inversores, emprendedores y empresas, se adentra en la crisis climática que arropará a la humanidad.
“2050”, continúa, “será la década del adiós final. Los grandes ecosistemas de la tierra finalmente comenzarán a fallar, nunca a recuperarse. Los océanos y sus corrientes. Los vientos. El pulso de la lluvia y la humedad. El ritmo de la marea y la primavera. Todos estos simplemente se derrumbarán y morirán. Serán reemplazados por otros nuevos, seguro, pero uno mucho, mucho más hostil con nosotros. Sin esos grandes ecosistemas, nuestra civilización no puede existir. Buena suerte teniendo una América sin río Mississippi o Grandes Lagos. Buena suerte tener una India o Pakistán sin ríos alimentados por glaciares del Himalaya. Etcétera. Estallido. Una vez que llegamos a ese punto de inflexión, nuestra civilización estará terminada”.
Su narrativa elocuente y apasionada, grafica el mundo que nos queda por vivir o por morir… Se pregunta y nos pregunta: ¿cómo no llegamos allí?
En su opinión, hay una respuesta: coexistencia, afirma. “Adelante, y, especialmente si es estadounidense, ponga los ojos en blanco. Sácalo de tu sistema. Sin embargo, para aquellos de ustedes que pueden manejar discusiones serias, sigan leyendo”.
Necesitamos dominar tres nuevos niveles de convivencia. Tenemos solo tres décadas para hacerlo. Es el mayor desafío en la historia de la humanidad. ¿Lo lograremos?, dice en un tono esperanzador.
Aprender a convivir, el desiderátum
El primer nivel de convivencia es que necesitamos aprender a convivir con la naturaleza inanimada, sugiere el escritor a manera de evitar la catástrofe que se ciñe sobre la humanidad por la crisis climática.
Ríos, océanos, montañas. No podemos seguir agotando y destruyendo estos recursos naturales, porque dependemos de ellos mucho más de lo que ellos dependen de nosotros, agrega.
En el segundo nivel de convivencia necesitamos aprender a convivir con la naturaleza animada, sostiene. “Animales, grandes y pequeños. Los ecologistas dicen que ‘nos brindan servicios ecológicos’. Lo hacen, pero prefiero decir simplemente: no sabemos, en realidad, con qué nos estamos metiendo. ¿Tiene alguna idea de cómo restaurar, digamos, un taxón completo de criaturas extintas en el mundo? Nadie lo hace. Está mucho, mucho más allá de nosotros. Estamos empujando al planeta hacia puntos de inflexión cuyas averías no comprendemos”.
Entonces, comenta, que cosas tan pequeñas como los insectos determinan nuestra supervivencia continua. Cosas tan grandiosas como los elefantes y los leones también determinan nuestro nivel de desarrollo moral y justicia. “Pero comencemos por las cosas más pequeñas para pensar en la convivencia. Ni siquiera podemos coexistir como raza humana con pequeños insectos, por el amor de Pete. Es divertido, y trágico, cuando lo piensas”, advierte en su artículo.
Ahora, no podemos aprender a convivir con el mundo que nos rodea hasta que aprendamos a convivir unos con otros. Eso debería ser elemental. Pero ¿qué tan avanzados estamos en ese nivel?. Yo diría que precisamente no estamos en ninguna parte.
El coronavirus, un doloroso ejemplo de la catástrofe
La crisis climática y otras crisis que inciden en la humanidad. Caso más duro y lamentable, es el coronavirus y la pandemia. “Explotó precisamente porque todavía no tenemos un solo sistema a escala humana. Es decir, no teníamos un sistema de salud para todos en el planeta, ni siquiera un conjunto de acuerdos federados. No teníamos un sistema nutricional, ni siquiera un conjunto de pactos globales. Y, por lo tanto, ese pobre tipo de Wuhan se comió un murciélago. El coronavirus es un colapso catastrófico en la salud pública mundial precisamente porque somos incapaces de coexistir entre nosotros todavía. Ni siquiera podemos otorgarnos atención médica, alimentos y saneamiento como especie”.
Haque insiste en que no podemos coexistir con nada más hasta que aprendamos a convivir unos con otros.
“¿Dónde estamos en ese aspecto?”, interroga en “Three Decades. Three Revolutions. Or Our Civilization Will Collapse”.
Recomienda echar un vistazo a Estados Unidos, “dividido y destrozado por los mismos viejos odios raciales. Eche un vistazo a Gran Bretaña, que sigue persiguiendo la locura del Brexit. Eche un vistazo a India, China, Brasil. El odio despiadado ha surgido en todos los rincones del mundo, precisamente en el momento de la historia de la humanidad en el que debemos aprender a convivir”.
“Esa es una muy, muy mala señal”. Porque, como dijo Haque, “solo tenemos tres décadas para aprender tres niveles de convivencia. Niveles a los que ni siquiera hemos empezado a acercarnos en la historia de la humanidad. Algo en mi corazón se rompe un poco cuando pienso en todo eso. Agua, suelo, vida. ¿Por qué no valoramos estas cosas? ¿Cómo nos conformamos con una forma de vida en la que las cosas muertas e inertes nos importan más que las que tienen potencial? Aquí está el punto.
Apocalipsis now y ¿después?
Haque no solo se refiere en un ensayo a la crisis climática y la humanidad, acaso indefensa o acaso victimaria. También a otras crisis económica, social, sanitaria, de valores.
Argumenta entonces con precisión: “no podemos sobrevivir mucho más tiempo como especie depredadora y extractora. Pero eso es toda la historia humana hasta ahora, excepto quizás antes de los albores de la civilización humana. Primero, hicimos la guerra entre nosotros, para convertir a unos en esclavos y a otros en reyes. Esa fase de la historia se prolongó hasta el siglo pasado. Luego, después de la Segunda Guerra Mundial, finalmente comenzamos a buscar vacilantemente algo mejor. Pero no llegamos muy lejos. Aún así, no hemos construido un solo sistema global de ningún poder o poder real”.
A continuación, muestra un ejemplo sencillo. “El FMI es el prestamista de última instancia del mundo: solo tiene un billón de dólares en capital. JAJAJA. ¿1 trillón? Eso ni siquiera es suficiente para lidiar con el coronavirus. Buena suerte luchando así tres décadas de apocalipsis”.
Este capítulo de la historia humana está llegando a su fin, asegura Hanque con desparpajo. “El capítulo extractivo y depredador. Aquel en el que abusamos y nos esclavizamos unos a otros. Aquel en el que abusamos y esclavizamos a la naturaleza, el planeta, el futuro y aún a nosotros mismos. Esa edad se acabó. Simplemente no parece que lo sepamos todavía”.
La era depredadora de la humanidad puede terminar voluntariamente y podemos aspirar a algo mejor. O podemos resistir, y puede terminar en una catástrofe, caos, violencia y ruina, al igual que Estados Unidos ahora. Sin haber aprendido la lección de la coexistencia.
El futuro también nos persigue
Enfrentamos la crisis climática, el colapso más largo, duro y agudo ahora en la historia de la humanidad. Uno que amenaza con destruir un planeta, la vida en él, su futuro y sus posibilidades. Somos parte de todo eso también, reflexiona Umair Haque, colaborador como bloguero en hbr.org
Pero ahora, debemos incluir los árboles, los ríos, los océanos, los bosques, los peces, los insectos, las montañas, los mares. Uno para el otro.
Necesitamos decir, y decir, «coexisto contigo». No el individuo, el plural tú. “Existo gracias a ti. Te aprecio y valoro. Invierto en ti. Yo te protegeré y cuidaré «, es lo que debemos decir, apunta.
Podemos empezar de una manera pequeña, seguro. Tenemos tres décadas para decirlo a lo grande, en serio y actuar en consecuencia.
Pero “ni siquiera tenemos esa palabra en inglés. El plural de ustedes. La única palabra que necesitamos si queremos sobrevivir. No es de extrañar que ni siquiera parezcamos pensar con claridad sobre cómo tener un futuro. Ni siquiera tenemos los conceptos, el lenguaje, el vocabulario que necesitamos. Y, sin embargo, tenemos que llegar a la tecnología, las instituciones, los trabajos, el dinero, los valores, las normas, sociedades enteras, en solo tres décadas”.
Esa es la escala del desafío, concreta Haque en su texto.
«No soy optimista”, confiesa. “Prefiero decirlo de otra manera. Mi corazón se siente como si se estuviera rompiendo en un millón de pequeños pedazos, una y otra vez. ¿De verdad crees que podemos arreglar un mundo en tres décadas cuando ni siquiera tenemos las palabras que necesitamos para empezar a hablar de él?”.
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