Por Andrés Tovar
21/02/2017
Al graduarse en su universidad, Korvi Rakshand nada más quería poner su grano de arena para romper el ciclo de la pobreza en su país, Bangladesh, dando clases a niños marginados de la sociedad. Alquiló una habitación individual en un barrio pobre y le dio medio kilo de arroz al día a los padres a cambio de que éstos enviaran a sus hijos a clase.
Una década más tarde, lo que comenzó como un hobby ha dado lugar a una red de 10 escuelas en línea y tres escuelas ordinarias, que tienen como objetivo dar enseñanza a miles de niños en zonas remotas del sur de Asia a través de la tecnología y el Internet.
«Lo que hemos hecho no es ciencia de cohetes, la cosa es que nadie lo intentó. Es un sistema muy simple», dijo Rakshand sobre su fundación Jaago, la ganadora este martes de un premio de $ 25.000 otorgado por Naciones Unidas por sus logros en innovación para la educación.
A pesar de que la educación primaria es gratuita en Bangladesh, sólo la mitad de todos los niños en los barrios pobres del país van a la escuela, una tasa de 18 por ciento menor que el promedio nacional, de acuerdo con la agencia de la ONU para la infancia UNICEF.
Rakshand dijo que inicialmente las lecciones se hacían a través de Skype, un servicio de mensajería y videoconferencia, pero ahora los maestros de la capital, Dacca, utilizan la videoconferencia interactiva para presentar tutoriales en vivo, analizar los gráficos y ver vídeos educativos con estudiantes en zonas remotas.
«Para los niños, alguien que aparece en un televisor es como una celebridad, por lo que los niños les encanta el concepto de que están hablando con un televisor y hay alguien de la capital que probablemente famosa enseñarles y darles tiempo», dijo Rakshand a Reuters.
Garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos es uno de los 17 objetivos de desarrollo adoptadas por los estados miembros de la ONU en 2015 como parte de una agenda ambiciosa para poner fin a la pobreza mundial para el año 2030.
Sin embargo, millones de niños y adultos de todo el mundo tienen poco o ningún acceso a la educación debido a la guerra, la pobreza y el desplazamiento, dicen los expertos.
Una nueva vida
Promover el aprendizaje entre los refugiados que han huido de la agitación en países como Siria, Irak y Afganistán puede transformar sus vidas, de acuerdo con Kiron, una organización no gubernamental cuyo trabajo con refugiados para que tengan acceso gratuito a la educación superior también fue reconocido por el premio de las Naciones Unidas Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Con sede en Alemania, la ONG ejecuta una plataforma en línea que permite a los refugiados inscribirse a tutoriales sobre contabilidad, ingeniería y otros cursos, conectándose a través de sus teléfonos inteligentes desde cualquier parte del mundo, incluyendo campamentos y refugios.
Más de 2.000 estudiantes se han inscrito en los tutoriales, impartidos en conjunto con 27 universidades asociadas en toda Alemania, Francia, Turquía y Jordania.
«Para los refugiados que se encuentran en una nueva sociedad, es importante hacerles sentir una identidad, por eso procuramos que se sientan como un estudiante y no como un refugiado más, y que simplemente se diviertan», dijo Markus Kressler, co-fundador de Kiron.
Kressler dijo que Kiron había sido inundado con solicitudes de voluntarios y académicos que querían ofrecer sus servicios a la universidad en línea. «Ellos (los refugiados) necesitan una sola oportunidad para comenzar una nueva vida», dijo. «Tenemos que dar a todos una oportunidad justa.»
A pesar del éxito de este tipo de proyectos, la conexión a Internet sigue siendo un reto, según Rakshand, quien dijo que Jaago había considerado la introducción de las clases en línea en Sierra Leona y Nepal, pero el ancho de banda limitado enfrentado en esos países lo ha impedido.
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