Francisco Suniaga [1954] escritor, abogado e internacionalista, nativo de La Asunción, cuya cepa margariteña y caribe demuestra en sus libros al decir de Truman Capote, de ficción de no-ficción… Así lo exhibe en sus obra “La otra isla” [2005] y El pasajero de Truman [2009], en los que nos presenta una Venezuela surrealista, entre magia, tragedia y suspenso, de personajes y hábitos que describen el país portátil [Dixit Adriano González León], el que ha sido o el que no ha debido ser…
Leer a Suniaga me invita a una inmensa búsqueda. El uso inteligente de un callejón de nuestra historia como carnada. La insania súbita de Diógenes Escalante en el Pasajero de Truman abre un bosque de reflexiones sobre el 28 de octubre de 1945. “Un “golpe de papel” fue lo que ocurrió en 1945 con la reforma de la Constitución [1947], en un momento de la historia en el que el triunfo de los aliados le abría las puertas a la democracia en el mundo, bajo las promesas de la Carta del Atlántico y de las cuatro libertades del presidente Roosevelt”
Existen actores de las más diversas épocas que no llegaron a la silla presidencial. Hombres como Manuel Piar, Ezequiel Zamora, José Manuel “el Mocho” Hernández, Jóvito Villalba, Gonzalo Barrios o Arturo Uslar Pietri. ¿Cuál hubiese sido nuestra historia? ¿Acaso distinta de la Venezuela a caballo de Manuel Caballero? No abogo ni censuro, pero sin duda otros episodios, otros desenlaces ¿sin pelea de gallos?
Sin el discurso de mar de fondo de Caldera, el chiripero o el famoso sobreseimiento, ¿la historia de hoy no sería otra…?
Pasajeros somos todos…
Diógenes Escalante, protagonista de El pasajero de Truman, fue tres veces candidato a la presidencia. En 1931 cuando la dictadura de Gómez registraba decadencia; en 1941 para sustituir a López Contreras, pero se impuso Medina, y en 1945, visitado por Rómulo Betancourt y Raúl Leoni en Washington [donde era Embajador y se hizo amigo de noches de jazz, buena comida y el vino de Harry Truman, luego presidente de Estados Unidos], para ofrecerle la candidatura a la presidencia -pos-Medina- lo cual aceptó.
Escalante prometió a Betancourt y Leoni una reforma constitucional que consagraría el voto universal, directo y secreto.
Propuesto como el hombre consenso entre militares y civiles, el destino le arrebata otra vez la posibilidad de ser presidente. Una arteriosclerosis o esquizofrenia crónica que se evidencia en aquel delirio “de pillaje de sus camisas en el hotel Ávila” lo saca del cotejo.
El ministro de Medina, Ángel Biaggini emerge como sustituto de Escalante, candidato a la presidencia por el PDN, partido de Medina y Uslar. Acción Democrática prefiere acoger la tesis transicional de candidato único elegido por los partidos políticos, propuesta por Betancourt Leoni, Jesús paz Galarraga, Gonzalo Barrios y Leonardo Ruiz Pineda […] Se impone la junta cívico-militar de 1945.
Vale la pena acotar que Germán Carrera Damas considera como “el primer año de la democracia venezolana” al periodo que va desde el 18 de octubre hasta finales de 1946. El historiador sostiene que “la fundación de la Primera República liberal democrática representó el primer intento sistemático (revolución de 1945) de perfeccionar en la hoy Venezuela la abolición declarativa de la monarquía”. Pero el elemento militar subyace…
Una historia de civilidad convulsa
La Junta Revolucionaria de Gobierno quedó constituida por Rómulo Betancourt como presidente; el capitán Mario Vargas, el mayor Carlos Delgado Chalbaud, Luis Beltrán Prieto, Gonzalo Barrios y Edmundo Fernández. El mayor Pérez Jiménez declinó y con posterioridad sería elevado a la posición de jefe del Estado Mayor de las FF AA, donde prefirió dedicarse a la superación de los problemas denunciados por la UPM [Unión Patriótica Militar], que dio origen a la conspiración.
El apellido Escalante quedó en la historia como “la locura” que frenó una transición a una democracia estrictamente civilista. Escalante regresó a Estados Unidos en the holy cow [la vaca sagrada], un avión habilitado por Truman. Lanza Suniaga su apología. Historia accidentada o agitada donde cada alumbramiento evolutivo, le precede otro “gallo” de la historia con charreteras en las alas…
Vale recordar el discurso de Rómulo Betancourt en 17 de octubre de 1945 en el Nuevo Circo de Caracas:
«Nosotros somos un partido político que no está constituido por literatos diletantes ni por mosqueteros románticos. Somos un partido que se ha organizado para que este pueblo que está aquí congregado, para que el pueblo venezolano vaya al poder y nosotros con este pueblo a gobernar […] nos interesa para implantar y realizar un programa de salvación nacional«.
Subrayamos la convocatoria de participación popular que merecía el país en 1945 y se consagra en la constitución de 1947. Por primera vez en la historia republicana, la sociedad se logró organizar y participar de las decisiones y dirigir su rumbo como país. Pero con las herraduras debajo de las banderas democráticas…
Escalante natural de Queniquea, estado Táchira, acostumbrado a lidiar entre botas, civiles, andinos, capitalinos, partidos amarillos, blancos, rojos o verdes… no pudo ser el hombre que quizás bajaría a Venezuela del caballo. Sin duda, de haber sido presidente, la historia hubiese sido otra, ¿si acaso menos convulsa?
Luego de su imposibilidad mental, a Escalante se le pierde la pista en la mayoría de los libros de historia. Se sabe que falleció en Miami el 13 de noviembre de 1964.
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