La pandemia de la COVID-19 no solo trajo una crisis de salud, sino también una crisis ambiental. En el contexto de la pandemia se han acumulado toneladas de desechos médicos, entre mascarillas, guantes, jeringas, pruebas y otros productos desechables que el personal sanitario utiliza. La Organización Mundial de la Salud considera que el problema es global, pero muy extremo en los países menos desarrollados.
En un reciente análisis de la OMS, se estima que entre marzo de 2020 y noviembre de 2021 hubo alrededor de 87.000 toneladas de basura, entre equipos médicos de protección personal y otros productos provenientes de los países como la República Democrática del Congo y Bangladesh. Sin embargo, la OMS solo tiene en cuenta los envíos entregados por las Naciones Unidas y sus grupos asociados, no el material restante que los países obtienen de otras fuentes.
Antes de la COVID los desechos médicos eran un problema. A nivel mundial los centros de salud no gestionan de manera segura los residuos sanitarios. Datos del 2019 (los últimos disponibles) indican que uno de cada tres centros sanitarios mantienen un manejo inseguro.
Con la pandemia, el problema se agudizó. “La pandemia ha arrojado luz sobre la insuficiencia de los sistemas globales de gestión de desechos de la atención de la salud. Hace tiempo que necesitan una revisión”, dijo Ruth Stringer, coordinadora internacional de ciencia y política de Health Care Without Harm y asesora del informe de la OMS.
Gestión insegura de desechos médicos
Idealmente, la mayoría de los desechos médicos deberían estilizarse para luego reciclarse. Pero para hacer esto, los centros de salud deben dividir la basura médica en sus diversos componentes, una labor muy complicada para los países en desarrollo. En ellos usualmente queman sus desechos en pozos abiertos e incineradores que carecen de controles de contaminación.
Estos incineradores emiten un alto contenido de contaminantes tóxicos, como las dioxinas y los furanos, clasificados como «carcinógenos humanos probables». También la ceniza en sí misma, la cual impregna el ambiente, es muy perjudicial. El resultado es un nivel de emisiones cien veces mayor que el recomendado para la atmósfera.
Stinger señala que se han documentado niveles de dioxinas y furanos hasta 13 veces más altos que los límites de la Unión Europea en huevos de gallina cerca de incineradores de desechos médicos. Estos huevos son peligrosos si las personas los comen.
Promover el reciclaje y minimizar el uso de materiales médicos
Algunos países han tomado medidas para gestionar de manera segura sus desechos médicos. En los hospitales en Liberia, por ejemplo, han comenzado a implementar contenedores de basura codificados por colores en un esfuerzo por clasificar los desechos y luego eliminarlos de manera segura. De igual forma, Health Care Without Harm promueve dispositivos para cortar agujas que evitan las «lesiones por pinchazos» de las jeringas y hacer que tanto los viales como el empaque se puedan reciclar.
Otra solución que plantea Stringer es alejarse del uso excesivo de algunos equipos médicos. Por ejemplo los guantes, que representan una gran parte de los desechos médicos y no son necesarios en entornos de riesgo mínimo. Estudios han demostrado que la COVID-19 se transmite por partículas respiratorias exhaladas y no por contacto con superficies contaminadas. La OMS señala que los guantes solo pueden ser necesarios cuando se atiende a pacientes enfermos con COVID.
Todas las recomendaciones incluidas en el informe se basan en el Manifiesto de la OMS para una recuperación saludable de COVID-19: prescripciones y acciones para una recuperación saludable y ecológica.
Deshacerse de los incineradores
Deshacerse de los incineradores a pequeña escala es fundamental para obtener beneficios ambientales. Estos dispositivos, ubicados en pequeños hospitales o clínicas, a menudo están hechos de ladrillos y otros materiales locales y brindan opciones económicas para la eliminación de desechos. Sin embargo, se descomponen con frecuencia y arrojan sustancias químicas tóxicas al aire. «Poner desechos en estos incineradores puede ser no diferente a la quema al aire libre», dijo Ute Pieper, ingeniera consultora independiente en Berlín.
Una forma de deshacerse de los incineradores es recolectar los desechos directamente desde las instalaciones de atención médica y entregarlos a una instalación de eliminación centralizada. Stringer dijo que cambios como este son bienvenidos. «Es el momento ideal para centrarse en crear sistemas seguros, climáticamente inteligentes y ambientalmente sostenibles. Tenemos soluciones técnicas, y lo que se necesita es el recurso y la voluntad política para implementarlas”, afirmó.
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