Algunos pacientes que han superado la COVID-19 han reportado la pérdida de cabello mientras se recuperaban de la enfermedad. Un grupo de médicos que investiga las secuela del coronavirus no ha podido aún determinar si hay una causa directa.
Muchas personas de diferentes partes del mundo han acudido al médico, pues se han sentido preocupadas por el debilitamiento capilar que han presentado después de recuperarse del coronavirus. Cabe destacar que aunque se ha presentado en ambos sexos, la caída del pelo en las mujeres se ha visto de una forma más escandalosa.
La caída masiva del cabello como efecto secundario en enfermedades u operaciones quirúrgicas tiene un nombre científico: efluvio telógeno. Esta alteración del ciclo de crecimiento del pelo produce una caída del cabello muy llamativa durante un período de tiempo limitado y reversible. Generalmente, se manifiesta al cepillarse el pelo, bañarse o dormir.
En encuesta que el grupo Survivors Corp, les hizo a más de 1.500 personas en Cleveland, Estados Unidos, el 27% informó pérdida de pelo como uno de los efectos secundarios por padecer COVID-19. En España las personas que fueron diagnosticadas con esta enfermedad en abril han empezado a ver el debilitamiento de su cuero cabelludo en cuestión de semanas.
¿Está comprobado que es un efecto secundario de la COVID-19?
El efluvio telógeno agudo sucede cuando la raíz del folículo piloso sufre un daño específico que interrumpe su ciclo de crecimiento. Desde que se produce el daño hasta que la caída resulta evidente pasan unos 2 o 3 meses.
Algunos ejemplos de situaciones que pueden producir un efluvio telógeno son las infecciones, las cirugías, los hechos traumáticos o estresantes, un parto o los déficits vitamínicos. Sin embargo, el coronavirus y su extensión alrededor del mundo ha hecho que muchas personas piensen que es un efecto secundario de la enfermedad.
Los médicos señalan que están atendiendo a más pacientes con caída del cabello. Es un fenómeno que creen que está relacionado con la pandemia del coronavirus y que afecta tanto a las personas que tuvieron el virus como a las que nunca se enfermaron.
Actualmente, muchos pacientes que se están recuperando de la COVID-19 presentan caída del cabello, no debido al virus en sí mismo, sino por el estrés fisiológico de combatirlo. A muchas personas que nunca se contagiaron también se les está cayendo el cabello debido al estrés emocional por la pérdida de un trabajo, la tensión financiera, el fallecimiento de un familiar u otros acontecimientos devastadores derivados de la pandemia.
Pero los expertos aún no llegan a una conclusión certera de si este padecimiento es obra del estrés producido en los pacientes que han sobrevivido a la COVID-19 o si puede tratarse de la reacción a algún tipo de medicamento para tratar el coronavirus. En ocasiones, la causa no se podrá identificar claramente y, en otras situaciones, los motivos del efluvio son múltiples.
Un padecimiento reversible
Es normal notar una pérdida muy marcada del cabello si se padece de efluvio telógeno crónico. Es habitual que se vayan dejando pelos aislados o mechones en la ducha, lavabo o sofá. La caída será todavía más alarmante cuando el cabello sea largo y oscuro, dado que su presencia será más evidente. En los casos más acentuados se pierde densidad capilar y se deja entrever parte del cuero cabelludo.
Lo más importante de este cuadro es que es reversible, es decir, se puede tratar con ayuda de especialistas. Nunca conduce a una calvicie por sí sola, siempre y cuando el paciente no tenga alopecia androgénica al mismo tiempo. El efluvio telógeno agudo tiende a desaparecer por sí mismo cuando la causa inicial desaparece.
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