Por Andrés Tovar
04/09/2017
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Mario, el querido personaje icono de Nintendo -y de los videojuegos, en general- al parecer ha cambiado de ramo: ya no será más fontanero.
Un perfil recién subido por el portal oficial de Nintendo, en el espacio donde describe a los principales personaje de la saga ‘Mario Bros‘, señala que «trabajó como fontanero en un lejano pasado», lo que sugiere que ya no es fontanero. El perfil, informado por primera vez y traducido de japonés por Kotaku, se centra en cambio en sus actividades actuales, que incluyen jugar deportes , carreras y generalmente ser un súper héroe:
«En todos los deportes, ya sea en el tenis o en el béisbol, el fútbol o las carreras de coches, él [Mario] lo hace todo bien. También parece haber trabajado como fontanero hace mucho tiempo …»
Mientras que la historia de Mario con los deportes y juegos de carreras es larga y formidable, es su identidad como plomero que ha ayudado a forjarlo en el icono con el que muchos de nosotros crecimos. El genio detrás de su personalidad -una que rara vez es copiada con éxito por otros gigantes de videojuegos- es la especificidad inusual de su vida , así como su atractivo, lo que lo hace especial. Al hacer de su imagen un personaje con un oficio real y «común», la corporación japonesa creó a alguien a la raíz de todas las situaciones, no importa lo extraño.
Y se puso bastante raro: un fontanero italiano llamado Mario Mario, que pasa su tiempo rescatando princesas y luchando contra tortugas gigantes. La premisa es simplemente tan incongruente, inverosímil, pero tan buena que era imposible resistirse.
Mario, el héroe «real»
La identidad de fontanero también explica su relación especial con las tuberías. Las tuberías son un pilar de cualquiera de los juegos de Mario -y lo que justifica sus poderosos saltos-. Los éxitos tempranos de la franquicia de Mario trataron pesadamente con el recorrido a través de tubos, y las imágenes de esas redes de la plomería fueron mantenidas a través de docenas de versiones.
Tan iconicas son que hasta el el primer ministro japonés, Shinzo Abe, salió de una gigantesca pipa verde, con el sombrero de Mario, durante la ceremonia de clausura de los juegos olímpicos de Río -cuando pasaron el testigo a Japón, la próxima sede-. La multitud, comprensiblemente, se volvió totalmente loca y mostró que el «universo Mario» -con sus tuberías- son un icono representativo de la nueva cultura japonesa.
La franquicia de videojuegos de Mario es la más vendida de todos los tiempos, un éxito consistente para una empresa con una historia financiera con altibajos. Ha existido (de una forma u otra) durante más de tres décadas. Quizá sea lo de menos a qué se dedique, pero eliminar a Mario de sus orígenes de fontanero es un mal servicio para los aficionados que se enamoraron del héroe de Nintendo mucho antes de sus días de carreras, jugar al tenis o volar por el espacio.
Mario es un héroe de videojuegos con el que todos podemos relacionarnos, uno que se ensucia las manos bajo el fregadero ocasional.
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