CARLOS SÁNCHEZ REY
Menorca es una isla que se descubre poco a poco, que se saborea con calma y que se disfruta con todos los sentidos. Es un lugar donde uno puede desconectar del ajetreo de la vida vertiginosa y conectar con la naturaleza y la historia en su forma más pura. Creemos que cada visita a Menorca es una nueva oportunidad para descubrir algo diferente, para maravillarse con su belleza y para enamorarse de su espíritu tranquilo y acogedor. Así es Menorca, un rincón del Mediterráneo que, una vez descubierto, queda grabado para siempre en el corazón.
Sin duda, Menorca ha ido ganando peso a la hora de situarse en primera línea dentro del territorio de la sostenibilidad, de lo que se ha venido a llamar la slow life, coronándose por encima de sus vecinas y ganando una fama que cuesta, pero que merece la pena, tanto en el terreno de la preservación como en el económico.
Nos llamó la atención esta idea desde hace tiempo y teníamos ganas de acercarnos para vivirlo in situ y contarlo. Para la ocasión hemos elegido Iberia Express y, como no podía ser de otra manera, un hotel conocido por ser el más comprometido con el entorno y estar en línea con esa sostenibilidad de la que goza la isla, el Ville Le Blanc de Meliá y nos enorgullece que una marca tan nuestra sea pionera en un empeño tan global.
La magia y elegancia del faro te envolverán en un ambiente exclusivo, una fusión entre bienestar, ocio y gastronomía donde vivir las mejores puestas de sol y música en vivo durante el día y la noche con vistas al mar y a Mallorca.
Haciendo historia, vemos que Menorca, la segunda isla más grande del archipiélago balear, es un tesoro escondido en el Mediterráneo que ha mantenido su esencia intacta a lo largo de los siglos. A menudo eclipsada por sus hermanas mayores, Mallorca e Ibiza, Menorca ofrece una experiencia única y auténtica, donde la naturaleza, la historia y la cultura se entrelazan para crear un destino que invita a ser descubierto con todos los sentidos.
Piedras y viento, tomando el título prestado de la novela del periodista Mario Verdaguer, que se refería a Menorca como “la isla mágica”. Declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1993, es un refugio de biodiversidad que alberga una rica variedad de flora y fauna, así como impresionantes paisajes naturales que van desde las playas vírgenes de arena blanca hasta los acantilados escarpados y las tranquilas calas de aguas turquesas.
La historia de Menorca es tan rica y variada como sus paisajes. Los vestigios arqueológicos que salpican la isla, como los talayots, taulas y navetas, son testimonio de una civilización prehistórica avanzada que floreció aquí hace miles de años. Estos monumentos megalíticos, únicos en el mundo, hablan de una sociedad que honraba a sus muertos y a sus dioses con impresionantes construcciones de piedra.
Suites del Lago, el cinco estrellas de Lago Resort Menorca, es un hotel con alma menorquina que respira tranquilidad y se muestra con una belleza elegante y sencilla. Su ambiente exclusivo y solo para adultos es ideal para conectar con la naturaleza.
A lo largo de los siglos, Menorca ha sido un codiciado puerto en el Mediterráneo, atrayendo a fenicios, griegos, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, árabes y, finalmente, a los cristianos durante la Reconquista. Cada una de estas civilizaciones ha dejado su impronta creando un mosaico cultural que se refleja en la arquitectura, la gastronomía y las tradiciones locales. Los castillos y fortalezas, como la Fortaleza de Isabel II en La Mola, son recordatorios de los tiempos en que Menorca era un baluarte estratégico en las rutas marítimas del Mediterráneo.
Sin embargo, no todo es historia antigua. La isla también tiene un lado vibrante y contemporáneo que se manifiesta en sus pintorescos pueblos y ciudades. Mahón, la capital, con su impresionante puerto natural, es un bullicioso centro de actividad donde los visitantes pueden disfrutar de una mezcla de arquitectura georgiana, legado de la ocupación británica, y encantadoras calles empedradas llenas de vida.
Ciutadella, la antigua capital, es una joya de la arquitectura medieval, con su catedral gótica y sus palacios señoriales que evocan la grandeza de tiempos pasados. Ambos lugares ofrecen una deliciosa variedad de restaurantes, tiendas y mercados donde se puede degustar la rica gastronomía menorquina.
A menudo eclipsada por sus hermanas mayores, Mallorca e Ibiza, Menorca ofrece una experiencia única y auténtica, donde la naturaleza, la historia y la cultura se entrelazan para crear un destino que invita a ser descubierto con todos los sentidos.
Los amantes de la naturaleza encontrarán en Menorca un paraíso para explorar. La isla cuenta con una red de caminos que recorren su costa y su interior, ideales para el senderismo y el ciclismo.
El Camí de Cavalls, un antiguo sendero que circunvala la isla, ofrece una manera única de descubrir sus paisajes y su biodiversidad. Las rutas llevan a través de bosques de pinos, praderas llenas de flores silvestres y playas escondidas donde uno puede disfrutar de la serenidad y la belleza natural de sus aguas cristalinas, que rodean la isla y son perfectas para el buceo o el snorkel y revelan un vibrante mundo submarino lleno de vida.
Llegamos al hotel por la única carretera que vertebra la isla, entre pinos y muros de pedra sec que nos van conduciendo lentamente hacia ese lugar de reposo que nos recibe con los brazos abiertos después de su re habilitación.
Tanto los arquitectos e interioristas de la isla como todas las obras de arte que adornan los espacios son loca les y así se ha conseguido imprimir el estilo local que se buscaba. Sin duda el estilo menorquín se respira en cada rincón. Hasta que llegas al mar.
Ahí ya respiras el azul y la sal que se mezclan en la retina hasta inundar tus pulmones de alegría, la que da el sentirse en paz con lo que te rodea y esa sensación se esparce como esporas que polinizan nuestro sentir invitándonos a abrir nuestras pupilas a un nuevo universo.
Placas solares y biomasa le sirven para solucionar su cuota de sostenibilidad, la más alta de Meliá y que sirve como referencia para el resto de la cadena que pretende ser líder en este sector.
De espíritu joven e imperecedero, galardonado con un Sol de la guía Repsol en Maymanta (Ibiza), Omar es un experto de la cocina peruana con una dilatada experiencia liderando e implantando sus técnicas en Perú, México y España.
Las zonas comunes rebosan frescura y naturalidad ha ciendo gala de una gama de colores muy taimada con tie rras y ocres como protagonistas que invitan directamente a sentirse como en casa. Un ambiente relajado que bebe de las fuentes de la decoración wabi sabi tan en boga en los últimos años adaptada al sentir local. Por su parte, las suites se asoman al litoral mediterráneo a bocajarro, pero sin aspavientos, haciendo de la vista de su contorno una experiencia en sí misma solo matizada por la luz de los diferentes momentos del día, que tiñe el agua a capricho y que hipnotiza nuestras retinas.
Palabras mayores son las puestas de sol que desde estos ventanales íntimos nos ayudan a fluir hacia la noche desde el naranja más intenso. Sencillamente insuperable. Bajamos a cenar a Saó y la lavanda de su terraza nos sirve de frontera con el mar ayudada por dos acentos en forma de palmera que atemperan la perspectiva y nos enmarcan la luz vespertina.
Ceviche de gamba blanca, jamón ibérico, salmón al horno Josper o solomillo km 0 con verduritas de aquí, como no podía ser de otra manera, hacen las delicias de nuestro paladar.
La energía flota en el ambiente
El sol me despertó al día siguiente y me hizo saber que el sueño continuaba en forma de desayuno frente a aquel espectáculo de la naturaleza. No nos cansamos de respirar esta energía que flota en el ambiente como una burbuja,
Nos quedarnos una noche más para conocer otra parte de la isla y elegimos Suites Lago Resort, un refugio para el alma situado en la punta noroeste y que tiene en la palabra “eco” el verdadero leitmotiv de la marca: paredes de Krion que respiran, aguas reutilizadas para riego o el 80% de su energía proveniente de placas solares lo avalan.
La puesta de sol es un must en esta parte del universo y nos recomiendan el Artrutx Sea Club para despedir el día, así que hacemos caso y nos damos un baño con el naranja que se desparrama sobre el horizonte sujetando un vaso de pomada (un clásico) que nos deja renovados y en paz para vivir una cena en el exquisito Thai Garden, otro must de este paraíso.
El buen hacer de este mítico restaurante que fuera referente en la escena culinaria de Madrid ha dado un paso al frente decidiendo mojar sus platos salpicados con agua de sal y no ha podido tener más éxito en el año y medio que lleva recibiendo a una clientela local e internacional.
Delicias del robot Miau Miau
Una genialidad más del empresario Emilio Carcur al frente del proyecto, el mismo que nos impactó en la capital española con el restaurante de una sola mesa en un espacio enteramente recubierto de sal. Sin duda acertamos con el kai satee, el kung kratian y el kai pat med mamuang porque las recetas y los condimentos, así como los conocimientos ancestrales de este equipo están a la altura de los mejores restaurantes de Bangkok. No queremos olvidar a Miau Miau, un robot traído directamente de Japón y que hace las delicias de los comensales.
Kaypa es el siguiente salto culinario que damos, en este caso, a la cultura peruana con influencias menorquinas. Omar Malpartida, poseedor de un Sol Repsol, ha conseguido aunar en sus platos sabores que difícilmente se nos habrían ocurrido, como la sobrasada con espuma de parmesano y ajo confitado, el ceviche a la brasa con perlitas de aceite picante, el ceviche apaltado con gamba roja o el anticucho de solomillo con choclo, salsa anticuchera y huancaina.
En definitiva, un festival para el paladar que nos transporta a tierras peruanas sin dejar de tener los pies en este suelo calizo y rojizo. ¡Qué grande es soñar a través de los sabores! Finalmente nuestro destino hotelero se nos revela como un punto caliente desde el punto de vista culinario. Un recorrido que no te debes perder.