«Proteger el medio ambiente es un problema de grandes dimensiones. Es muy poco lo que yo puedo hacer desde mi casa». Si usted piensa así, está muy equivocado. La inocente lista de compras que lleva a la tienda cercana o esos dulces que se le antojan pueden tener un fuerte impacto ambiental. ¿No lo sabía?
Las listas de ingredientes en los bocadillos que compramos a diario están allí por una buena razón. Solo hace falta leerlas y buscar un poco de información confiable. Así podremos percatarnos de sus efectos en nuestra salud, en el medio ambiente y en la economía. Un buen ejemplo es la enorme cantidad de productos que contienen aceite de palma. Por años, este componente años ha estado en el centro de la discusión de asuntos medioambientales, de salud y desarrollo sostenible.
En todas partes
Quizás lo primero que le venga a la mente ahora es preguntarse ¿qué es el aceite de palma? Es muy probable que sepa muy poco de él. Y tal vez piense que nuca lo usa. Pero fíjese,
El aceite de palma es uno de los ingredientes más utilizados en la industria para la producción de alimentos procesados. Por ejemplo, cremas de cacao, margarinas, helados, galletas y bollería industrial, salsas, pizzas congeladas, patatas fritas y otros aperitivos o productos precocinados. Y también es parte fundamental de varios productos como detergentes, alimento de animales, cosméticos y biocombustibles.
Efectos en la salud
La grasa y el aceite de palma proceden de la especie Elaeis guineensis, conocida como palma africana o aceitera. Ambos han sido cuestionados por su alto contenido en ácidos grasos saturados, implicados en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
Las grasas saturadas son las que conocemos como ‘malas’, aquellas que la mayor parte de las organizaciones sanitarias recomiendan limitar en consumo. Algunas de ellas son la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ), la Organización Mundial de la Salud y la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética.
Estudios del Center for Science in the Public Interest, en Estados Unidos, demuestran que el consumo de aceite de palma aumenta los niveles de colesterol en sangre. Además, el National Heart, Lung and Blood Institute, afirma que el consumo de este ácido graso está íntimamente relacionado con el desarrollo de enfermedades del corazón.
Amenaza para los bosques
Aparte de sus efectos en la salud, el uso del aceite de palma tiene un enorme impacto sobre el medio ambiente. La mayor parte de la palma de aceite crece en áreas que antes eran bosques tropicales húmedos. Según estudios de la Escuela Ambiental de la Universidad de Duke, se puede ver una tendencia regional preocupante en la deforestación asociada con la agricultura de la palma de aceite. En el sudeste asiático, el 45% de las plantaciones de palma aceitera provenían de áreas que eran bosques en 1989. Para América del Sur, el porcentaje era del 31%.
En los países donde más se cultiva el aceite de palma, Indonesia y Malasia, el desarrollo de estas plantaciones es una de las principales causas de la tala de los bosques. Friends of The Earth señala que la industria del aceite de palma ha establecido 6,5 millones de hectáreas de este tipo en Sumatra y Borneo. Probablemente sea responsable de la destrucción de 10 millones de hectáreas de bosques.
En el caso específico de la Isla de Borneo, se calcula que para el año 2022 se habrá destruido el 98% de los bosques, todo ello como consecuencia de la tala ilegal y los incendios forestales provocados. Además, este proceso de producción masivo incrementa la huella de carbono, a causa del transporte del producto.
Especies en peligro
El cultivo de plantaciones de palma aceitera también supone una amenaza para la supervivencia de muchas especies, especialmente el orangután. Estas plantaciones podrían ser responsables de al menos la mitad de la reducción observada en el hábitat de estos animales entre 1992 y 2003 en las regiones asiáticas.
En Sudamérica, la flora y fauna también se ha visto afectada por la expansión de este cultivo. WWF Colombia ha denunciado que en ese país grandes fuentes hídricas han sido desviadas para el riego de la palma, lo cual ha sido perjudicial para animales y plantas de esos ecosistemas.
Una polémica abierta
Pero también existe una abierta defensa al uso de este producto. Según la Fundación Española del Aceite de Palma Sostenible, que agrupa a grandes empresas del sector, 43,7% del aceite de palma vendido en España para alimentación está certificado como sostenible. Es decir, cuenta con el sello RSPO (o CSPO) que da ciertas garantías sobre el proceso de obtención del producto.
También afirma la Fundación, si no se empleara aceite de palma y se optara por otras alternativas, los daños ambientales aún serían peores. Otros aceites necesitan aún más superficie de terreno para producirse. Esta afirmación está respaldada por algunos informes internacionales, que alertan del impacto que causan las alternativa como la soja.
Ademas, de la industria del aceite de palma, los gobiernos de los países productores de aceite de palma y organizaciones multilaterales, como el Banco Mundial, defienden la expansión de este cultivo sobre la base de los beneficios potenciales para la mitigación del cambio climático, el desarrollo rural y la reducción de la pobreza.
Datos en duda
Esos reportes contrastan con la amplia gama de literatura que documenta los efectos socioambientales negativos de la expansión de la palma de aceite. Por ejemplo, el certificado RSPO o CSPO, ha sido frecuentemente cuestionado por numerosas entidades conservacionistas, al considerarlo insuficiente.
Un estudio de la Universidad de Queensland que ha evaluado la eficacia de dicho sello concluye que «no se encontraron diferencias significativas entre las plantaciones certificadas y no certificadas para ninguna de las métricas de sostenibilidad investigadas».
Se dice que las plantaciones con sello RSPO ayudan a proteger los orangutanes. Pero el estudio encontró que «no hay evidencia de que las plantaciones certificadas por la RSPO proporcionen una mejor protección para los orangutanes«. Los datos muestran que sus poblaciones disminuyeron tanto en fincas certificadas como en las no certificadas.
La Organización de Consumidores y Usuarios recomienda limitar todo lo posible el consumo de alimentos precocinados, así como el consumo de bollería y otros alimentos procesados. Además, señala que es preferible que en casa se utilicen otros aceites vegetales más saludables, como el aceite de oliva virgen extra y escoger los alimentos y las marcas que utilicen grasas que sustituyan al aceite de palma.
Se trata, en resumen, de un debate abierto sobre el modelo de alimentación que se va implantando en el planeta.
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