Se acaba el 2020, un año para olvidar, pero que no vamos a olvidar durante toda nuestra vida.
Un año que nos ha dejado desnudos frente a nuestra propia realidad. Un año que ha puesto de manifiesto nuestra vulnerabilidad y fragilidad frente a un enemigo implacable e invisible.
El coronavirus ha trastornado y trastocado nuestro modus vivendi, hábitos sociales y hasta nuestras relaciones familiares.
Se acaba un annus horribilis, con cientos de miles de fallecidos por el virus y millones de contagiados en el mundo entero.
Sin embargo, y a pesar de esta tragedia mundial, nos queda también un mal sabor de boca por la actitud de nuestros políticos, que se han dedicado a tensionar y crispar un ambiente de por sí angustioso e insoportable para la gran mayoría de nuestra sociedad.
En esta trifulca nacional permanente, con polémicas absurdas y nada constructivas, se ha pecado de falta transparencia por parte del Gobierno.
La oposición hiperventilada ha aprovechado las circunstancias para intentar provocar la caída del Ejecutivo al considerarle ilegitimo, incompetente, mentirosos y arrogante.
También ha puesto palos en la rueda en los momentos mas críticos de toda esta crisis.
El 2020 termina con una nueva e insensata campaña del Partido Popular para convertir la llegada de las primeras vacunas en una nueva batalla.
No todo vale en política y menos cuando nos enfrentamos a la peor crisis de nuestra historia. Nadie discute que el Gobierno de Sánchez ha cometido errores, como los han cometido Macron, Merkel o Boris Johnson y otros gobiernos, que ni vieron llegar la pandemia ni su magnitud.
La llegada de la vacuna, que es la mejor noticia del año, y que seguramente recibirá el premio Nobel de Medicina en el 2021, es la comprobación de que la unión de la ciencia y la debida financiación pueden hacer milagros.
Este ejemplo de colaboración debería servir de modelo a todos nuestros mandatarios. Porque de lo que se trata ahora es de aunar y priorizar los intereses comunes para afrontar la inmensa tarea que nos espera, que es vencer al virus y levantar nuestra economía.
Nos espera un 2021 complicado y complejo donde solo cabe un comportamiento responsable del Gobierno y de la oposición.
Cada cual que asuma su responsabilidad y compromiso, que arrime el hombro y piense sobre todo en la ciudadanía y no en sus intereses partidistas y cortoplacistas.
Feliz 2021: que sea el año de la esperanza, de la concordia y ojalá del inicio de un nuevo mundo.
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