Por Miguel Ángel Artola
Mandela pronto llegará a su destino, en alguna zona próxima a Senegal, tras haber recorrido más de 3.500 kilómetros, la distancia que separa en línea recta la reserva de la biosfera de Urdaibai (Bizkaia) de Dakar. Mandela es un ejemplar macho de águila pescadora que el 7 de julio salió de su lugar de nacimiento, las Tierras Altas de Escocia para junto a otros doce compañeros tomar rumbo al País Vasco -esta vez en avión- dentro del programa de recuperación de la especie en el norte de la península que desarrolla la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
Aitor Galarza es el director del proyecto de recuperación y estos días no se separa del ordenador para seguir gracias al GPS que porta, el recorrido de Mandela. El objetivo del proyecto es que los machos invernen en tierras africanas y regresen posteriormente al lugar del que partieron acompañados de hembras que les permitan procrear. Mandela no es el único ejemplar que ha iniciado el viaje, otros doce, perfectamente identificados con la anilla metálica de Aranzadi también están protagonizando su propia aventura, pero sólo el bautizado con el nombre del líder sudafricano fallecido cuenta con un dispositivo de seguimiento vía satélite.
Si bien la finalidad del proyecto, sufragado con fondos de la Diputación Foral de Bizkaia, es el de lograr la recuperación de la especie, Galarza apunta otros tres objetivos, “conservación, ecoturismo y educación ambiental”. “Utilizamos también el águila pescadora como un instrumento de sensibilización” destaca el director del proyecto, logrando una mejor conservación de las marismas, atrayendo un turismo sostenible y amante de la naturaleza y fomentando el cuidado del entorno entre los escolares.
Gracias al apoyo del Gobierno Vasco, los escolares de las localidades próximas a humedales reconocidos a nivel comunitario, como los de Urdaibai, Salburua o Txingudi, trabajan unidades didácticas destinadas a hacer de los chicos y chicas unos futuros adultos responsables. Utilizan el viaje de Mandela y sus otros compañeros para conocer geografía, costumbres de los lugares por los que pasa o matemáticas, calculando el tiempo que tardará en llegar a su destino.
No siempre los viajes tienen un final feliz, y hay que estar preparado para ello. Galarza y el resto de compañeros del Urdaibai Bird Center están acostumbrados a perder hasta el 80% de los ejemplares. Lo bueno de tener a Mandela localizado por GPS es tener constancia en todo momento de su recorrido pero eso permite a sus amigos de Aranzadi seguir todas sus peripecias, también cuando se adentra en terrenos peligrosos, durmiendo en un poste de tendido eléctrico cerca de Cáceres el pasado 6 de septiembre y sobrevolando un parque de aerogeneradores en Tarifa días después y en plena tormenta eléctrica.
Recuerdan desde Aranzadi que la migración es uno de los periodos más peligrosos en la vida de las águilas pescadoras “pueden morir por causas naturales agotadas tras atravesar por ejemplo una tormenta en el desierto, y también por causas inducidas por el hombre, caza furtiva o la electrocución”. Al menos dos de los ejemplares liberados desde Urdaibai en anteriores campañas murieron electrocutados, uno de ellos en Durango, poco después de iniciar su viaje y el segundo en la localidad riojana Iregua.
Pero en Aranzadi tienen ya motivos para la esperanza, tres ejemplares de anteriores sueltas ya se han dejado ver por Urdaibai y otros humedales próximos, todo un éxito que augura un buen futuro al programa de recuperación del águila pescadora. Y no dejéis de seguir la aventura de Mandela y el resto de sus compañeros en la web de los responsables del proyecto www.birdcenter.org.
Esperemos tener a Mandela pronto de vuelta para seguir disfrutando de él, aprender con sus aventuras y poner en valor la riqueza que nos aporta la biodiversidad en nuestro entorno.
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