El 22 de mayo se celebra el Día Internacional de la Diversidad Biológica, un gran tesoro natural en crisis, en gran medida por la acción humana. Somos el problema, pero como recuerda la ONU también “somos parte de la solución”.
Finalizado el estado de alarma y el confinamiento, podemos recuperar el contacto con la naturaleza. Volver a pasear por playas y montañas para disfrutar del canto de las aves, el olor de las flores y del fascinante mundo que integramos.
La red de la vida es inmensa y diversa. Convivimos con unos 8 millones de especies y a cada una le corresponde un papel esencial. Desde bacterias y pequeños seres como el plancton que alimenta a ballenas; abejas y mariposas que polinizan las flores y nuestros cultivos, a grandes colosos como los elefantes. Todos somos naturaleza y nos necesitamos.
La biodiversidad es la gran riqueza de la naturaleza. Proporciona todo lo necesario para vivir: oxígeno para respirar y agua para beber, alimentos, refugio y salud. Es la mayor farmacia del planeta. La naturaleza nos da sustento y esperanza, incluso en los momentos más difíciles, pero su futuro corre un grave peligro.
CRISIS DE BIODIVERSIDAD
A pesar de todos sus beneficios, el estilo de vida de los humanos la está destruyendo. Afrontamos la sexta gran extinción, ha sido provocada por la acción civilizatoria y la tasa de extinción será mil veces superior a las anteriores.
El informe Planeta Vivo de WWF indica que en las cuatro últimas décadas la Tierra ha perdido el 60% de sus poblaciones de vida salvaje. Un millón de especies van camino de su extinción y cada hora desaparecen tres especies. Es urgente que parar esta sangría. Es necesario volver a ser parte de la naturaleza y no pretender ser sus dueños.
60 AÑOS CON LA NATURALEZA
WWF adelanta miles de proyectos en todo el mundo para proteger la biodiversidad frente a la pérdida y destrucción de hábitats, sobreexplotación de recursos naturales, contaminación de ríos, mares y aire, el cambio climático, introducción de especies invasoras y tráfico de especies.
La organización ambientalista que acaba de cumplir 60 años y con el apoyo de sus activistas en todo el mundo, contribuye en la protección de los animales más icónicos y amenazados (pandas, jaguares, koalas, gorilas, chimpancés, orangutanes y linces) y a los ecosistemas que integran.
WWF lucha contra la contaminación y los plásticos que matan a ballenas, delfines y tortugas; trabaja para frenar el cambio climático que amenaza a corales, osos polares, pingüinos y leopardos de las nieves; y combate a las mafias que se lucran con el tráfico de tigres, elefantes, rinocerontes, pangolines y otras muchas especies. “Aún estamos a tiempo de revertir la crisis que devora nuestro maravilloso planeta, pero necesitamos la ayuda ciudadana para seguir defendiendo a todos los seres con los que compartimos hogar y destino”, subraya la ONG.
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