Por JESÚS OSSORIO / Fotografía: PEPE TORRES
Aulas, como las de esta facultad de Medicina de la Universidad de Granada, es donde los futuros médicos aprenden el oficio que tiene la enorme responsabilidad de salvar vidas y curar enfermedades. Una misión en la que sólo este curso se han embarcado 6.845 alumnos en toda España. Una cifra que ha aumentado al mismo ritmo que marcaban las universidades que ofertan estos estudios. En el curso 2014-2015 son 42 los centros -entre públicos y privados- en los que se puede estudiar Medicina. Hace una década no llegaban a 30. La primera pregunta del examen a la profesión parece evidente: ¿Hay tanta demanda de médicos en nuestro país?
Pedro Romero (foto), vicedecano de Educación Médica de la Universidad de Granada, es tajante: “No hay muchos médicos titulados sino menos oferta de trabajo para absorber a los nuevos profesionales”. Antonio Higueras, profesor de Psiquiatría en la facultad, coincide en el diagnóstico. “Hay un gran desfase de nuevos graduados y plazas, esta situación es especialmente dramática en Andalucía, donde pasan años sin convocarse nuevas oposiciones y las bajas y jubilaciones no se amortizan”. No opinan igual las asociaciones profesionales de médicos, que sitúan el foco de esta situación en las instituciones educativas.
Óscar Gorría, de la Organización Médica Colegial, cree que el desequilibrio entre el número de plazas para estudiar Medicina y la oferta de empleo para el sector tiene que solucionarse con más coordinación entre los ministerios de Educación y Sanidad, aunque cree que “las universidades y las comunidades autónomas” son “algo más culpables”. El doctor Gorría denuncia que “es un despropósito que queramos tener una facultad de Medicina en casi cada ciudad del país”.
El aumento considerable del número de médicos que fabrican las universidades españolas ha coincidido con la ola de recortes que ha sacudido a la sanidad pública con motivo de la crisis. El profesor Higueras no esconde su pesimismo: “Si nadie lo remedia, la sanidad pública va camino de convertirse en una suerte de beneficencia; quien tenga dinero irá a la privada y el que no pueda, tendrá que conformarse con lo que quede de la pública”. Higueras enumera algunos de los síntomas: listas de espera eternas, plantillas insuficientes, bajadas de sueldo y recortes en los medicamentos. La situación ha minado el ánimo de los profesionales y este profesor, que también es jefe de Psiquiatría en el Hospital Virgen de las Nieves, asegura que atiende a varios compañeros que “están deseando jubilarse, hace unos años lo habitual era ayudar a los doctores jubilados a desengancharse de su trabajo”.
A pesar de las dificultades, el desánimo parece no haber contagiado a los alumnos. “Una vez se han matriculado es muy difícil disuadirlos, saben que les esperan al menos diez años de formación y confían en que la situación laboral puede dar la vuelta”, pronostica el profesor. El camino no es fácil y tampoco el acceso a las facultades de Medicina. A pesar de la amplia oferta de plazas, esta carrera tiene tradicionalmente una nota de corte alta, que no está al alcance de todos. En este curso, la media fue de 12 sobre 14 y la facultad de Granada requirió la más alta: 12,69.
El nivel de exigencia al que se enfrentan los médicos del futuro parece hacerles muy resueltos cuando se les pregunta por si hay demasiadas plazas para estudiar su carrera. “No hay médicos de más, sino puestos de trabajo que no se cubren por los recortes”, defiende Cristóbal Méndez. Este almeriense, alumno de cuarto, mantiene intactas sus ganas de ser médico. Es su vocación y asegura que no tiene intención de rendirse: “Es una carrera de fondo pero la meta es muy bonita”. Tras los seis años de carrera, con sus correspondientes meses de febrero, junio y septiembre, llega el examen del MIR. La nota en esta prueba determina en gran medida la elección de la especialidad que cursarán si consiguen pasar. No hay plazas para todos los titulados que generan las universidades españolas. En la convocatoria 2014-2015, el Ministerio de Sanidad ofertó 6.102 plazas. Irene Navarro, estudiante de quinto, siente ya la presión por la cercanía de ese momento: “Marca tu forma de vida y hay gente que tiene que repetir la residencia porque se da cuenta que la especialidad que ha elegido no era lo suyo”.
De la teoría a la práctica
Los hasta cinco años que dura la residencia suponen un baño de realidad para los médicos. De los libros pasan al día a día de un hospital o un centro de salud. Para muchos supone el primer contacto directo con la materia prima de la sanidad: los pacientes. “Es algo que casi no aprendemos en las aulas”, reprocha Jesús, estudiante de cuarto curso. Otros compañeros coinciden en esta queja sobre el plan de estudios. “En algunos cursos nos inundan con muchísima teoría y te quedas con la sensación de estar aprendiendo cifras y datos sólo para aprobar el examen, sin saber muy bien qué aplicación tendrán cuando seamos anestesistas o cardiólogos… Quizá salgamos sobrepreparados en teoría y sería bueno que hubiera más prácticas para especializarnos antes del MIR”, sostiene María del Mar, que cursa cuarto de Medicina.
El vicedecano Pedro Romero matiza que sí hay prácticas durante los años de la carrera y asegura que la Universidad de Granada está trabajando para que el último curso sea casi cien por cien dedicado a ellas. Además, explica que al margen de la importancia de la experiencia que se adquiere en el MIR, es clave “el razonamiento clínico que los estudiantes desarrollan durante los primeros años de estudio”.
Para algunos, sigue sin ser suficiente. El profesor Higueras cree que la Universidad necesita una “revolución de la A la Z, el talón de Aquiles son las prácticas, la falta de ellas”. En su opinión el aterrizaje de los médicos en el MIR es algo brusco. “Sin casi prácticas ni experiencia, en los primeros años los ponen a trabajar en Urgencias, con todo lo que ese departamento implica”. A finales de enero, la Defensora del Pueblo presentó un informe preocupante sobre la salud de los sistemas de urgencias. En el texto se afirma que la presencia de profesionales especializados y con experiencia “no esta garantizada” en todas las franjas horarias, ni todos los días de la semana. Esta carencia se acaba supliendo con médicos residentes, “quienes acaban asumiendo una excesiva responsabilidad”, según refleja el informe.
Aunque son muchas las voces que piden cambios en el plan de estudios, la carrera de Medicina ha quedado fuera de la polémica reforma educativa del ministro José Ignacio Wert, que pretende reducir la duración de los grados hasta tres años y ampliar los másteres hasta dos. “El curriculo de un médico no se puede recortar más, la carrera necesita esta duración para adquirir las competencias básicas de cada especialidad”, argumenta el vicedecano.
Son muchos los países que aprecian la cualificación de los titulados en Medicina de España y lo reconocen importando médicos para incorporarlos a sus sistemas sanitarios. Algunos datos invitan a pensar que la llamada ‘fuga de médicos’ de nuestro país se está frenando. Hasta noviembre de 2014, la Organización Médica Colegial expidió 3.300 certificados a licenciados para ejercer fuera de España. Sólo un 0,6% más que el año anterior. Sin embargo, las cifras en el caso de Enfermería siguen siendo preocupantes. En 2014, los trámites para salir del país en busca de trabajo aumentaron un 10% respecto al año anterior.
Érika López es una de las miles de médicos que realiza el MIR en España, el último paso antes de incorporarse por completo al sistema sanitario. “Si llega el momento y no queda otra, me iría fuera de España para encontrar un trabajo estable”, admite. Esta granadina de 29 años está ya en el quinto año de la especialidad de Cardiología y contempla el futuro con escepticismo aunque espera que en este año electoral “salgan más oportunidades”. Sin embargo, sabe que terminar con éxito la especialidad no es garantía de casi nada. “Es muy fácil quedarse atrapado en becas y contratos precarios”, lamenta. Pero ella es de las que no está dispuesta a dejar escapar su vocación. No le gustaría tener que dejar su tierra pero está estudiando alemán y ya ha pasado una temporada de prácticas en Berlín por si tiene que huir para ejercer su profesión.
Un estudio de la Organización Médica Colegial habla de “paro sumergido” en el sector. Según Óscar Gorría, un 20% de los médicos desempleados ni siquiera están apuntados al paro porque encadenan contratos temporales. “La precariedad va en aumento”, denuncia. Medicina ya no es la carrera que todos los padres quieren para sus hijos, ni siquiera si los progenitores son del gremio. Es el caso de María, alumna de tercero, “fueron los primeros en desanimarme cuando me decidí, no sólo por la situación laboral, sobre todo porque nadie como ellos sabe el sacrificio que supone estudiar y ejercer esta profesión”.
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