Por Cambio16
09/06/2017
Da igual la entidad del rival. Rafael Nadal es el rey de la tierra y de París. En otra exhibición del tenis, el español se clasificó para su vigésimo segunda final de ‘Grand Slam’, décima en Roland Garros, tras derrotar a Dominic Thiem por 6-3, 6-4 y 6-0, en 2 horas y 7 minutos. Sólo Roger Federer, con 28, se plantó más veces en una última ronda.
Sus registros en la arena son más de una máquina que de un ser humano: 23 partidos ganados de los 24 en la gira europea de arcilla, 101 victorias de 103 en duelos a cinco sets en superficie lenta y 78 triunfos en los Internacionales de Francia por escasamente dos derrotas.
https://youtu.be/eZuB_xoA5oo
El austriaco, el único verdugo de Nadal en la presente gira de polvo de ladrillo, le superó en los cuartos del Masters 1.000 de Roma, no pudo con el peso de los efectos del campeón de 14 grandes, en especial los generados con su mortífera derecha, y su ritmo de crucero, más elevado que cualquier otro ‘terrícola’.
Cuando Thiem armaba el brazo ya tenía la pelota encima. El 0-1 inicial para el derrotado fue más un espejismo que una realidad de lo que iba a pasar después.
A pesar del retraso que se llevaba con el inicio de la segunda semifinal por la larga duración de la primera, el partido entre Nadal y Thiem tuvo que empezar más tarde de las seis porque la organización había vendido doble entrada y se tuvo que desalojar la Philippe Chatrier para dar entrada a los nuevos espectadores.
De hecho, cuando español y austriaco empezaron las hostilidades la grada seguía semivacía por el ‘overbooking’ reinante en los vomitorios de la central parisina. No es fácil vaciar 14.000 localidades y que comparezcan después otros nuevos 14.000 aficionados.
Que Nadal estaba nervioso lo demostraba que en el tercer punto del partido, con su servicio, cometía la primera doble falta. El marcador reflejaba un 30-0 a su favor. Ese juego terminaría del lado de su rival. Parecía una mala señal. Perder el saque de entrada era algo que el español no había hecho en todo el torneo.
Thiem mostraba su versión más ofensiva desde el resto. El pupilo de Gunter Bresnik tiene un gran servicio abierto a la ventaja pero es que con Rafa eso no le funciona porque le tira a la derecha, su mejor arma. El nueve veces campeón del Abierto galo le devolvía la rotura inmediatamente después. Todo empezaba de cero.
https://youtu.be/RrPemz3HdXg
Nadal sacaba segundos a 137 kilómetros por hora y así era fácil para su adversario presionar desde la devolución aunque la velocidad baja obedecía a una táctica para que Dominic no aprovechara la fuerza del impacto en el resto. El austriaco desperdició otras dos opciones de ‘break’ cuando apenas se disputaba el tercer juego.
En la grada, el manacorí había reunido por primera vez en el Abierto a sus tres entrenadores: Toni Nadal, Francis Roig y Carlos Moyá. Cada asalto significaba opciones de rotura para el oponente. Era cuestión de saber quién sería más efectivo de los dos.
A Thiem las dimensiones de la central del Bois de Boulogne se le hacían inmensas mientras que para Nadal era como jugar en el jardín de su casa. Esperó, con acierto, los errores de Thiem plantado un metro y medio por detrás de la línea blanca y le salió bien. Encadenaría cuatro juegos en un visto y no visto y sin la sensación de ser muy superior.
Y es que el octavo favorito tardaría 32 minutos en ganar un servicio. El sol seguía reinando en el cielo de Francia pero el desenlace final podía verse aplazado a mañana si Nadal no se daba prisa por terminar. Y es que a partir de las 21.00 horas la luz se reducía al mínimo estado.
La segunda manga empezó con un Thiem que se lo jugaba todo a una carta. Lo que pasa es que su poca efectividad en los puntos de ‘break’ le condenaba. Rafa, por contra, acertaba en sus oportunidades y en el tercer juego de la continuación ya llevaba de nuevo la delantera en el resultado y en el juego. La sentencia estaba cerca.
https://youtu.be/SPc0cLy2U0I
Thiem tenía que ganar tres veces el mismo punto porque delante estaba un ser inexpugnable, como un frontón.
Durante las dos semanas de competición, tanto Toni Nadal como su sobrino han insistido en los paralelismos entre esta edición con la de 2008, en cuanto a tenis y sensaciones. Esta vez han sido 29 los juegos cedidos en el camino a la final por los 37 de hace nueve temporadas. El récord de 27 de Björn Borg se mantiene intacto.
A falta de emoción en la pista, la grada se lo pasaba bien haciendo la ola. El lenguaje corporal del austriaco, una vez perdió la segunda manga, era el de un tenista derrotado.
Nadal se medirá el domingo a Stan Wawrinka, verdugo de Andy Murray en cinco sets. Ambos han topado en 18 ocasiones en el circuito, con el balear de vencedor en 15 de los precedentes. El suizo se agarra a su imbatibilidad en finales de ‘Grand Slam’ mientras que Rafa respira con la confianza que da que por quinta vez en su carrera llega a la lucha por el título sin haber cedido un set.