Alrededor de 50 millones de personas en el mundo padecen alzhéimer y, cada año, se registran cerca de 10 millones de nuevos casos de esta enfermedad incapacitante y dependiente. Su desarrollo va empañando la memoria, los recuerdos, datos, nombres y va borrando la vida misma.
La OMS estima que esa cifra, ya de por sí voluminosa, se expandirá a 82 millones de personas en 2030 y a 152 millones en 2050, a medida que crezca la población mundial. La ciencia se ha volcado en entender esa patología que no es una consecuencia inevitable del envejecimiento.
El alzhéimer es un síndrome caracterizado por el deterioro de la función cognitiva, es decir, la capacidad para procesar el pensamiento. Afecta además, la memoria, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. En otras palabras, el ataque de la enfermedad va directo al cerebro que es el órgano rector del cuerpo, que dirige todas las funciones, voluntarias e involuntarias.
Señalan los especialistas que la afectación de la función cognitiva suele ir acompañado, y en ocasiones es precedido, por el deterioro del control emocional, el comportamiento social o la motivación.
Este padecimiento alcanza no solo a los pacientes, sino también a sus cuidadores y familiares, que se ven abrumados por la enfermedad y sus consecuencias. A menudo hay una falta de conciencia y comprensión de la demencia, lo que puede causar estigmatización, rechazo y complicar aún más las cosas. De allí la importancia de que todos los involucrados en un caso deben estar informados y asistidos.
Sin embargo, esta demencia afecta a cada persona de manera diferente. Dependiendo del impacto de la enfermedad y de la personalidad del sujeto antes de empezar a padecerla. Hay casos más suaves y dóciles y, otros, en que las personas pueden responder en ocasiones, con violencia.
El alzhéimer, la enfermedad sin cura
¿Cuáles son los signos del alzhéimer, acaso hay cura para la enfermedad? ¿Se puede anticipar un diagnóstico y atenderla con rapidez?
Muchas personas experimentan olvidos o retrasos leves de memoria, que son parte del proceso normal de envejecimiento. Todos tenemos dificultad ocasional para recordar una palabra o el nombre de alguien. Sin embargo, una persona con la enfermedad de Alzhéimer u otros tipos de demencia, encontrará estos síntomas cada vez más frecuentes y graves.
Por ejemplo, cualquiera podría olvidar donde colocamos nuestras llaves del coche. Una persona con alzhéimer puede colocar las llaves en un lugar inusual, como el refrigerador. Incluso, no pueden recordar para qué se usan las llaves. Estos comportamientos son una primera señal.
También si observamos en nuestros familiares o amigos cambios en la personalidad, dificultad para comunicarse y bajo nivel de energía. Así como la pérdida de memoria, cambios de estado de ánimo y problemas de atención y orientación. Incapacidad de resolver operaciones aritméticas sencilla.
A partir de entonces conviene asistir a una consulta médica. Es importante buscar ayuda profesional temprana si es posible. Por lo general la enfermedad de Alzhéimer avanza gradualmente, con una duración de dos a 20 años, con un promedio de siete años en EE UU.
Los científicos han identificado una condición entre la pérdida normal de memoria relacionada con la edad y la demencia llamada deterioro cognitivo leve (DCL). Las personas con DCL tienen problemas de memoria, pero son capaces de realizar actividades rutinarias. El DCL a menudo conduce a la enfermedad de Alzhéimer, pero no siempre.
Si bien no existe una cura para la enfermedad, un médico puede recetar ciertos medicamentos para ayudar a retrasar la progresión o aliviar algunos de los síntomas de la enfermedad. Este tratamiento es más eficaz en las primeras etapas de la enfermedad de Alzhéimer, por lo que la detección temprana y el diagnóstico son importantes.
Un olvido colectivo hacia el alzhéimer
Este 21 se celebra el Día Mundial del Alzhéimer, una enfermedad que suele aparecer después de los 65 años, pero hay casos en edades previas.
Según la Alzheimer’s Disease International (ADI) solo una cuarta parte de los países del mundo cuenta con una política, estrategia o plan nacional de apoyo a las personas con demencia y sus familias.
La mitad de estos países se encuentran en la Región Europea de la OMS, y el resto se reparte entre las demás regiones. Sin embargo, incluso en Europa, muchos planes están expirando o ya lo han hecho, por los altos costos, lo que evidencia la necesidad de un compromiso renovado por parte de los gobiernos.
La discapacidad asociada a la enfermedad del Alzhéimer es un factor clave de los costos relacionados con esta enfermedad. En 2019, el costo mundial de la demencia se estimó en 1,3 billones de dólares. Se prevé que el costo aumente a 1,7 billones de dólares para 2030, o a 2,8 billones de dólares si se tiene en cuenta el aumento de los costos de la atención.
La OMS indicó que el mundo no está abordando el reto de la demencia. “La demencia roba a millones de personas sus recuerdos, su independencia y su dignidad. Pero también nos arrebata a los demás a las personas que conocemos y amamos”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la organización.
Asimismo comentó que “el mundo está fallando a las personas con demencia, y eso nos perjudica a todos. Hace cuatro años, los gobiernos acordaron una serie de metas claras para mejorar la atención de la demencia. Pero las metas por sí solas no son suficientes. Necesitamos una acción concertada para garantizar que todas las personas con demencia puedan vivir con el apoyo y la dignidad que merecen”.
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