La inexistencia del Estado de derecho en Venezuela es la muralla inexpugnable que impide un diálogo real entre el régimen de facto de Nicolás Maduro y el gobierno legítimo de Juan Guaidó. Constatada esta dura realidad, la celebración de elecciones universales, libérrimas, directas y secretas resulta obvia. El sufragio la única forma de expresarse la soberanía popular, la fuente de legitimidad del poder en el hemisferio occidental.
La estocada mortal a la Constitución de 1999 incluye tres puñaladas traperas: la designación del espurio Tribunal Supremo de Justicia, la creación de la falaz asamblea nacional constituyente y, la convocatoria fraudulenta a elecciones presidenciales en mayo de 2018. Estos hechos deleznables determinan el salto de Maduro a los terrenos de la usurpación y que Juan Guaidó asumiera la jefatura de Estado, por ser el presidente de la Asamblea Nacional, según lo prescribe el artículo 223 de la Constitución todavía no proscrita por el régimen chavista.
La falsa reelección de Maduro sustentó que más de 52 Estados y organizaciones internacionales relevantes por su valor e influencia europeas y americanas (la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos y la Organización de Naciones Unidas, entre otras) reconozcan a Guaidó. El diputado como jefe de Estado encargado, por méritos propios, ha contado con el apoyo interno y externo y, el respaldo inapreciable del brillante secretario general de la OEA, Luis Leonardo Almagro.
Juan Guaidó ha triunfado con el establecimiento de una figura innovadora en el mundo del Derecho y de las relaciones internacionales: la del presidente legítimo. Una aportación que refuerza el ejercicio pleno, la defensa y protección de los derechos fundamentales del hombre y el ciudadano. Inalienables, innegociables e imprescriptibles.
La reciente reunión de México, abrumada por las fanfarronadas y disparatadas declaraciones de Maduro, anunciaban el fracaso del encuentro auspiciado por Andrés Manuel López Obrador, el ignaro sucesor de Francisco Madero, primer presidente de la revolución mexicana de 1910. Antirreeleccionista y ferviente partidario del sufragio, Madero logró desalojar del Palacio Nacional, sede del Gobierno de México, al dictador Porfirio Díaz, con el espaldarazo inestimable de Pancho Villa y Emiliano Zapata, líderes militares y populares.
Es digna de encomio, el intento de Noruega de presentarse como Estado neutral para mediar en el conflicto. Nos recuerda su lucha valiente contra el nazismo, pero un esfuerzo insuficiente. El Derecho Internacional Contemporáneo que requiere, sin defecto, la declaración unilateral de neutralidad, pero también el reconocimiento de los Estados o de las Organizaciones Internacionales, miembros, por definición, de la Comunidad Internacional. Y no ocurrió
En términos jurídicos, el memorando firmado en la antigua Tenochtitlán, el 13 de agosto de 2021, publicado, apresuradamente, por la Asamblea Nacional oficialista el 18 de agosto de 2021 se asemeja al silbido del caminante temeroso en la oscuridad de la noche. Ni una sola palabra de su contenido deriva efectos que puedan fortalecer la prolongación de la dictadura.
La polémica mueve su péndulo del acierto al error. Algunas opiniones de la oposición declaran la desaparición del Gobierno legítimo y enaltecen por mampuesto al tirano. Igual, algunos reportajes periodísticos faltan a la regla de oro de la ética periodística: contar la verdad.
El reportaje de El País, fechado 21 de agosto, registra los puntos de vista de los politólogos Ana Milagros Parra y Ángel Álvarez, profesor de la Universidad de Ottawa. Ambos incurren en el pecado capital de la pereza al torcer la interpretación de la norma jurídica, esencial a la conceptualización política.
En ese sentido, comparto los criterios de un jurista de enjundia, Román Duque Corredor, relacionados con el Memorando de entendimiento.
a) El acuerdo publicado por la asamblea del régimen no posee ningún fundamento jurídico. Es banal e intrascendente, como podría decirse de los acuerdos de duelo, conmemorativos o de remembranzas históricas. Lo destacable es acepta la discusión sobre la propia facultad de gobernar del régimen madurista.
b) Los dignatarios admiten llamarse «partes», nítido significado de igualdad, lleva consigo un mutuo reconocimiento político entre las «partes» intervinientes en el proceso de negociación, jamás existe un reconocimiento jurídico de legitimidad a la «parte» denominada «gobierno de la República Bolivariana de Venezuela».
c) En la práctica, la agenda aprobada demuestra elocuentemente que los comicios electorales después de 2015 han sido viciados debido a la ausencia de libertad y garantía de pureza, con lo cual queda marcado el origen ilegítimo del régimen Chavista.
d) Es claro, además, que la mesa de negociación tiene por objeto buscar una solución a la gobernabilidad en Venezuela, para el bienestar, la paz y el respeto a los derechos humanos. Todo lo cual pone en evidencia la carencia de legitimidad, no sólo de origen, sino también de ejercicio del poder de un «gobierno» que cacarea su eficacia, bien entendido, a partir del Derecho Político y del Derecho Internacional.
e) Al hilo con este pensamiento, luce pertinente el llamado a ambas «partes» de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de 23 de agosto de 2021, para que se lleve a cabo un diálogo serio, amplio, incisivo y justo, con el fin de superar la profunda crisis que atraviesa Venezuela. Destruida hasta sus tuétanos, la institución estatal ha permitido la salvaje transgresión de los derechos humanos a las personas que disienten de un gobierno que ataca rudamente, sin precedentes históricos, el espíritu nacional, por medio de la opresión, la represión y la tortura.
Somos testigos de un proceso destructivo que nos muestra las plagas del hambre, la enfermedad y la muerte
En definitiva, somos testigos de un proceso destructivo que nos muestra las plagas del hambre, la enfermedad y la muerte. Un colosal deterioro de las condiciones de vida de la sociedad venezolana, que ha determinado una penosa diáspora que roza los seis millones y medio de compatriotas, que arrancó del alma al poeta Rafael Cadenas, premio Príncipe de Asturias, la desgarradora frase: Venezuela está en todas partes.
Pasados 135 años del derrocamiento de Porfirio Díaz, el Palacio Nacional de México no fue nunca más residencia y despacho del jefe del Estado. Sin embargo, López Obrador, muy humilde y campechano, se mudó con armas y bagajes y vive en el bello edificio de la Plaza del Zócalo, albergue de Moctezuma y Hernán Cortés, convertido en museo, alberga los murales espléndidos de Diego Rivera. Justo a la derecha se levanta imponente la churrigueresca Catedral de la Virgen de Guadalupe, patrona de México, de América Latina y de Filipinas.
El presidente mexicano, tan dado a la demagogia, la cursilería y el populismo, disfruta la pompa y los fuegos artificiales, carácter que no falta en el delirio de los gobernantes comunistas de Iberoamérica. Igualmente, como sus colegas de Cuba, Nicaragua y Venezuela, también aplica sin pudor las restricciones a las libertades. Ruego a la Virgen de Guadalupe que no padezca de la enfermedad que caracteriza a sus iguales: la avidez de riqueza malhabida..
Es muy densa la experiencia moderna de regímenes que se han organizado en forma democrática y en su decurso han devenido en dictaduras de absoluta y cruel arbitrariedad. El choque brutal, entonces, es entre la Democracia Representativa y el Comunismo de nuevo cuño populista, no es otro. Estamos obligados a vencer y, solamente el sufrimiento escarnecido de la Patria nos impulsa a la búsqueda de una solución equilibrada, muy difícil pero muy difícil de alcanzar.
La Tiranía, no actúa de buena fe, no es, por tanto, un interlocutor válido. Quizá la Ayuda Humanitaria o derecho de injerencia y la Responsabilidad de Proteger, ambos institutos jurídicos de largo recorrido doctrinal, puedan animar la actuación de las Organizaciones Internacionales y las Naciones más civilizadas, como solía decirse en el Derecho Internacional Clásico. No perdamos la esperanza de vencer, de rescatar nuestra Democracia, dignidad, libertad y decencia. Winston Churchill nunca la perdió y en su discurso de 1940, en la hora más oscura de Gran Bretaña, postuló la victoria que alcanzó años más tarde.
Lea también en Cambio16.com:
Suscríbete y apóyanos «Por un mundo más humano, justo y regenerativo»
Gracias por leer Cambio16. Vuestra suscripción no solo proporcionará noticias precisas y veraces, sino que también contribuirá al resurgimiento del periodismo en España para la transformación de la conciencia y de la sociedad mediante el crecimiento personal, la defensa de las libertades, las democracias, la justicia social, la conservación del medio ambiente y la biodiversidad.
Dado que nuestros ingresos operativos se ven sometidos a una gran presión, su apoyo puede ayudarnos a llevar a cabo el importante trabajo que hacemos. Si puedes, apoya a Cambio16 ¡Gracias por tu aportación!