No existe una fórmula mágica ni una visión milagrosa que conecte sostenibilidad con rentabilidad asegurada. Lo que las organizaciones tienen que tener en cuenta es que cuanto más fundamentadas estén sus decisiones, cuantos más factores de riesgo analicen, más probabilidades habrá de que sus inversiones sean rentables.
Clarity AI es la tecnológica que busca optimizar el impacto social y medioambiental de la inversión privada a través de una plataforma disruptiva, la inteligencia artificial y el bigdata. Proporciona a los inversores información valiosa sobre datos para fundamentar sus estrategias de impacto, fundamentalmente ante los estándares ASG y el riesgo climático.
La incorporación de criterios ASG conlleva un cambio paradigmático en el ámbito financiero y consagra el compromiso de integrar la sostenibilidad en las inversiones, la financiación o la gestión del riesgo, entre otros factores. Los retos medioambientales y sociales a los que nos enfrentamos son de tal magnitud que es razonable pensar que la inversión de impacto es un pilar fundamental.
Según la OCDE, se necesita una inversión de 3,7 billones de dólares al año, de aquí a 2030, para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Hasta ayer mismo, los reportes de sostenibilidad dependían de sesudos analistas que después de arduas mediciones y extensos informes decían qué empresas eran buenas y cuáles malas. Los algoritmos pueden procesar muchos más datos que cualquier analista, y también más rápido y de forma más transparente.
Fundada en 2017 por la empresaria española Rebeca Minguela, con sede en Nueva York, Clarity AI, considerada como uno de los ‘Pioneros Tecnológicos’ por el Foro Económico Mundial (WEF), ha sido distinguida este año como una de las cincuenta empresas más innovadoras del mundo por la revista Fast Company.
Clarity AI se dedica al desarrollo de soluciones de software bajo el modelo SaaS (Software as a Service) con el fin de ayudar a los inversores a optimizar el impacto social que puedan tener sus carteras de inversión. La compañía pretende contribuir a la asignación eficiente de capital social, aprovechando la investigación científica y los últimos avances tecnológicos, ya que proporciona a los tomadores de decisiones herramientas fiables y completas para la comprensión y optimización social y ambiental.
La propuesta de valor de Clarity AI se basa en tres pilares. Por un lado, es una de las bases de datos de impacto ambiental y social más extensas y fiables disponibles en el mercado, con referencias y análisis de hasta 70.000 empresas, 400 países y administraciones locales y más de 420.000 fondos.
Cuenta, asimismo, con una serie de calificaciones o ratings que cubren diferentes perspectivas de sostenibilidad (ESG, clima, impacto, Agenda 2030 de la ONU y otras metodologías patentadas), así como la posibilidad de adaptarlas de acuerdo a las preferencias de los clientes. Se trata, por último, de una plataforma basada en la última tecnología que permite realizar análisis y generar reportes de sostenibilidad de las carteras de inversión.
Según Ángel Agudo, vicepresidente de Producto y miembro del Consejo en Clarity AI, “nuestra plataforma puede medir cómo se comportan las empresas y cómo crean un impacto en el medio ambiente y en la sociedad con un nivel de detalle que alguna vez fue inimaginable. Podemos presentar a las empresas datos que estaban ocultos y opacos. Por eso llamamos a la empresa Clarity AI: queremos añadir claridad para que puedas elegir de forma sostenible”.
La inversión de impacto se ha consolidado como una de las estrategias más significativas de la inversión sostenible. ¿Sería aconsejable unificar criterios en la medición y comparabilidad para incrementar su capacidad de crecimiento?
Sí, no solo es aconsejable, sino que es casi un paso imprescindible para seguir avanzando y mejorando la inversión de impacto. Una forma de conseguirlo es adherirse a marcos existentes como el de los Objetivos de Desarrollo Sostenible o la propia normativa.
De hecho, reglamentos como el de divulgación de finanzas sostenibles en la Unión Europea, más conocido como SFDR, o la taxonomía europea pueden ayudar a unificar criterios que mejoren la comparabilidad. Ya estamos viendo sus efectos en la región, con gestoras que están adaptando sus estrategias de inversión a la normativa y que ya reportan la información usando la plantilla común para toda la UE. Este es solo un ejemplo.
Existe una proliferación de reglamentos en todo el mundo, en países como Estados Unidos, Reino Unido, Singapur… Aunque la normativa sea bienvenida, en un mundo globalizado, necesitamos cierta consistencia entre reglamentos. De lo contrario, el riesgo es añadir más complejidad a los procesos existentes, aumentar los costes, y limitar la actividad de las gestoras.
Facilitar la interoperabilidad de los marcos regulatorios es otro de los pasos imprescindibles para seguir acelerando la inversión sostenible. Hicimos un estudio comparativo del SFDR con las propuestas del Reino Unido y de Estados Unidos y vimos que solo el 4% de los fondos sostenibles podría comercializarse como tal en estas tres geografías.
Otro punto importante es dar cierta flexibilidad. Es decir, que el reglamento dé cierto margen a las gestoras para mantener su competitividad. Un buen ejemplo de esto es la definición de inversión sostenible, incluida en el artículo 2(17) del SFDR. Se establecen ciertas pautas, pero también da pie a la interpretación por parte de los inversores. Eso sí, el requisito siempre es divulgar los datos con la mayor transparencia posible para que esa información pueda usarse de la forma más eficiente y efectiva.
Ya representa un tercio del total de los activos mundiales bajo gestión (aproximadamente 28 billones de euros), con un incremento del 34% en los últimos años de acuerdo al último informe publicado por la Global Sustainable Investment Alliance. ¿Cómo será su evolución?
Es difícil predecir el futuro, especialmente con un entorno macroeconómico tan cambiante. Pero todo apunta a que la inversión sostenible seguirá creciendo. Según un estudio de Bloomberg Intelligence, se estima que en 2025 los activos ASG alcancen los 50 billones de dólares.
Sin embargo, dicen, se mantendrá la proporción. Es decir, los activos ASG seguirán representando un tercio de los activos mundiales bajo gestión. Por otro lado, un estudio más reciente de Bloomberg señala que el 90% de los directivos espera aumentar “significativamente” su inversión en datos ASG este año.
La principal razón, en la mayoría de los casos, es mantener su competitividad. Uno de los factores que puede acelerar esta tendencia es el cambio generacional. Las expectativas del inversor retail han cambiado, con una mayor concienciación de los retos sociales y medioambientales. Según el barómetro de Edelman de 2022, el 64% de los encuestados invierte según sus creencias y valores. Además, la directiva de sostenibilidad de MiFID II de la UE obliga a los asesores financieros a preguntar por las preferencias de sostenibilidad de los inversores retail.
Lo que tenemos que evitar es llegar a situaciones como la de EE UU, donde se ha generado un debate político en torno a la inversión sostenible. Aunque confluyan más factores, esta situación ha influido negativamente en la inversión sostenible, con una reducción en el patrimonio de fondos ASG de 11.400 millones de dólares el año pasado.
¿De qué forma se puede demostrar la viabilidad financiera de la inversión de impacto?
No existe una fórmula mágica para demostrar el vínculo de la inversión de impacto con la viabilidad financiera, pero sí hay argumentos o estudios que ayudan a entender cómo se puede optimizar el retorno en la inversión de impacto.
Uno de ellos es un cambio en la conciencia social y en los hábitos de consumo. Según Deloitte, el 50% de los consumidores está dispuesto a pagar más por productos sostenibles y el 64% tiene en cuenta las políticas de sostenibilidad de las empresas antes de realizar una compra. Por lo tanto, invertir en empresas que no están teniendo en cuenta factores ASG puede afectar al retorno económico, arrastrado también por el coste reputacional que puede conllevar. Recientemente, publicamos un estudio sobre el impacto de las noticias sobre temas controvertidos de las empresas en temas ASG en el rendimiento en bolsa.
Según nuestros datos, una empresa puede llegar a perder hasta un 5% de su valor en bolsa en tan solo seis meses si se ve involucrada en prácticas no sostenibles o éticamente cuestionables. Otro punto, que puede ser más obvio, pero es importante, es el aumento en la frecuencia de los desastres naturales y ambientales, y de los fenómenos climáticos. Esto incrementa el riesgo de que una empresa vea afectada su actividad y, en consecuencia, su rendimiento.
Clarity AI ayuda a las organizaciones a implementar la sostenibilidad en su proceso de toma de decisiones para que este propósito pueda impregnar su estrategia de inversiones y, en general, todas sus actividades. ¿Cómo lo hace?
De varias formas. Primero, ofrecemos datos de calidad y comparables, lo que permite a las organizaciones acceder a información fiable y relevante sobre la que construir los análisis.
Segundo, nuestro equipo de expertos en todas las áreas de sostenibilidad, desde riesgo a clima, pasando por modelos de impacto como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, por supuesto, en marcos normativos, desarrolla y mantiene actualizadas las metodologías.
Estas nos permiten transformar los datos en información accionable, en línea con los estándares internacionales y regulatorios, además de proporcionar los datos en crudo. Una tercera vertiente son las herramientas que ponemos a disposición de las organizaciones y que se adaptan completamente a las necesidades de los usuarios. Nuestra plataforma web ofrece una experiencia intuitiva y muy visual para clientes más pequeños, con sistemas generalmente menos complejos. También nos integramos directamente en los sistemas y procesos ya existentes. De esta manera, contribuimos de alguna forma a democratizar la inversión sostenible al reducir la complejidad y los costes asociados a nuevos procesos. En el corazón de esta flexibilidad está la tecnología, que nos permite adaptarnos fácilmente, y a escala.
Por último, destacaría nuestra cultura colaborativa, que no solo se refleja internamente, sino también en nuestros acuerdos con terceros, como pueden ser las consultoras o plataformas como Refinitiv (parte del London Stock Exchange Group), entre más de 50 plataformas en las que nuestros datos o nuestra tecnología están presentes, para llegar allí donde podemos aportar valor.
¿Qué factores de riesgos son los que analizan y los que mayor peso tienen?
Probablemente el riesgo ASG y el climático sean los más extendidos. En el primer caso, ofrecemos métricas en 35 categorías de los tres pilares ASG (Ambiental, Social y de Gobierno Corporativo). En concreto, medimos más de 30 métricas cuantitativas, más de 40 cualitativas y más de 30 relacionadas con controversias. Por dar algunos ejemplos, algunas de las métricas cuantitativas más comunes son el uso de energías renovables, las emisiones de gases de efecto invernadero directas e indirectas, o el ratio de mujeres en plantilla o en los consejos de administración.
Las métricas cualitativas incluyen si una empresa tiene políticas de pruebas con animales, de prevención de riesgos laborales o de protección de datos, o si cuenta con planes de transición de cero emisiones netas. Por último, las métricas relacionadas con las controversias pueden incluir temas de publicidad, de derechos laborales, del impacto local de las actividades de una empresa. Estas métricas se basan en los principales estándares del sector, que son los de SASB. Esto contribuye a unificar criterios y mejorar la comparabilidad de las puntuaciones ASG.
Sin embargo, entendemos que hay organizaciones que necesitan ajustar su gestión de riesgo acorde con preferencias de sus clientes o políticas corporativas. Por eso, nuestra solución permite crear perfiles de riesgo personalizados, para que las organizaciones puedan elegir qué métricas o qué categorías son materiales para ellos. Nuestras soluciones de clima incluyen un análisis de riesgos más específicos, como son los riesgos físicos y de transición.
Por ejemplo, medimos los riesgos físicos y de transición. Medir la exposición de una cartera a los fenómenos climáticos como el aumento del nivel del mar, las olas de calor o las sequías es importante. Los riesgos de transición, por otro lado, están más asociados a cambios en la normativa o disrupciones tecnológicas orientadas a acelerar la descarbonización de la economía y a identificar oportunidades de inversión.
¿Cuál es el proceso para extraer las conclusiones adecuadas que faciliten una mayor comprensión del estado de las compañías?
El primer paso es asegurar que la base sobre la que se construyen las conclusiones sea sólida. Es decir, que los datos de las compañías, sean reportados o estimados, estén validados y sean comparables. El siguiente paso es procesar esos datos con metodologías para transformarlos en información útil y pertinente para los objetivos marcados.
Es importante que las organizaciones tengan acceso a las metodologías para que puedan mantener el control de la información que usan y justificarla ante sus grupos de interés.
Otro aspecto a destacar es la visualización de estas conclusiones, especialmente para los usuarios menos familiarizados con el análisis de sostenibilidad. Nuestra plataforma permite analizar una cartera desde todas las dimensiones de la sostenibilidad, y hacer comparaciones de una forma fácil e intuitiva.
La sostenibilidad no se debe sintetizar en un solo número, ¿por qué?
No es que no se deba, pero hay que entender bien cuándo se necesita usar una visión agregada y cuándo es necesario mirar más allá. Por ejemplo, las puntuaciones ASG. Son una forma de simplificar la complejidad de todas las métricas de riesgo que he mencionado anteriormente, y agregarlas en un número. Puede ser muy útil para hacer comparaciones de manera rápida, por ejemplo, siempre que seamos conscientes de sus limitaciones.
Si estamos hablando de tomar decisiones más informadas y de tener una influencia en las empresas, hay que entrar más en el detalle y entender cuál es el impacto de cada una de las métricas en ese número. Esto permite localizar mejor dónde están las debilidades y las fortalezas para ajustar mejor la estrategia. Otro caso de uso puede ser el engagement corporativo.
Tener acceso a una granularidad en los datos de sostenibilidad puede ser una herramienta muy eficaz para influir de forma más efectiva en las empresas, con argumentos apoyados en información detallada y objetiva.
En materia de criterios ESG, ¿cómo distinguir entre riesgo e impacto?
Son dos mediciones distintas, que pueden complementarse. Por un lado, el objetivo de la medición de riesgo es poder mitigar los riesgos financieros, derivados de las prácticas, políticas y controversias de una empresa. En concreto, mide el impacto que tiene el entorno en la empresa, y es una medida cuantificada de cómo factores sociales y medioambientales pueden afectar el rendimiento financiero del producto. La gestión del riesgo no implica impacto, ya que se pueden mitigar sin generar un cambio positivo.
Cuando medimos el impacto, buscamos generar un cambio. Aquí se toma en cuenta el impacto positivo y negativo de las decisiones de una empresa en la sociedad. Pasa al contrario que con el riesgo, en este caso se mide el impacto que tiene una empresa en su entorno, a través de sus operaciones, productos y servicios.
La medición de impacto permite además construir una visión más a largo plazo. Por eso, necesita un análisis más completo, para ver la influencia directa e indirecta de los activos en los retos sociales y medioambientales.
La nueva regulación europea obliga a las empresas a ser transparentes en el triple impacto que generan. La competitividad, la financiación y hasta su futuro dependen de ello. ¿Es Clarity AI una especie de tabla de salvación para entender cómo tienen que transformarse?
De una forma simplificada, lo que intentamos es poner herramientas que reduzcan la complejidad de toda la normativa, que cambia constantemente. Tenemos un equipo dedicado a seguir la regulación, incluso más allá de nuestras fronteras, y que está en contacto permanente con los organismos reguladores.
La tecnología nos ayuda a implementar cambios en tiempo récord. Por ejemplo, en menos de dos meses, conseguimos adaptarnos a los criterios publicados por la Comisión Europea a finales de junio sobre los cuatro objetivos medioambientales que faltaban por salir. Ningún otro proveedor ha sido capaz de adaptarse tan rápido.
Además, la tecnología también nos permite recoger los datos que reportan las empresas de manera eficiente e integrarla en el producto casi en tiempo real. Acceder a información actualizada en un entorno tan dinámico es fundamental.
EL GRAN REINICIO. El Foro Económico Mundial (WEF) ha propuesto un reset para reconstruir la economía de manera sostenible.
Más allá del análisis, nuestra plataforma también ofrece funcionalidades de generación de informes. En un solo clic, los usuarios pueden descargarse la plantilla oficial de la UE, con la parte cuantitativa incluida. Esto supone un ahorro de tiempo enorme, que pueden invertir en la información más cualitativa.
¿Cómo puede la inteligencia artificial cubrir las lagunas para el pleno cumplimiento del Reglamento de la Unión Europea (SFDR)?
El propio reglamento exige a las gestoras y a otros participantes de los mercados financieros a adoptar un enfoque de “best effort”. Es decir, hacer todo lo que esté en su mano para sortear las limitaciones que ya conocemos. La inteligencia artificial puede ayudar con algunas de ellas, como la disponibilidad de los datos y su calidad.
Nosotros usamos la IA para automatizar la recogida de datos. Ingerimos datos reportados por empresas y datos de terceros, como pueden ser los medios de comunicación. Las noticias, por ejemplo, son fundamentales para entender si una empresa está violando códigos y estándares como los principios del Pacto Mundial de la ONU (UNGC). Gracias a la inteligencia artificial, somos capaces de rastrear más de 1,4 millones de noticias y procesar más de 100.000 artículos a diario.
También usamos IA para validar los datos que recogemos. El año pasado hicimos un análisis de los diferentes proveedores de datos y vimos que existen discrepancias entre ellos en más de un 40% de los casos, y que, de hecho, más del 80% de los errores están asociados al trabajo manual.
En nuestro caso, añadimos el componente humano allí donde sabemos que aporta más valor. Concretamente, en la creación y mantenimiento de los algoritmos, o como un mecanismo de control cuando el análisis nos devuelve alguna observación anormal.
Por último, hemos desarrollado modelos de estimación basados en aprendizaje automático para suplir la falta de información en indicadores tan importantes y relevantes como, por ejemplo, las emisiones de gases de efecto invernadero de las empresas.
¿A qué se refiere cuando afirma que hay que acabar con esa idea de que existe una visión milagrosa de conexión entre la sostenibilidad y la rentabilidad asegurada?
A esto me refería antes. No existe una fórmula mágica. Incorporar métricas o puntuaciones ASG en el análisis financiero es una dimensión más, que no implica necesariamente rentabilidad. Lo que está claro es que si tienes en cuenta más factores de riesgo, las decisiones que tomes van a estar mejor fundamentadas y, por lo tanto, la probabilidad de que tus inversiones sean rentables aumenta. Y de nuevo, insisto, el quid es saber romper esa información en piezas clave. Por eso, es importante usar metodologías lo más objetivas posible y ser muy transparentes con ellas.
¿De qué forma los inversores del mercado privado pueden integrar la sostenibilidad en sus decisiones de inversión?
Las empresas privadas reportan menos información y tienen unas características más particulares. Aunque es verdad que, generalmente, los inversores del mercado privado tienen una relación más estrecha con las empresas y pueden acceder o reclamar los datos, son difícilmente comparables. Por eso, es importante poner a su disposición puntos de referencia que les permita tener contexto y ponerlos en perspectiva.
En nuestro caso, trabajamos con eFront, la plataforma de BlackRock para este tipo de inversores. Hemos integrado nuestra base de datos de más de 70.000 empresas para que puedan comparar métricas clave, como son las emisiones de gases de efecto invernadero, el uso de agua o la gestión de residuos.
El WEF plantea un reset económico global. ¿Son las inversiones de impacto un pilar de este reinicio?
Los retos medioambientales y sociales a los que nos enfrentamos son de tal magnitud que es razonable pensar que la inversión de impacto es un pilar fundamental. Según la OCDE, se necesita una inversión de 3,7 billones de dólares al año, de aquí a 2030, para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Más allá de la necesidad de capital, se necesitan estrategias que mejoren la eficacia de las acciones y aceleren el progreso. No basta con invertir en empresas comprometidas con los ODS, hay que entender mejor de qué forma están contribuyendo.
Según nuestros datos, de media, las empresas en fondos de inversión de ODS, venden menos del 1% de sus productos o servicios en los países que más lo necesitan. De nuevo, una mayor transparencia en los datos puede acelerar ese reset económico global al que hace referencia el WEF.
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