Las compensaciones de carbono, ideadas como una estrategia para financiar la transición hacia las cero emisiones, son un asunto controvertido y polarizador. Los ambientalistas sostienen que ha derivado en una forma de lavado verde para las empresas.
Cada año, la humanidad lanza a la atmósfera más de 44.000 millones de toneladas de CO2. Desde 1950, las emisiones de dióxido de carbono han aumentado un 400%, y solo en 2020, la electricidad generada por el carbón produjo casi 1.000 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono. Para combatir el cambio climático catastrófico, se han creado varias estrategias. Entre ellas las compensaciones de carbono. Práctica que implica pagar a otros para que reduzcan o eliminen sus emisiones, compensando así las propias. A menudo, resulta más económico o más sencillo para las empresas.
Aunque las compensaciones de carbono existen desde hace décadas, suelen estar en la periferia de las soluciones climáticas. La última década ha sido especialmente tumultuosa para. Su reputación sufrió un duro golpe en 2011-13, cuando los precios se desplomaron. Sin embargo, a partir de 2019, las compensaciones de carbono experimentaron una semi recuperación. Solo para caer de nuevo en 2023 al conocerse los resultados de varias investigaciones que demostraron su uso doloso.
Rebelión en SBTi
La Iniciativa Science Based Targets (SBTi), respaldada por la ONU y reconocida por validar los planes de reducción de carbono de empresas como J Sainsbury plc, John Lewis y Maersk, se encuentra en medio de una tormenta interna. El personal de la organización ha pedido la dimisión de su director general, Luiz Fernando do Amaral, y de los miembros del consejo de administración. El motivo: anunciar planes para permitir a las empresas cumplir sus objetivos climáticos con compensaciones de carbono.
La preocupación radica en que las empresas puedan recurrir a las compensaciones para el “lavado verde”. Evitando así la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Una acción crucial para evitar una catástrofe climática. Hasta ahora, la SBTi había descartado el uso de compensaciones de carbono. Subrayaba la necesidad de una reducción drástica de las emisiones.
Sin embargo, el consejo de administración de la SBTi anunció recientemente sus planes para incluir los créditos de carbono en su norma de emisiones netas cero. Permitiría a las empresas utilizarlos para compensar las emisiones de sus cadenas de suministro. Conocidas como emisiones de alcance 3. El consejo sostiene que existe un “sano debate” sobre el tema y que el uso de compensaciones podría ser una “herramienta adicional” para combatir el cambio climático. Su decisión estaría respaldada por políticas y normas basadas en pruebas científicas,.
El anuncio ha provocado la ira de muchos empleados y asesores de la SBTi. Afirman que no se les consultó sobre la decisión y que ésta no se basa en datos científicos. En una carta dirigida a la dirección, piden el retiro de la declaración y la dimisión de Amaral y de todos los miembros del consejo que hayan apoyado la decisión. Aseguran estar dispuestos a apoyar cualquier esfuerzo para garantizar que la SBTi no se convierta en una plataforma de lavado verde. Advierten que, si no se abordan sus preocupaciones, tomarán nuevas medidas. El borrador de las nuevas normas se publicará en julio.
Malos antecedentes
Ante la innegable crisis climática, las empresas buscan la neutralidad de carbono, adoptando compensaciones de carbono para presentar un balance “cero neto”. Sin embargo, la efectividad de estas compensaciones es cuestionada por estudios que dudan de su beneficio real. El Protocolo de Kioto de 1997 introdujo el ‘mecanismo de desarrollo limpio’ para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en países en desarrollo, a cambio de créditos de carbono. Los que pueden ser utilizados por países desarrollados para cumplir con sus obligaciones de reducción de emisiones.
Los créditos de carbono generados por proyectos de desarrollo limpio son conocidos como Certificados de Reducción de Emisiones o «créditos de carbono» o «bonos de carbono». que permite a las empresas financiar proyectos de reducción de emisiones en países en desarrollo. Como una forma voluntaria de compensar sus emisiones y alcanzar un balance de cero neto.
A pesar de ser más económicos, los créditos del modelo desarrollo limpio enfrentan críticas por su impacto real. Estos proyectos incluyen energías renovables, eficiencia energética, eliminación de metano, transición a combustibles limpios y gestión sostenible de la tierra. Especialmente en la gestión forestal, se promueven la reforestación y la prevención de la deforestación. Aunque la plantación de árboles es un tema de debate. Entidades como Verra, Gold Standard, Climate Action Reserve y American Carbon Registry se encargan de calcular y certificar los créditos de carbono. Cada crédito representa la eliminación de una tonelada de CO2 equivalente.
Cuestionados
Las compensaciones de carbono, aunque pueden ser una herramienta útil en la lucha contra el cambio climático, han sido objeto de críticas significativas por parte de científicos y ambientalistas. Se cuestiona la fiabilidad de los datos subyacentes que reflejan el verdadero impacto de un proyecto de compensación. A menudo, se exagera el impacto real de las compensaciones de carbono, lo que puede llevar a una sobrestimación de los beneficios ambientales.
Además, los proyectos de compensación de carbono han sido acusados de generar conflictos territoriales, infringir los derechos humanos, obstaculizar la defensa del medio ambiente y prolongar el uso de prácticas contaminantes. Los activistas han tachado a estos proyectos de “falsa solución”. La falta de rigurosidad en la certificación de créditos es otra crítica importante. Muchas compensaciones de carbono, especialmente las relacionadas con la gestión de bosques y la captura de carbono en el suelo y la vegetación, no aportan beneficio real debido a la falta de una certificación rigurosa y exhaustiva.
Además, los riesgos del cambio climático, que ya plantean desafíos significativos para el carbono forestal y que aumentarán drásticamente en el siglo XXI, no se han abordado de manera rigurosa o exhaustiva en los protocolos de compensación forestal. Algunos programas de compensación, como el de California, no tienen en cuenta la rapidez con la que están cambiando los bosques. Lo que puede llevar a una subestimación del impacto real de las compensaciones.
Evidente en el escándalo RED++
Organizaciones como Greenpeace han tildado las compensaciones de carbono de “estafa” y “licencia para seguir contaminando”. Mientras que expertos las consideran un “fracaso de la experimentación de mercado”. En las cumbres climáticas, los activistas han expresado su descontento contra un sistema que, según ellos, se dedica al lavado verde. Argumentan que, aunque más de 130 países se han comprometido a alcanzar la neutralidad de carbono para 2050. Todos recurren a las compensaciones de carbono.
Citan de ejemplo lo ocurrido con los proyectos RED++ (Reducción de Emisiones de la Deforestación en países en desarrollo y Gestión Sostenible de los Bosques) avalados por la ONU. El esquema REDD+ permite a las empresas conservar bosques para evitar emisiones.
Estudios previos habían cuestionado la validez de esos créditos. En enero de 2023, una investigación del diario británico The Guardian, el semanario alemán Die Zeit y la organización de periodismo de investigación SourceMaterial, apoyada en tres estudios científicos, reveló que el 94% de los créditos REDD+ certificados por Verra, no representan reducciones de emisiones reales.
Créditos fantasmas
Son créditos “fantasmas”, sin valor. Verra, organismo avalado por la ONU, aprueba tres cuartas partes de todas las compensaciones voluntarias. Esos créditos “fantasma” son adquiridos por grandes empresas como Disney, Shell, Gucci, Samsung, United Airlines, Air France, Chevron, Ben & Jerry’s, Netflix o la banda de rock Pearl Jam, entre otras.
Los estudios se centraron en los proyectos de Verra en la selva tropical, que suman 95 millones de créditos. Suficientes para compensar las emisiones anuales de 25 centrales de carbón o 220 millones de barriles de petróleo. Un mercado de 2.000 millones de dólares, que se predice en rápida expansión, está ampliamente basado en proclamas exageradas, según SourceMaterial. Solo ocho de los 29 proyectos analizados ofrecen una reducción real de emisiones.
Los estudios en los que se basa la investigación se publicaron en Science, PNAS y Conservation Biology. Los hallazgos sugieren que las metodologías aceptadas para cuantificar los créditos de carbono sobreestiman el impacto en la evitación de la deforestación y la mitigación del cambio climático.
Más evidencias
Los hallazgos de lo ocurrido con RED++ generaron más investigaciones. The Guardian informó que desde 2022, el mercado voluntario de compensaciones de carbono se estancó debido a la reticencia de las empresas a comprar créditos dudosos. En junio de 2023, el regulador estadounidense emitió una alerta de mala praxis, sugiriendo que los especuladores de créditos podrían perder miles de millones.
El CEO de Verra, una entidad que certifica compensaciones de carbono, dimitió y la organización anunció una reforma de su programa para 2025. Sin embargo, Verra criticó a The Guardian por su cobertura del mercado voluntario de carbono. El diario británico, en colaboración con Corporate Accountability, publicó una investigación adicional con hallazgos más graves.
De los 50 proyectos que más créditos vendieron, 39 fueron calificados como inútiles y ocho como problemáticos, representando casi un tercio del mercado. Esto suma 1.160 millones de dólares en créditos sin valor y otros 400 millones dudosos. Los proyectos no se limitan a REDD+, sino que también incluyen energías renovables, gestión de residuos y eficiencia energética.
Opiniones divididas
Las opiniones de los expertos están divididas. Algunos creen que el sistema de compensaciones voluntarias debe ser superado. Mientras que otros piensan que puede funcionar si se somete a estándares más rigurosos. Una idea que cuenta con el respaldo del Foro Económico Global.
Lo que explica que el anuncio del Consejo de Administración del SBTi fuera bien recibido por los defensores del mercado de carbono. El que una de las principales organizaciones de certificación climática del mundo argumente que un sistema ampliado podría ayudar a generar la financiación necesaria para que los países del Sur mitiguen y se adapten al cambio climático, podría aumentar la demanda de compensaciones de carbono. “El mundo no puede permitirse esta transición sin créditos de carbono”, afirmó un portavoz del SBTi. Destacando la importancia de que las empresas utilicen compensaciones para alcanzar parte de sus objetivos de reducción de emisiones de alcance 3.
Ben Rattenbury, analista de políticas de Sylvera, calificó la medida como un “gran paso” para los mercados de carbono. Sin embargo, las empresas han instado a abandonar las declaraciones medioambientales basadas únicamente en compensaciones de carbono. Johan Rockström, director del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, considera que la decisión del SBTi no es tan dramática. Aprecia el desafío del SBTi de incentivar a las empresas a asumir la responsabilidad de las emisiones de alcance 3. Ve la compensación como una opción viable durante una fase de transición, siempre que las compensaciones sean sólidas y las emisiones de alcance 1 y 2 sigan la ley del carbono de eliminación progresiva de los combustibles fósiles.
Lavado verde
Pero los estudios científicos revelan que muchos sistemas de compensación populares no contribuyen significativamente a limitar el calentamiento global. A menudo, no está claro cuánto dinero de la venta de compensaciones beneficia directamente a las comunidades locales. Los ambientalistas critican las compensaciones de carbono porque consideran que son mecanismos de lavado verde (greenwashing) que permite a las empresas contaminantes seguir haciéndolo sin obstáculos.
Las compensaciones de carbono se supone que ayudan a equilibrar las emisiones si las empresas compran créditos de carbono de proyectos que reducen las emisiones en otros lugares. Como la reforestación o la conservación de bosques. Para los ambientalistas solo es una excusa para que empresas como las petroleras sigan explotando hidrocarburos, en lugar de detenerse ahora mismo.
Además, las compensaciones de carbono son notoriamente difíciles de controlar y pueden generar efectos extraños. Como el envío de crudo sin carbono a un precio superior porque incluye compensaciones. También sufren problemas obvios, como el hecho de que los árboles tardan 20 años en crecer. Por lo que no hacen un buen equilibrio para las emisiones que están ocurriendo en este momento. A lo que se suma, como lo demostraron las investigaciones de The Guardian, que las compensaciones de carbono pueden ser sobrestimadas y no siempre tienen un impacto real en la reducción de emisiones.
Encrucijada
Científicos y ambientalistas reconocen que es necesario trazar una estrategia que permitan financiar la transición en los países más desfavorecidos. A pesar de que las compensaciones de carbono lucían como una opción cuando menos interesante, los estudios demuestran que no han logrado sus objetivos. Solo le han lavado la cara a las corporaciones.
La mayoría de los ambientalistas prefieren que las empresas se enfoquen en reducir directamente sus emisiones en lugar de comprar compensaciones de carbono. Consideran que la eliminación gradual de los combustibles fósiles es la única forma de evitar un aumento a 1,5 ° C en el calentamiento global. Julia Jones y Neal Hockley, coautores de uno de los estudios que originaron el reportaje de The Guardian, plantean otra opción. Sugieren que los créditos deberían ser más caros y usarse solo como último recurso. Un precio más alto reduciría la percepción de que compensar es una opción fácil y alentaría la reducción de emisiones. Mientras continua el debate.
Las compensaciones de carbono surgieron como una estrategia para financiar la reducción de la emisiones de gases de efecto invernadero en el tercer mundo. Lo que ha logrado hasta ahora es crear una nueva fuente de polémica que divide incluso a los ambientalistas y le quita presión a las empresas contaminantes. Ante los magros resultados se entiende la rebelión en SBTi. Habrá que ver quien gana la pulseada.
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