Delegados de 175 países tienen otra oportunidad, ahora en Ottawa, para perfilar un primer tratado global vinculante sobre plásticos. Es la cuarta ronda de negociaciones y aún presenta muchos puntos conflictivos y presiones de la industria del plástico que deben resolverse antes de diciembre.
En 2022, las naciones acordaron adelantar esfuerzos para suscribir un tratado a finales de este año. La condición es que aborde el ciclo completo de los plásticos: producción, uso y desperdicio. La intención frenar la desbordante cantidad de residuos de plásticos que contaminan los suelos, los mares el aire y a los seres vivos.
Los negociadores se han reunido tres veces y se espera que, después de las conversaciones de Ottawa, celebren el encuentro final en Corea del Sur. La convocatoria anterior, en Nairobi, en noviembre 2023, fue la primera oportunidad para debatir un proyecto de tratado, y terminó con desacuerdos sobre su alcance. Las organizaciones ambientalistas no gubernamentales criticaron ausencia de avances firmes. «Tenemos un texto, es una base, aunque queda mucho trabajo por hacer», señaló el ministro canadiense de Medioambiente, Steven Guilbeault.
Pero a medida que se desarrollan los preparativos para la ronda de negociaciones surgen opositores que pretenden cerrar el camino hacia el tratado. La firme resistencia del lobby petroquímico y de algunos gobiernos dependientes de los combustibles fósiles a la limitación de la producción de plásticos o prohibir ciertas sustancias químicas se ha manifestado en la inusitada cantidad de cabilderos entre los asistente a la cumbre. En esta reunión la presencia de cabilderos corporativos de las industrias fósiles y química aumentó el 36 % con respecto a la anterior reunión. No les importa el planeta, solo sus ganancias.
Persisten obstáculos al tratado sobre plásticos
El ministro canadiense aseguró que el objetivo de la ronda es lograr un texto con el apoyo del 60 al 70% de los delegados antes del 29 de abril. «Hay mucho en juego, la contaminación plástica tiene impactos potencialmente graves en los océanos, el clima y la vida», dijo.
Los activistas ambientales abogan por un recorte del 75% en la producción de plásticos para 2040, un monto muy superior al que proponen las naciones productoras de petróleo y la propia industria del plástico que les parece mucho mejor seguir con el cuento del reciclaje.
«El tratado es una oportunidad monumental en un momento de urgencia -dijo Neil Nathan de la Universidad de California, en Santa Bárbara- para aprobar necesarias medidas jurídicas vinculantes y evitar un acuerdo diluido e inútil».
La producción anual de plásticos se ha duplicado en 20 años hasta alcanzar los 460 millones de toneladas y está en camino de triplicarse en 4 décadas. Solo el 9% se recicla y, según la OCDE, su contribución al calentamiento global podría más que duplicarse para 2060. La producción de plástico representó el 3,4% de las emisiones globales en 2019.
Eirik Lindebjerg, del Fondo Mundial para la Naturaleza, afirmó que «una abrumadora mayoría de países ha pedido la adopción de reglas globales vinculantes que deben transformarse en acción». La ONG Ocean Conservancy considera que las conversaciones de Ottawa indicarán si se podrá logar un acuerdo antes de fin de año.
Páginas, cifras y compromisos
Ell borrador del tratado pasó de 31 a 70 páginas. Tara Ocean Foundation considera que es una señal de que las principales disposiciones del tratado están por definirse. Francia está pidiendo la creación de grupos de trabajo para abordar identificar qué productos plásticos son problemáticos y evitables, qué polímeros y sustancias deberían prohibirse y reafirmar los criterios de diseño ecológico. Mientras que varias organizaciones estadounidenses han pedido al presidente Joe Biden que se involucre más en los problemas que causa el plástico. China, Arabia Saudí y los miembros de la OPEP son los más reacios a reducir la producción.
Otros países, como los 65 miembros de una coalición llamada de «alta ambición», presidida por Ruanda y Noruega, que incluye a la mayoría de los países de la Unión Europea, exigen a las empresas que revelen cuánto plástico producen y qué químicos utilizan en el proceso. Un paso básico para controlar los desechos plásticos nocivos. La situación es alarmante. Sin limitaciones, la producción de plásticos se triplicaría en 2060 y gran mayoría terminaría como basura que daña los paisajes, obstruyen los cursos de agua, contaminan los océanos y dañan la salud pública.
Resistencias al gran acuerdo
Casi una quinta parte de los desechos plásticos del mundo se incinera y libera grandes cantidades de dióxido de carbono. Menos del 10% se recicla. Sin embargo, un puñado de naciones dependientes de los combustibles fósiles que se autodenominan «países de ideas afines» se niegan a limitar la producción o que se prohíban sustancias químicas tóxicas. Arabia Saudí y China lidera la propuesta de que el tratado debe centrarse en el reciclaje. Es la posición que comparte la industria petroquímica. «Estamos estudiando acelerar acciones para impulsar el reciclaje y rediseñar los productos plásticos», dijo Stewart Harris a Reuters, portavoz del Consejo Internacional de Asociaciones Químicas.
La compañía petrolera estatal Saudi Aramco planea enviar para 2030 casi un tercio de su petróleo a plantas petroquímicas para fabricar plásticos. China, que produce aproximadamente un tercio del plástico del mundo, dice que está dispuesta a trabajar con otros países para lograr avances conjuntos en las negociaciones. El discurso de siempre.
Varios grupos de la sociedad civil, incluido Amigos de la Tierra Internacional, presionan a los Estados para que garanticen que el tratado cubra todo el ciclo de los plásticos.
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