Por Andrés Tovar
31/03/2017
Muchos de los autores de los ataques terroristas yihadistas de más alto perfil en Europa en los últimos años tenían una cosa en común: una temporada en una de las prisiones de la región. Y esas prisiones también tienen algo en común: los principales ataques se han llevado a cabo por personajes que fueron «radicalizados» precisamente dentro de los sistemas de hacinamiento.
Las prisiones en Francia y Bélgica, que han cultivado algunos de los terroristas más mortíferos en los últimos años, son especialmente conocidas por las malas condiciones y el hacinamiento, escribe Leonid Bershidsky en Bloomberg. Anis Amri, el protagonista del atentado con un camión en un mercadillo de Navidad de Berlín el año pasado, estuvo un tiempo en Italia, otro país donde las cárceles están llenas a reventar. Estos estados europeos occidentales son el hogar de algunas de las cárceles más superpobladas de la Unión Europea, de acuerdo con los nuevos datos.
Está claro que la prisión proporciona un ambiente fértil para la radicalización. Los musulmanes en lugares como Bélgica y Francia -privados de sus derechos, pobres, aislados y marcados por el ostracismo– conforman una parte desproporcionada de los que están encarcelados (En Francia, los musulmanes son sólo el 8% de la población en general y, sin embargo, son el 60% de la población reclusa). Así, desilusionados, son atraídos por poderosas figuras terroristas condenadas por extremismo que predican dentro de esos recintos. También se convierten en presa de una red de reclutadores que trabajan dentro de las paredes.
Los gobiernos de la UE reconocen el peligro. Francia anunció el año pasado que construirá 33 nuevas instalaciones para aliviar algunos de los hacinamiento y renovará otros; y una parte del presupuesto contra la radicalización ($44 millones) de Bélgica se destinará a programas de prevención en las prisiones.
Imitando a Alemania, que también tiene una gran población musulmana en prisión pero ha evitado hasta ahora la producción de un participante en un ataque terrorista, ambos países quieren tener figuras más moderadas que sirven como consejeros para los internos. Otra idea más controvertida es separar los internos extremistas del resto de la población en prisión; una solución peligrosa ya que corre el riesgo de que la radicalización sea mucho más potente.
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