Las nuevas tecnologías, especialmente las que necesitamos desarrollar para descarbonizar el planeta son voraces devoradoras de minerales. Pero ni los recursos de la Tierra son infinitos, ni nadie quiere una mina cerca de su casa. Mientras más lejos mejor. Por eso es que hay gente trabajando para tener una mina en el espacio.
La realidad cada vez está más cerca de la ciencia ficción. Esas imágenes que hemos visto en la televisión y el cine de seres humanos extrayendo minerales en otros planetas, quizás se vuelvan reales tan pronto como al final de la década. Retos hay muchos. No solo científico-técnicos, más complejos pueden resultar los ético-legales. La minería espacial es una industria que aún está en pañales pero puede ser la que nos transforme en una sociedad interplanetaria, el motor que nos lleve a cruzar la última frontera.
Negocio espacial alza vuelo
Los viajes espaciales impulsados por empresarios están ayudando a sentar las bases para resolver problemas terrestres relativos a recursos y energía. Cada vez más compañías trabajan en desarrollar la economía espacial. Elon Musk siempre vislumbró su potencial para cambiar el mundo. En 2003 comentó que le gustaba participar «en cosas que lo cambian». Para 2013, solo SpaceX, su empresa, se dedicaba a ello de forma privada.
Hoy se califica a la economía espacial como la «próxima industria billonaria», según CNBC. Bank of America prevé que triplique su tamaño hasta 1,4 billones de dólares. Morgan Stanley también espera nuevas fortunas y compañías de enorme valor. En 2016, Jeff Bezos anticipó que en próximos siglos trasladaríamos industria pesada fuera de la Tierra pues los recursos en el espacio son más abundantes. Nuestro planeta azul quedaría para actividad residencial y producción ligera. «Podemos construir fábricas de chips gigantes allá y enviar resultados aquí».
Aunque suene a ficción, en años recientes se ha consolidado una gran industria espacial privada. Más eficiente que los vuelos gubernamentales. El público conoce nombres como Jeff Bezos, Elon Musk y Richard Branson, pero hay cientos de actores clave en la sombra. Los satélites ilustran este cambio. Pasamos de unas naves de varias toneladas, que consumían enormes presupuestos y tiempo, a los pequeños «CubeSats», que se lanzan por miles anualmente. Cada unidad con solo 2 kg de peso.
Minería de asteroides
Alguna vez pareció ciencia ficción, podría ser una realidad en el corto plazo. Cada año pasan cerca de la Tierra unos 12.000 asteroides de diversos tamaños, desde grandes rocas hasta cuerpos de varios kilómetros de diámetro. Alrededor del 10% de ellos presentan condiciones más favorables para el aterrizaje que nuestro propio satélite Luna. La densa población de asteroides cercanos, junto a su enorme potencial minero, impulsa hoy la carrera por explorar y explotar comercialmente las riquezas del espacio exterior de manera sostenible.
Los estudios mineralógicos de la NASA indican que los asteroides tipo C, uno de los más comunes en el cinturón entre Marte y Júpiter, contienen alrededor de un 20-30% de su masa en metales como hierro, níquel, cobalto y otros. Se cree que solo el asteroide 16 Psyche está formado en un 80% por níquel-hierro. Con sus 226 km de diámetro, se calcula que podría contener valor metalífero por un billón de dólares. Podría abastecer las necesidades de estos metales en la Tierra durante más de 10 millones de años, de acuerdo a un reporte del USGS. Otros asteroides cercanos a la Tierra como 101955 Bennu son ricos en compuestos de carbono como hidrocarburos. Además de minerales como fosfatos y sulfatos.
6.000 años de abastecimiento y 100 billones de dólares
Con el 1% de los minerales extraídos de 2.000 asteroides de 50 metros o más se podría abastecer la demanda anual de metales en la tierra. Se estima que el cinturón de asteroides contiene más de 1,1 billones de toneladas de hierro, 760 millones de níquel y 18 millones de cobalto. La agencia espacial estadounidense NASA calcula que el valor conjunto de los minerales albergados en los asteroides asciende a 100 billones de dólares por habitante en la Tierra.
Los asteroides alojan de forma natural metales cada vez más escasos, constituyendo una fuente casi inagotable si se desarrollan técnicas de minería y transporte espaciales rentables. Con técnicas no masivas que extraigan solo una pequeña fracción desde la superficie, podrían satisfacer la creciente demanda de materias primas de forma sostenible con mínimo impacto ambiental. La extracción de recursos de estos cuerpos celestes podría superar la cantidad total de minerales extraídos en la historia terrestre. Resolviendo los problemas de escasez terrestre para los próximos 6.000 años o más.
También habrá minería en la Luna
Pero no solo los asteriodes resultan atractivos para la minería espacial. La Luna representa un gran interés minero para la industria. Vegún revelaron análisis de muestras lunares traídas por las misiones Apolo tiene más de 1.600 millones de toneladas de hielo de agua en sus polos. Además de abundantes tierras raras bajo su superficie. En las muestras se evidencian depósitos de 17 elementos de alta demanda actual como escandio e itrio. Ideales para fabricar tecnologías energéticas y electrónicas de forma sustentable.
La Luna posee recursos propios como aluminio, titanio y silicio. Una vez extraídos, podrían usarse para construir estaciones espaciales y satélites. En lugar de transportarse a la Tierra. Lo que haría viable iniciar una minería lunar que allanaría la exploración del sistema solar. Pero la extracción de materias primas lunares sólo será económicamente rentable cuando se pueda producir combustible en el espacio mediante recursos lunares. Y dichos materiales puedan venderse a la Tierra a mayor precio que su costo de transporte.
Marte también presenta oportunidades para estudiar el abastecimiento de futuras colonias humanas. Aunque la minería comercial está descartada por sus altísimos costos de transporte a la Tierra. En el planeta rojo se han detectado grandes reservas hematita y potenciales yacimientos de metales como plomo y zinc.
El atractivo de lograr enormes ganancias está motivando a las startups a intensificar la exploración espacial. Compañías como Planetary Resources ya han logrado probar en el espacio algunas de las tecnologías requeridas para analizar la composición de los asteroides. La producción anual de metales en bruto en la Tierra llega a los 660.000 millones de dólares. Los metales extraídos de los asteroides podrían generar hasta 700 quintillones de dólares (no trate de escribir la cifra porque se perderá en los ceros).
Retos pendientes
La minería espacial enfrenta considerables desafíos tecnológicos debido a las extremas condiciones del entorno espacial. La extracción de valiosos recursos como agua, helio-3 y metales de asteroides, lunas y planetas, requiere el desarrollo de equipamiento robusto capaz de funcionar en estas condiciones.
Una pieza clave son las tecnologías ISRU (uso de recursos in situ), cuya implementación demanda la creación de máquinas y sistemas robotizados autónomos. Con capacidad de excavación, perforación y procesamiento de materiales sin presencia humana. Igualmente estratégico resulta establecer procesos eficientes para el transporte y almacenamiento de los recursos extraídos. Ya sea devolviéndolos a la Tierra u otros destinos en el espacio. El uso de cohetes y naves reutilizables, así como estaciones de reabastecimiento orbital, podrían abaratar los costos.
Otro aspecto por resolver concierne al establecimiento de métodos mineros sostenibles desde lo ambiental y energético. Se requiere investigar procesos extractivos respetuosos. Sin olvidar las rigurosas normas para gestionar residuos. Con el fin de minimizar el impacto ecológico de estas actividades. Para vencer estas barreras serán fundamentales grandes inversiones en investigación y desarrollo.
Laguna legal
El espacio exterior, lejos de ser una tierra sin ley, está regulado por una serie de tratados internacionales. Uno de los más importantes es el Tratado del Espacio Exterior, que establece que es patrimonio común de la humanidad. Por lo que ningún estado puede reclamar la propiedad de un cuerpo celeste. Surgió en respuesta a las tensiones de la Guerra Fría y el desarrollo de misiles intercontinentales. Prohíbe el uso del espacio para fines militares y establece que cualquier exploración y uso del espacio debe beneficiar a todos los países.
El Tratado del Espacio Exterior establece que el espacio es un lugar de libre exploración para todos los estados. Por lo que ningún país puede apropiarse de alguna región del espacio (o cuerpo celeste dentro de él). Incluye declaraciones de soberanía, ocupación militar o cualquier otro método. El espacio, según el tratado, no se utilizará para fines militares, solo para propósitos pacíficos.
No contempló específicamente actividades emergentes. Lo que genera una laguna normativa sobre la explotación comercial de sus recursos, como la minería espacial. Aunque stablece que ningún estado o empresa puede reclamar la propiedad de un asteroide específico, pueden explotar sus recursos para fines comerciales. Pero nunca podrán reclamar el asteroide como “suyo”. Tampoco pueden prohibir a otra nación o empresa que explote ese mismo cuerpo en otra área de su superficie. No obstante, algunos países, como Estados Unidos, Rusia, China, India, Luxemburgo, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, promulgaron leyes nacionales que legalizan la minería de asteroides y otros cuerpos celestes. El asunto podría plantear problemas en el futuro.
En manos privadas
El futuro de la industria minera espacial depende cada vez más del sector privado. Las agencias espaciales gubernamentales como la NASA y el Programa Espacial Soviético lideraron históricamente la exploración. Pero hoy en día son las empresas privadas quienes impulsan y finacian la investigación y desarrollo tecnológico.
Compañías como SpaceX, Blue Origin, Virgin Galactic, Planetary Resources y Deep Space Industries están a la vanguardia. Desarrollan cohetes reusables, módulos de aterrizaje lunar, sondas de reconocimiento de asteroides y otros equipos avanzados para la extracción de recursos en el espacio. Se estima que para 2030 la industria espacial mundial valga más de 1 billón de dólares gracias a pequeñas y medianas compañías. No es accidental que se le considere como la «próxima industria billonaria de Wall Street».
Las empresas reciben financiamiento privado de inversionistas. También contratos gubernamentales para llevar a cabo misiones específicas. Por ejemplo, SpaceX es una pieza clave del programa Artemis de la NASA. El liderazgo del sector privado es esencial para acortar plazos e innovaciones que hagan realidad la extracción de recursos en el espacio de forma rentable. Hasta ahora lo han logrado con más eficiencia y menor costo.
«El espacio probablemente puede marcar la diferencia más que cualquier otra cosa».
Elon Musk en 2003
No es ciencias ficción
Una vez considerada ciencia ficción, la minería espacial se está transformando aceleradamente en una realidad tangible. Existen iniciativas internacionales que abordan seriamente sus futuras actividades. Los asteroides cercanos a la Tierra están en la mira como los primeros objetivos para la minería fuera de nuestro planeta.
El sector tiene el potencial de aliviar la escasez de recursos en la Tierra. La explotación de recursos terrestres libera cantidades alarmantes de dióxido de carbono. Si la minería espacial se realiza correctamente, permite el acceso a una gran cantidad de recursos sin causar daño ecológico en la Tierra. Nos permitiría proteger nuestro ecosistema y darle el respiro que tanto necesita.
Pero la minería espacial puede tener un impacto considerable en los cuerpos celestes y sus ecosistemas. Es crucial equilibrar los beneficios económicos con la preservación de estos cuerpos para la investigación científica y la exploración futura. La minería espacial plantea implicaciones éticas, incluyendo la explotación de recursos naturales, el impacto ambiental y los riesgos asociados a las prácticas mineras no reguladas.
Establecer directrices y prácticas éticas puede asegurar que se realice de manera responsable, sostenible y en beneficio de toda la humanidad. Nadie quiere que nuestra imagen en el espacio sea la de la Corporación RDA en la Pandora de la película de James Cameron. No puede ser simplemente eliminar la actividad en la Tierra para tener ahora una mina en el espacio.
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