Walter Riso nació en Italia, pero ya es prácticamente del mundo. Cuando era pequeño su familia se mudó de Nápoles a Buenos Aires, donde transcurrió buena parte de su infancia. En la actualidad, Walter Riso vive entre América Latina y Barcelona, España. Es doctor en Psicología, experto en terapia cognitiva y autor de 30 libros, orientados casi siempre al ingrediente principal que mueve la humanidad: el amor, el propio, el compartido con el entorno, el de pareja, el ajeno, el noble, el tóxico y otras muchas formas de presentarse. Sus obras son altamente cotizadas y referentes de la autoayuda.
Acaba de salir al mercado De tanto amarte, me olvidé de mí (Planeta/Zenith). En sus páginas ofrece una variedad de aprendizajes sobre las relaciones afectivas, cómo cultivar el amor propio y las claves para construir una relación sana.
El amor no siempre es lo que esperamos. A veces nos acostumbramos a dar, pero no a recibir; en ocasiones, la pareja no es la indicada por mucho que se empeñen uno y otra. Y, además, pueden interponerse conductas que intoxican la relación.
Las relaciones afectivas deberían estar liberándose en términos de lo tradicional. Sin embargo, los indicadores de dependencia emocional siguen igual, “se necesita tiempo”. Comentó a EfeSalud que el porcentaje de personas que acuden a terapia por problemas relacionados con el amor es de un 30%. Infidelidades, duelos, celos. Sea como fuere, las relaciones de pareja siguen en el ojo del huracán.
Asimismo, destacó que el amor es como un problema de atención pública, ya que a pesar de que han ido variando ciertos roles, todavía sigue sin cambios muy radicales.
Riso, además conferencista, es conocedor de las personas, de los medios, de los mensajes. Su propósito, dice la editorial, “es crear una vacuna contra el sufrimiento humano proponiendo estilos de vida saludables en distintos órdenes en sus libros”. Vaya compromiso.
El amor visto por Walter Riso
Otros títulos de Walter Riso son La fidelidad es mucho más que amor, Ya te dije adiós, ahora cómo te olvido, El coraje de ser quien eres (aunque no gustes), El arte de ser flexible, Los límites del amor, De mil amores, El derecho a decir no, La afectividad masculina, Enamorados o esclavizados, Amores altamente peligrosos, entre otros.
Riso ha ofrecido varias entrevistas a raíz del nuevo libro. A 20minutos le dijo que sus libros se han traducido a muchísimos idiomas. «Una indicación de que la problemática que toco es universal. Quizá lo hago de una manera provocativa. Le pongo humor, pero también soy muy contestatario. Hay una rebeldía en mis párrafos, en lo que digo, me cargo muchas cosas”.
Argumentó que ha escrito sobre muchos temas, pero el que más llama la atención es el amor. «Puedo considerarme experto en el amor. Llevo más de 50.000 horas de consulta y la mitad son por temas del amor. Yo creo que el amor es un problema de salud pública porque la gente sufre demasiado por amor. Mucho. Es sorprendente cómo nos mienten y nos dicen una cantidad de estupideces. El amor puede ser el cielo o el infierno», dijo.
Aclara que es falso que el amor y sufrimiento van de la mano, que si no me celas no me amas, que el amor todo lo puede, que el amor es incondicional. «Esas grandes verdades en verdad son grandes mentiras. El amor no hay que edificarlo. No hay que ponerlo en los cielos, hay que traerlo a la Tierra y saber que no es perfecto, que es una construcción personal y social”.
Los vericuetos y complejidades del amor
Walter Riso afirma que no hay una receta para alcanzar el amor, solo una aproximación. «La pareja adecuada es aquella a la que le duele tu dolor, a la que le alegra tu alegría, a la que no le tienes que explicar un chiste. El 35% de las parejas funcionan bien y no es un porcentaje bajo», afirmó
La realidad es que la mitad de las parejas se separan. En EE UU, por primera vez, hay más separados que casados. No hay receta, pero tienes que saber qué cosas no estás dispuesto a negociar ni a ceder. Esa es la primera pregunta. Y si una persona las pasa, ya puedes poner el pie en el acelerador. Valdrá la pena conocerla, pero no lo hacemos», comenta.
“El amor es ciego en las patologías. Una persona que no puede vivir sin su pareja es ciega. Se olvida de sí misma. El amor es ciego cuando te anulas para que el otro sea feliz, cuando la felicidad del otro es más importante que la tuya. Nos han contado que el amor es cuando no esperas nada a cambio. Falso. Si das afecto, esperas afecto. Si das fidelidad, esperas fidelidad. Entonces, ¿a quién se le ocurrió que en el amor no se espera nada a cambio? A una mujer maltratada no se le puede decir eso, porque lo que hace el otro es aprovecharse. Y digo otro y no otra”, explicó
El amor, animal de 10 patas
Refirió que la cultura también cultiva, de manera directa o indirecta, la dependencia afectiva y el miedo a la soledad. “Estar afectivamente solo o sola es percibido como un fracaso. No nos enseñan a estar solos y es uno de los grandes problemas», recalcó
El amor propio, precisó, es el principio fundamental para poder querer a alguien de la manera adecuada. El el primer paso es entender que no eres menos que la otra persona y que por ninguna razón debes ocupar un segundo lugar en la relación. Fomentar el amor propio es poner límites. «No olvidarte de ti mismo, no aceptar lo inaceptable, no justificar conductas o comportamientos que te hieren, y sobre todo, no anularte como persona. El amor propio es un acto de autoafirmación y dignidad, de libertad», destacó.
“El amor es un animal de diez patas, pero si una no funciona, no puede caminar”, exclamó. Señaló las diez claves para construir una relación de amor sana y que funcione: deseo, confianza básica, respeto, admiración, reciprocidad, territorialidad, humor, visión del mundo, desacuerdos amistosos, sensibilidad y entrega. Y la reciprocidad es la más importante: “Yo te doy y tú me das, te quiero y me quiero, te cuido y me cuido”.
Cree que hay millones de cosas que habría que enseñar en los colegios sobre lo que es un amor sano y lo que es un amor enfermizo, y cómo respetar los derechos en el amor. Hay derechos que no se pueden violar ni por amor ni por nada. Me pondría a llorar si mi pareja me dijera: “Eres mi droga favorita”.
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