Por Andrés Tovar
07/12/2016
No han sido pocas las críticas que la canciller alemana, Angela Merkel, ha recibido en Alemania por permitir la entrada de cientos de miles de refugiados sirios en el país. Según sus críticos, esta actitud de tolerancia -para sus críticos, beligerancia-es la puerta para llevar una rama fundamentalista del Islam en total desacuerdo con bases seculares de su país.
¿Su respuesta? En un giro sorpresivo, durante la convención de su partido, la Unión Demócrata Cristiana celebrada este martes, la canciller Merkel se ha pronunciado por primera vez a favor de prohibir totalmente el burka, una prenda femenina de vestir propia de la religión islámica que cubre el cuerpo y la cara.
En ocasiones anteriores, Merkel señaló el uso de esta prenda en Alemania «como una señal de integración fallida» pero nunca abogó por vetarla.
«Debe ser prohibido, siempre que sea legalmente posible», declaró, arrancando los aplausos de los asistentes.
La regla prohibiría a las mujeres musulmanas utilizar la burka en las escuelas, las salas de los tribunales, y los edificios administrativos, de acuerdo con el Washington Post. También haría una ofensa llevar una al conducir o participar en una manifestación.
Merkel sugirió que la medida tendría por objeto proteger la cultura alemana, diciendo que los alemanes «debemos mostrar nuestra cara en la comunicación interpersonal».
En su discurso durante la conferencia del partido, Merkel también se comprometió a evitar otra afluencia masiva de refugiados en Alemania. «Una situación como la que a finales del verano de 2015 no puede, no debe, y no debe repetirse», prometió.
Ambas posturas son, a todas luces, un movimiento de alto perfil destinado a neutralizar las amenazas de la los sectores conservadores alemanes en el marco de su oferta de un cuarto mandato. Merkel ha enfrentado las críticas tras abrir las puertas del país a más de un millón de refugiados predominantemente musulmanes de Oriente Medio y Asia en 2015.
También está destinada a dejar poco espacio a sus contrarios de derecha ya que Alemania se acerca a las elecciones federales, previstas para el otoño de 2017, y así disipar las preocupaciones de los más conservadores y de los anti-inmigrantes dentro de su propio partido; y como una forma que comenzar a darle al traste al crecimiento de la intensión de voto captado por el nacionalista Alternativa para Alemania (AfD), que ha argumentado que el Islam es «no es compatible con la constitución alemana».
La prohibición de Merkel se hace eco de la prohibición del «burkini» – trajes de baño de cuerpo completo -por parte de Francia a principios de este año.
Más que una prenda…
En 2015, Merkel fue noticia en todo el mundo – cosechando elogios y críticas en el proceso – luego de que motorizó que Alemania dejara entrar más migrantes que habían huido de los conflictos de países como Siria y Afganistán, con más apertura que cualquier otro país europeo.
La política ha disminuido en popularidad con el tiempo, y se desplomó en ciertos puntos en 2016 a raíz de los ataques en el país germano, percibidos por la población como algo vinculado a la inmigración. Una prueba del disgusto: en las recientes elecciones estatales, la AfD venció al partido de Merkel en su distrito de origen.
El aumento de popularidad de la AfD y de sus aliados conservadores es algo que lleva Merkel entre entre ceja y ceja. El partido populista ha crecido enormemente desde que fue fundado en 2013. Los más recientes sondeos sugieren que será un competidor de peso el venidero año.
Con las elecciones nacionales que se avecina en 2017, los conservadores aliados con Merkel han presionado para que sea exigida la prohibición de velos. Mientras Merkel ha rechazado la colocación de una tapa sobre el tema de la inmigración hasta el momento, su abrazo a esta prohibición es un claro gesto de favor hacia ellos y a la intención de asentar la unidad entre la Unión Democrática Cristiana.
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