Después de 20 años encarcelada, Kathleen Folbigg logró probar su inocencia. «Mi liberación es un triunfo de la ciencia», dijo. Al fin supo la verdad sobre la muerte de sus cuatro hijos. Tiene 55 años de edad y aunque nunca recuperará el tiempo que permaneció encerrada, ni los daños morales y emocionales, siente alivio. Es libre y puede demostrar que “no es la peor madre del mundo”.
En 2003 fue acusada del asesinato de tres de sus hijos y condenada a más 25 años de prisión. Fue juzgada por un tribunal que la describió como una madre inepta, inestable y propensa a la ira. Los medios hicieron un juicio paralelo y la convirtieron “en la peor asesina en serie de Australia”.
Ella misma pasó muchos años sin saber por qué sus hijos morían repentinamente, siendo muy pequeños. Los fiscales aseguraron que asfixiaba a sus hijos en “momentos de frustración”. La ciencia desmintió la acusación.
Después de “dormir toda una noche en una cama de verdad” agradece a todos los que lucharon para demostrar su inocencia y no guarda rencor a nadie. Ni siquiera a su ex esposo que sigue convencido de su culpabilidad. Folbigg fue condenada por el asesinato de tres de sus hijos y el homicidio involuntario del cuarto. Todos los hijos murieron de forma repentina entre 1989 y 1999.
La ciencia y su principal aliada
La profesora de inmunología y medicina genómica de origen español, Carola García de Vinuesa, se convirtió en una de sus principales aliadas para determinar las verdaderas causas de las muertes de los cuatro niños.
García de Vinuesa comenzó a investigar el caso en 2018 y colaboró activamente con los abogados defensores de Folbigg. Aportó pruebas científicas para determinar lo que realmente sucedió. La especialista está convencida de que todos los hijos de Folbigg murieron por causas naturales. Las dos niñas murieron por una mutación genética que descubrió el equipo mediante estudios genéticos.Las patologías subyacentes desencadenaron el síndrome de la muerte súbita.
Los cuatro hijos de Kathleen
El primer hijo nació en 1989 y fue llamado Caleb. Desde su nacimiento presentaba laringomalacia (laringe flácida). Le dificultaba respirar y tragar simultáneamente. Sobrevivió 19 días. Falleció a causa del síndrome de muerte súbita del lactante.
Dos años más tarde, en 1991, nació Patrick, que falleció a los ocho meses después de sufrir un ataque epiléptico. Antes, con cuatro meses de vida, había tenido una epilepsia severa y ceguera. “Los patólogos forenses determinaron que estas dos muertes fueron naturales porque los niños estaban enfermos”, explicó García de Vinuesa.
A pesar de perder dos hijos muy pequeños en un breve período de tiempo, la pareja de los Folbigg mantuvo el deseo de ser padres. Kathleen se volvió a embarazar. En 1992, nació Sarah. Sin embargo, también fallecería diez meses más tarde. En 1999, siete años después, llegó al mundo Laura que moriría con 18 meses. Fue la bebé que sobrevivió más tiempo.
La doctora Carola García de Vinuesa dijo que tres días antes de morir, Sarah, la tercera hija, sufrió una infección respiratoria y le administraron antibióticos. Se determinó que antes de fallecer tuvo fiebre y en la autopsia se confirmó una infección en el corazón: miocarditis.
Aparecen las sospechas
El drama judicial comenzó porque el médico forense, el doctor Allan Cala, que realizó la autopsia a la tercera hija. No especificó en el informe que la causa del deceso de la niña fue por miocarditis. Como le alertaron que hubo tres muertes previas de niños dentro de esa familia, colocó en el informe de la autopsia ‘causa indeterminada’.Sentenció que “la miocarditis, la inflamación del músculo cardíaco, no era potencialmente mortal”. Fue el desencadenante del largo y tortuoso proceso policial que padeció Kathleen. En momento la policía comenzó a investigar a Kathleen por asesinato.
La ciencia descubre el problema genético
Después de varios estudios, con la intervención de prestigiosos científicos de varios países, se comprobó que las últimas dos hijas de Kathleen Folbigg, Sarah y Laura heredaron una mutación genética en la proteína calmodulina, en el gen CALM2, que causa muerte súbita en niños pequeños por parada cardiaca.
“La fiebre, una infección o la misma miocarditis pueden ser desencadenantes de muerte súbita en pacientes con arritmias cardiacas genéticas”, explicó García de Vinuesa.
Durante el juicio se aplicó la ley del pediatra británico Roy Meadow, que dice “una muerte súbita es una tragedia, dos son sospechosas y tres son asesinato a menos de que se pruebe lo contrario”. Una ecuación poco científica.
El padre de los niños atestiguó en contra de su esposa y entregó a la justicia los diarios personales de Kathleen en los que se podía leer sobre Sarah, la tercera hija: “Ella es una bebé bastante bondadosa, gracias a Dios, y se salvará del destino de sus hermanos. Creo que fue advertida”. También se leía: “Con Sarah todo lo que quiero es que calle. Y un día lo hizo”. Estas frases sacadas de contexto fueron usadas por los fiscales para acusar a la madre.
García de Vinuesa mencionó que durante el juicio nunca se mostraron los contenidos íntegros de los diarios de Kathleen, sino frases descontextualizadas que sirvieron para “mostrar a una madre capaz de matar a sus propios hijos”. El juez tampoco pidió la opinión que ningún experto le dijera cuál era la interpretación de esos diarios. Los diarios tienen frases que describen a una madre desesperada y deprimida ante acontecimientos muy dolorosos como la pérdida de sus hijos y debieron ser revisados por especialistas, dijo García de Vinuesa
Análisis de los diarios
Los abogados defensores de Folbigg pidieron a siete de los mejores expertos del mundo en psicología, psiquiatría forense y lingüística que analizaran los diarios. Los siete concluyeron que no había nada incriminatorio. “Simplemente reflejan los pensamientos de una madre que va perdiendo a sus hijos y que está estresada y deprimida, muchas veces sintiéndose responsable”. Kathleen Folbigg afirmó en ese momento que “no podía entender lo que estaba sucediendo” y pensaba que “Dios se los estaba llevando”.
“Ella siempre invoca algún poder sobrenatural, es muy espiritual. Lo veía, como algo que no podía explicar. Si las que somos madres hubiéramos escrito lo que sentíamos en un diario…”, añade García de Vinues, que no entiende que “esa haya sido la prueba de que ella los mató. «Es increíble, sobre todo, teniendo en cuenta que “eran niños enfermos. Ella los llevaba al médico y cuando estuvieron en el hospital no se separaba de su lado”, apuntó.
La genetista española explicó que la acusación usó un “razonamiento discriminatorio y misógino” para crear la imagen de que Folbigg era una madre sospechosamente inepta y así presentarla como una asesina. Por ejemplo, dijeron que Kathleen trabajaba medio tiempo los sábados. No explicaron que lo hacía para contribuir con la economía familiar, sino que lo hacía para ausentarse de su hogar, porque no “amaba a Sarah y no quería cuidarla, por lo tanto era capaz de asesinarla”.
En la más reciente investigación, expertos sugirieron que los diarios de Folbigg eran el mecanismo de una madre afligida con apoyo limitado, y que sería poco probable que los cuatro niños pudieran ser asfixiados sin dejar rastro. Posteriormente, especialistas analizaron los escritos y determinaron que no representaban una confesión ni fueron escritos por “sentimientos de culpa”. Por el contrario, muestran a una madre deprimida y desconcertada que no logra entender porque sus hijos mueren a los pocos meses de nacer.
La evidencia utilizada en la acusación fue completamente circunstancial como los diarios o la “Ley Meadow”.
El proceso legal continúa y buscan compensación
Folbigg recibió un indulto, pero sus condenas se mantienen. Enfrenta un largo camino por recorrer si desea anularlas y buscar una compensación económica. Dijo a los medios que se sentía honrada por haber recibido el indulto, pero que “siempre lloraría y extrañaría” a sus cuatro hijos. También dijo que no guarda ningún rencor. Ni siquiera a su ex marido que la culpó de la muerte de los niños durante el juicio.
El primer paso será que el juez jubilado Tom Bathurst presente un informe completo sobre el caso, antes de remitirlo al Tribunal de Apelaciones de lo Penal de Nueva Gales del Sur, Australia, que tendrá la última palabra.
El sistema falló en cada paso
Gracias a la investigación encabezada por el juez jubilado Tom Bathurst, los fiscales del caso aceptaron que nuevos hallazgos sobre mutaciones genéticas cambiaron su perspectiva respecto a las muertes de los niños. La abogada Rhanee Rego dijo que su equipo ahora exigiría una compensación “sustancial” al gobierno estatal por los años pasados en prisión. Destacó que el sistema judicial australiano “le falló en cada paso”, y que las autoridades tardaron demasiado tiempo en reabrir el caso
Un daño irreparable
“Es imposible comprender el daño que se le ha infligido a Kathleen Folbigg. Tras el dolor de perder a sus hijos pasó casi dos décadas encerrada en cárceles de máxima seguridad por crímenes que la ciencia demostró que nunca ocurrieron», dijo la defensora Rhanee Rego.
Un experto en Derecho declaró que no existe un buen proceso automático en Australia para evaluar cuestiones de compensación en circunstancias en las que surgen condenas injustas. «Una vez más, Kathleen se verá probablemente obligada a participar en un proceso adverso para demostrar su derecho a una compensación”, agregó
«El indulto ha dejado en evidencia lo lento que es sistema legal australiano para responder a los hallazgos científicos que puedan revertir una condena. El sistema legal debe preguntarse cómo hacer que los procesos sean más rápidos y eficientes apoyándose en las herramientas que ofrece la ciencia emergente», señaló la Academia de Ciencias de Australia,
Tardaron 20 años para enmendar el error, un largo calvario
La Academia Australiana de la Ciencia, que tuvo un papel central en el caso de Folbigg, calificó su condena como “el mayor error judicial” en la historia. Apelaciones anteriores y una investigación separada del caso en 2019 no encontraron motivos suficientes para dudar sobre la sentencia y dieron más peso a la evidencia circunstancial presentada en el juicio original contra Folbigg.
Los nuevos hallazgos sobre mutaciones genéticas fueron los que hicieron posible que los fiscales cambiaran su óptica sobre la muerte de los niños y decidieran revisar el caso. El fiscal general de Nueva Gales del Sur, Michael Daley, anunció que se había llegado a la “opinión firme” de que había dudas razonables sobre la culpabilidad de Folbigg. Por esta razón, el gobernador de Nueva Gales del Sur firmó el indulto y ordenó su liberación inmediata. “Ha sido un calvario de 20 años para ella… Le deseo paz, también al ex exposo”, dijo Daley.
La mujer fue excarcelada de una prisión en Grafton, en el norte del estado de Nueva Gales del Sur. Cumplía una sentencia de 25 años
Para el esposo ella es culpable
Craig Folbigg, exmarido de Kathleen Folbigg continúa creyendo que ella es culpable de la muerte de los bebés. Después del indulto de su exesposa y a pesar de la cantidad de pruebas científicas que establecen que las muertes se debieron a causas naturales, él mantiene su posición. «Kathleen es culpable», insiste. Se siente “frustrado y decepcionado” por la decisión de indultar a su ex esposa y madre de sus hijos.
“Las heridas se mantienen abiertas y será difícil que se cierren”, dijo. El ex marido de Folbigg solicitó un nuevo juicio. “Esa sería la forma más justa. Presentar todas estas supuestas pruebas nuevas ante un jurado y dejar que un jurado determine”, planteó el abogado de Craig Folbigg, Danny Eid.
El padre de los niños no ayudó en la investigación
El ex esposo se negó a colaborar con las investigaciones científicas que determinaron la inocencia de Kathleen. No dio muestras para analizar su ADN para descartar problemas genéticos en los niños y no asistió a más audiencias ni participó en la última investigación.
“Al realizar un análisis genético de este tipo, analizando el ADN del padre y de la madre, se puede obtener una imagen mucho más clara de si una mutación en un niño es dañina”, explicó García de Vinuesa. Sin embargo, el padre no colaboró con los científicos.
En el pasado, sí ayudó a las autoridades a inculpar a su ex esposa. Fue el primero en condenarla. Buscó y entregó los diarios privados de Kathleen a la policía, en el juicio atestiguó en su contra y está decepcionado con la decisión de indultarla.
La primera entrevista en libertad
“Sorprendentemente, se mostró como una mujer muy positiva y generosa. Dice que ya ha perdido su vida, pero que le gustaría que su caso ayudara a otras mujeres. Y no guarda rencor. Lo podría guardar contra su exmarido, pero le perdona”.
Por los momentos, de Kathleen Folbigg dio su primera entrevista tras salir de la cárcel al canal de noticias australiano 7news y recibió 400.000 dólares. Ella es considerada como la víctima del peor error de la justicia australiana.
La científica española Carola García de Vinuesa explicó que con su equipo encontró una mutación nunca antes descrita en un gen llamado CALM2, que codifica la calmodulina y que puede causar muerte cardíaca en la infancia. Con esta información, se redactó un informe recomendado que se secuenciaran los genomas de los cuatro niños fallecidos. Sin embargo, las pruebas genéticas que presentó García de Vinuesa ante el juez no sirvieron para nada. Un equipo de genetistas y cardiólogos, que representaban al gobierno de Nueva Gales del Sur, tenían una interpretación contraria a los datos publicados en el Registro Internacional de Calmodulinopatías (ICalmR) y a la opinión de los expertos mundiales.
La presión de la ciencia
La especialista española contactó con cardiólogos de prestigio mundial como el doctor Peter Schwartz, expertos en mutaciones en calmodulina. “Cuando Schwartz me dijo esta mutación era probablemente la causa de la enfermedad de las dos niñas, le escribí una carta al juez para que tuviera en cuenta su opinión. Incluso él mismo doctor Schwartz escribió una segunda carta, pero no las tomaron en cuenta”, dijo.
Contactó con uno de los principales expertos mundiales en hacer estos experimentos de laboratorio, el profesor Michael Toft Overgaard, de Dinamarca, quien, contando también con toda la evidencia epidemiológica del equipo de Schwartz y colaboradores en cuatro países, “demostró, con metodologías validadas, que esa mutación era tan severa como otras que habían causado muertes en niños pequeños y mientras dormían”.
También hubo una petición firmada por 90 científicos. “Como ya se habían agotado las vías penales, los abogados pensaron que con una petición de científicos se podía pedir el perdón en base a los hallazgos científicos. La firmaron científicos y médicos, incluidos dos premios Nobel. Entre los firmantes estaban los cardiólogos más prestigiosos del mundo. No sólo el profesor Peter Schwartz, sino también el profesor Reza Razavi, del King’s College de Londres”, detalló García de Vinuesa.
Por fin se conocen las razones de las muertes
Con las conclusiones de este estudio, que fue publicado en la revista internacional Europace, García de Vinuesa se presentó en la Academia de Ciencia Australiana para que emitiera una opinión. La respaldaron. Los esfuerzos científicos llevados a cabo para demostrar la inocencia de Folbigg no se han detenido desde su condena en 2003 hasta hoy, a pesar de los varapalos judiciales que se han producido en estas dos décadas.
Estos avances científicos, esta innovación en el desarrollo de los procesos capaces de secuenciar el ADN, han permitido a los expertos conocer el motivo de los fallecimientos de Sarah y Laura. Algo más complejo era el caso de los dos varones, Caleb y Patrick, pero también han sido capaces de encontrar una causa natural a sus fallecimientos. “Mis hijos están aquí conmigo hoy y estarán cerca de mi corazón por el resto de mi vida. Amaba a mis hijos y siempre lo haré”, dijo Kathleen.
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