Moscú rachazó categóricamente las exigencias de Europa. Las demandas expresadas por la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, solicitando la liberación de los marineros ucranianos en poder de Rusia son inaceptables, dijo el sábado el Ministerio de Relaciones Exteriores de Moscú.
Merkel y Macron exigieron el viernes que Rusia libere a los marineros ucranianos, que capturó junto con sus barcos el mes pasado en el estrecho de Kerch, que une el Mar Negro con el Mar de Azov.
Rusia niega violación de Derechos Humanos
«Nos parece lamentable que Berlín y París acusen categóricamente a Rusia de ciertas violaciones de los derechos humanos en Crimea por la escalada de tensión en el mar de Azov y el estrecho de Kerch y que presenten exigencias que nos resultan inaceptables», según la nota del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.
La Federación Rusa, que controla la península de Crimea desde su anexión en 2014, interceptó el 25 de noviembre tres buques ucranianos en el estrecho y arrestaron a sus 24 tripulantes.
Asimismo, Moscú sostiene que los barcos entraron sin permiso en aguas rusas, mientras que Kiev denuncia lo que considera una situación ilegal.
Alemania y Francia exigen liberación de ucranianos
«Exigimos que haya un tránsito seguro, libre y sin obstáculos para todos los barcos que pasen el Estrecho de Kerch y la liberación inmediata e incondicional de los marineros ucranianos detenidos ilegalmente», declararon Merkel y Macron en un comunicado conjunto.
De igual manera, ambos mandatarios se mostraron preocupados por el deterioro de la situación en la frontera ruso-ucraniana. «La situación de los Derechos Humanos en Crimea, anexionada ilegalmente a Rusia, el uso por parte de Rusia de la fuerza militar en el estrecho de Kerch, así como las inspecciones excesivas realizadas en el mar de Azov son un motivo de profunda preocupación».
Rusos levantaron su propio muro en Crimea
Rusia finalizó una valla que separa su territorio con el de Ucrania en Crimea, península ucraniana anexionada a Rusia en el 2014.
Según los Servicios de Seguridad rusos, esta barrera tiene como objetivo evitar la entrada de grupos subversivos. Ucrania, que nunca admitió la anexión por parte de Rusia y reclama el territorio como propio, sostiene que poner una barrera física no cambia el estatus de la península.
La valla se extiende por el istmo de Perekop, que separa Crimea de la provincia ucraniana de Jersón. La barrera se constituye como un complejo sistema que incluye varios tipos de vallas y sistemas de observación de alta tecnología. El «muro ruso» incluye sensores de movimientos que captan las vibraciones de cualquier intruso potencial, así como circuitos de televisión.
Los planes y la construcción de esta barrera comenzaron en el 2015 y han costado 200 millones de rublos (algo más de 2,5 millones de euros).
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