Después de la euforia que supuso el acuerdo de la reciente cumbre climática de la ONU, en Dubái, de instar a los países a transicionar en el uso del petróleo, el gas y el carbón en sus sistemas energéticos mucho antes o alrededor de 2050, ahora viene el proceso de aplicar políticas que apunten a ese fin. ¿Cuáles son los desafíos de América Latina para cumplir con ese abandono gradual de los combustibles fósiles? ¿Podrá lograrlo?
Alrededor de 200 países participantes de la cita anual del clima convinieron en cambiar sus sistemas energéticos de forma justa y ordenada. La región posee alrededor del 15 % de los recursos mundiales de petróleo y gas natural, y menos del 1 % de los recursos globales de carbón. Entre ellos hay grandes reservas de shale gas, algunas de las cuales se están explotando activamente en Argentina, que se está posicionando como exportador de gas. Brasil, Venezuela y Colombia están entre los principales exportadores de combustibles fósiles.
Según la Agencia Internacional de Energía, la producción de petróleo y gas en América Latina aumentó alrededor de un 5% en 2022 y se espera que crezca este año. Ello ocurre a pesar de las enormes oportunidades en energía solar y eólica. El financiamiento es la principal barrera, advierte la agencia, el cual debería duplicarse al 2030 para cumplir con los compromisos climáticos anunciados.
Susana Muhamad, ministra de Ambiente de Colombia, observó que por primera vez la ciencia influyó en las decisiones de una conferencia climática. Sin embargo, anticipa a Mongabay -una web de noticias sobre ciencias ambientales, energía y diseño ecológico- el riesgo de que las energías de transición demoren el abandono de los fósiles. “El texto crea una oportunidad para que el capital fósil continúe gobernando”, dice.
América Latina, reducir uso de los combustibles fósiles
Para América Latina, señaló la publicación, la COP28 dejó en evidencia diferencias entre países con propuestas ambiciosas para una transición acelerada a las energías renovables, como Colombia, y otros con planes para continuar con el desarrollo de combustibles fósiles, como Brasil. Sin embargo, todos coincidieron en la necesidad de un mayor financiamiento para reducir aún más sus emisiones.
Gustavo Petro, presidente de Colombia, resaltó la urgencia de la transición en la COP al unirse a un bloque que promueve un tratado de no proliferación de combustibles fósiles. Y que ponga fin a la exploración y expansión. Sin embargo, aclaró que para poder avanzar con el plan, el país debería buscar fuentes de financiamiento alternativas que permitan compensar las exportaciones petroleras.
“Ya hay contratos de explotación a varios años, y otros en exploración firmados. Pero lo que no queremos es que se expanda más”, afirmó Petro. “Tenemos que reemplazar las divisas fósiles por otro tipo de actividad. Y lo que nosotros encontramos en el corto plazo es la diversidad natural de Colombia. Desde las nieves de los Andes al Caribe, hasta las selvas, el desierto y las grandes montañas”.
En el otro extremo estuvo Lula de Silva, el presidente de Brasil. Mientras que un año atrás, en la COP27, era visto como un líder en la acción climática al tomar el lugar del expresidente Jair Bolsonaro, la realidad fue otra en Dubái. Lula fue cuestionado por los planes de Brasil de expandir el uso de combustibles fósiles. Tras realizar una licitación de 600 nuevas áreas de exploración y unirse a la OPEP -que frenó un texto más contundente en materia de los fósiles- como un observador mientras se estaba desarrollando la conferencia.
Inversión en renovables y pocos fondos climáticos
Un informe presentado en la COP por organizaciones ambientales y expertos en energía, incluida Fossil Fuel Non-Proliferation Treaty Initiative, concluyó que la mayoría de los países de América Latina deberá eliminar los combustibles fósiles en la próxima década. Si desea cumplir con las metas del Acuerdo de París. Por ejemplo, Brasil debería dejar de usar petróleo en 2034 y gas natural en 2031, mientras México en 2037 y 2033.
No es una meta necesariamente imposible. La inversión en energías renovables en la región ha aumentado un promedio del 10 % cada año en la última década. Proporcionando casi 100 gigavatios (GW) de capacidad eólica y solar en 2022. Hay alrededor de 320 proyectos eólicos y solares en cartera en la región, de los cuales unos 200 están en fase de pre-construcción o construcción.
“El acuerdo en la COP28 muestra que los combustibles fósiles están de salida: América Latina tiene muchas oportunidades para transformar su sector energético. Con países que ya lo hicieron, como Chile y Uruguay”, sostuvo Enrique Maurtua Konstantinidis, analista en cambio climático. “El problema está en el financiamiento, somos los que menos fondos climáticos recibimos”.
Cumplir con los compromisos de acción climática de América Latina requiere una inversión de entre 3,7 % y 4,9 % del PIB regional por año hasta 2030, de acuerdo con un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, presentado en la cumbre. A modo de comparación, en 2020 el financiamiento climático en la región fue de solo 0,5 % del PIB regional.
Mejorar el planeta
La próxima cita de cambio climático se desarrollará en noviembre de 2024 en Azerbaiyán. El país obtiene dos tercios de sus ingresos del petróleo y el gas, por lo que las discusiones sobre la transición energética seguramente continúen en el centro de la escena. Luego será el turno de América Latina, con Brasil como sede de la COP30 en la ciudad de Belén en 2025.
“El planeta es como una persona de mediana edad que descubre que tiene diabetes, colesterol y presión arterial y el médico le indica que tiene que cambiar sus hábitos para mejorar calidad de vida y extenderla. Tenemos un diagnóstico, ahora hay que abordar los síntomas”, sostuvo Manuel Jaramillo, director general de la Fundación Vida Silvestre de Argentina.
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