Durante las fases de la desescalada, en que la sociedad se fue reintegrando a actividades laborales y sociales, surgieron cambios en la movilidad del virus. Los jóvenes, cuya incidencia de la COVID-19 era de apenas un 7% del total de infectados, pasaron a representar el 25% a partir del 10 de mayo.
En su último informe, el Instituto de Salud Carlos III analiza el comportamiento clínico de cerca de 23.000 nuevos contagios detectados en España desde esa fecha. El tramo de edad con mayor número de afectados se concentra entre los 15 y los 29 años, con 1.461 y 4.254 casos, para un total de 5.715 (25%).
Le sigue de cerca la población entre los 30 y 39 años (3.466) y, entre 40 y 49 años (3.903). Y los de 70 a 79 años que constituían el mayor número de casos positivos y más vulnerables, el 25% del total en el mes pico del coronavirus, se sitúan ahora en 1.632 personas (7,09%).
El proceso de flexibilización de las restricciones sociales coincidió con la modificación del sistema de notificación de casos. En total son 22.997 los contagios reportados por las comunidades autónomas a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave), que es a su vez la fuente de información de Sanidad para emitir los balances diarios.
Asimismo, el Instituto de Salud Carlos III se nutre de esas estadísticas para hacer su valoración y consecuente estudio. Indica que la mayoría, es decir, el 56% de los casos fueron asintomáticos. Mientras el 51% no refería contacto conocido con la COVID-19.
La COVID-19 en jóvenes de España
El informe científico señala que la incidencia de la COVID-19 recae en los jóvenes. Además, que 56% de los casos son mujeres y que la media de edad fue de 48 años. Fue mayor en mujeres que en hombres.
Con respecto a la distribución por sexo y edad de la población española, los casos de la COVID-19, están sobrerrepresentados en las mujeres jóvenes en edad laboral (20-55 años) y en las mayores de 85 años. La presentación de casos con coronavirus en menores de 15 años de ambos sexos es relativamente baja.
El ISCIII también reporta que la proporción de hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos se han reducido. Del total de notificados que recopiló el organismo hasta mediados de mayo, 38,4% fueron hospitalizados, pero ahora son un 9,1%. Por otra parte, 3,9% requirieron cuidados intensivos frente al 0,7% del 10 de mayo hasta el 15 de julio. Y el 8,2% murió frente al 0,9% de fallecidos actual.
Al igual que antes, la hospitalización aumenta con la edad, ya que el virus es más peligroso para hombres mayores y con patologías previas. Pero hay cambios en los ingresos en las edades más bajas, en los jóvenes.
Los menores de 30 años supusieron en los primeros meses el 2,2% de los hospitalizados y ahora son el 10,8%. Por su parte, de los 50 a los 79 años la proporción de ingresos es menor que antes de mayo, pero en los mayores de 80 se mantiene prácticamente igual e incluso sube un poco. En las defuncionesno hay cambios significativos.
Las razones del cambio en la población
El resultado de un mayor registro de casos con la COVID-19 en jóvenes y el cambio en el tipo de paciente podría ser por múltiples factores. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, endosó estos cambios a la situación de los temporeros y las condiciones de riesgo en las que viven y trabajan. Así como a la actitud de «jóvenes y no tan jóvenes» en el relajamiento de las medidas de protección.
También se observa la alta concurrencia a sitios nocturnos, bares, discotecas, terrazas, playas, que resultan propicios para el contagio.
«Al principio solo había capacidad para diagnosticar los casos más graves, que eran los más mayores. Entonces era el perfil de edad que observábamos. Antes veíamos solo una parte pequeña del iceberg, pero ahora vemos mucho más y la edad baja», señala Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología.
Si se hacen más PCR y se detectan casos más jóvenes, este porcentaje va a aumentar y el de los mayores va a disminuir: «Si teníamos 10 casos semanales de mayores de 80 años, pero el total eran 100, suponía el 10%. Pero si ampliamos la imagen y vemos 200, en lugar del 10% pasarán a ser el 5%», explica.
En marzo y abril no se hacían pruebas a los contagiados con síntomas leves con el objetivo de evitar una mayor presión asistencial en el sistema sanitario. Pero ahora, tras la entrada en vigor de la estrategia de detección precoz a mediados de mayo, se debe hacer PCR a cualquier sospechoso.
El instituto revela en su informe que 93% de los diagnósticos se realizaron con técnicas de PCR.
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