Guerra arancelaria y el agotamiento de los recursos naturales
Los retos que aborda la economía frente a la guerra arancelaria y el agotamiento de los recursos naturales, con la amenaza para el medio ambiente y la biodiversidad que conlleva el calentamiento global, impulsan cambios significativos en el sistema capitalista bajo el auspicio de la inversión socialmente responsable.
Recientemente leía con mucho optimismo la declaración firmada por 181 presidentes de algunas de las instituciones financieras y empresas más grandes de los Estados Unidos –la Declaración–, donde fijaban postura en cuanto al abandono de la norma de vieja data que obligaba a las empresas a procurar casi de forma exclusiva la maximización de los beneficios de los accionistas (“Shareholder Primacy Norm”), y la adopción de una posición amplia que toma en cuenta, además de los beneficios a los accionistas, todos los demás intereses relacionados con la organización (“Stakeholders Theory”), tales como los empleados, los consumidores, la comunidad y la sociedad en general.
Para tratar de dimensionar la importancia de la Declaración, estimo pertinente desvelar la identidad de algunos de los firmantes, agrupados en la organización Business Roundtable (www.businessroundtable.org): Jamie Dimon, presidente de JP Morgan Chase & Co.; Charlie Scharf, presidente de Bank of New York Mellon Corp.; Laurence Fink, presidente de BlackRock Inc.; David M. Solomon, presidente de Goldman Sachs Group Inc.; James P. Gorman, presidente de Morgan Stanley; Jeff Bezos, presidente de Amazon; Ginni Rometty, presidenta de IBM y Alex Gorsky, presidente de Johnson & Johnson, entre otros.
Generar un mayor valor, sólido y duradero
Para poder ofrecerles una idea aproximada del sistema corporativo de los Estados Unidos, me gustaría recordar algunas de las lecciones de mi respetable profesor de Derecho Corporativo en la meca del capitalismo en la Universidad de Nueva York, que nos enseñaba que uno de los ejes principales del capitalismo es la propiedad privada, y en el ámbito corporativo dicha propiedad privada se debía traducir en la obligación de las empresas de procurar la mayor cantidad posible de beneficios para sus accionistas, obligación que hacía extensiva a todos los miembros de una empresa, incluyendo a los abogados corporativos.
Todo ello, por supuesto, bajo el imperio de la ley. Más aún, la compensación de los altos ejecutivos de las empresas y en especial la de los presidentes (tomadores de decisiones), como es lógico, no escapa a dicha regla. Por ello, estos ejecutivos tienen en su retribución un componente variable muy importante en forma de bono, que se fija al final de año según los beneficios que logren para los accionistas.
El problema que hemos visto con un sistema que estimule solo la generación de beneficios para los accionistas, llegando al extremo de ser el principal parámetro para la fijación de la compensación anual de los ejecutivos tomadores de decisiones de las empresas, es que en muchas ocasiones se ha procurado dichos beneficios a toda costa, con prácticas abusivas, especulativas y, a veces, ilegales, quedando en consecuencia muy poco espacio, o nada, para otros intereses como son los del individuo, la sociedad y el medio ambiente.
Más bien ha sucedido al contrario: esos otros intereses han sido las primeras víctimas en la mayoría de los casos para lograr los mayores beneficios para los accionistas.
La declaración
Por su parte, la Declaración aclara que su intención no es fijar postura ni entrar en el debate político capitalismo versus socialismo, sino más bien establecer las bases desde un punto de vista pragmático para poder generar un mayor valor, sólido y duradero, para las empresas, tanto a medio como a largo plazo, al colaborar en la mejoría de los intereses de los trabajadores, consumidores, la comunidad y la sociedad en general.
Muchos de los presidentes de estas corporaciones tienen buenas ideas para contribuir a este objetivo, pero no las desarrollan porque están atados de manos con la citada regla de medición anual de beneficios para los accionistas.
Un condicionante que les lleva a adoptar decisiones más especulativas, que son inclusive contrarias a los intereses de las empresas a largo plazo, pero que tienen potencialidad de generar mayores ingresos a corto plazo.
Ser una empresa socialmente responsable
Pues bien, el cambio de postura establecido en la Declaración, y su posible pronta implementación por sus mentores, la cúpula de los empresarios globales, puede ser la piedra angular de un cambio significativo en el sistema capitalista por medio del cual las empresas pasan de perseguir únicamente beneficios para los accionistas a tener también que conjugar y procurar los demás intereses relacionados con la empresa, es decir, pasar de la generación exclusiva de valor para los accionistas a ser una empresa socialmente responsable (“Corporate Social Responsibility”).
En Europa deberíamos ir más allá y empezar a establecer reglas de valoración de las empresas que incluyan, además de los ingresos y el goodwill (los activos de una empresa), un parámetro de valoración sobre las funciones sociales de la empresa, tales como el bienestar de sus trabajadores, de sus consumidores y de la comunidad donde se desempeña, así como procedimientos para evaluar el cumplimiento de las normas y prácticas para la conservación del medio ambiente.
En la práctica, este cambio tiene el potencial de ser un buen primer paso para contribuir a disminuir las grandes desigualdades entre los seres humanos y la posibilidad de lograr la preservación de la biodiversidad del planeta, cuya naturaleza se encuentra gravemente amenazada.
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